¿Se está desvirtuando la enseñanza del Yoga?

2019-11-28

Como profesora de este disciplina desde hace ya casi 25 años, este es un tema que me preocupa. El crecimiento de la enseñanza de yoga en escuelas, gimnasios, centros culturales y el aumento desorbitado de profesores parecería en un principio un buen avance, “yoga para todos”. Pero no es exactamente así. Escribe Olga Jiménez.

Iyengar En la foto, el maestro B. K. S. Iyengar

Leía hace unos día el artículo de Ramiro Calle y su reflexión sobre el artículo de Pepa Castro, ambos comprometidos y preocupados con este tema. Ambos artículos con títulos muy apropiados para la situación que vivimos hoy: “Hay yoga y hay salsa pero no salsa-yoga”  y “Yoga, gimnasios y barra libre”, y los dos coinciden en esta necesaria crítica sobre la degeneración del yoga de Patanjali, del yoga tradicional indio, entendido como ciencia y filosofía.

Y mi parecer también coincide con ellos: esto se nos está yendo de las manos.

Pero si escribo este pequeño artículo es porque siempre me gusta dar una vuelta de tuerca más.

Cuando vemos el trabajo de asanas (posturas), es fundamental recordar que pertenece a Asthanga Yoga. Ese trabajo directo sobre el cuerpo siempre ha existido en esta filosofía: querer llegar más profundamente a nuestros ligamentos, articulaciones, desbloquear las distintas zonas… todo eso entra dentro de esta práctica milenaria.

La foto interior

¿Cómo juzgar si la persona de la foto hace yoga o mero contorsionismo?

Bien, aquí apuntaré una bella enseñanza que aprendí en Pune, India, de Prashant Iyengar, hijo de B. K. S. Iyengar. Él nos hablaba en la clase de dos cámaras de fotos a la hora de practicar. Tenemos la foto de fuera: la forma de la postura, su apariencia externa; y tenemos la foto de dentro: nuestro estado mental, nuestra actitud interior. Prashant nos hacía ver regularmente las fotos de su padre colgadas en la sala. ¿Habéis mirado su expresión en la cara? Ambas fotos son importantes. No se puede despreciar el trabajo del cuerpo, como no se puede despreciar el trabajo interior, de búsqueda, de avance en calma y relajación.

En ocasiones me muestran o me comentan alumnos sobre fotografías de personas haciendo yoga. Hay casos muy evidentes en los que la persona muestra un rostro bajo tensión clara o cuerpos completamente desajustados, donde podemos ver que el trabajo interno y externo son muy pobres. Pero generalmente suelo decir: «Yo no sé si está o no haciendo yoga, no dispongo de la cámara interna».

Llevar tantos años a diario con alumnos me enfrenta a situaciones en ocasiones muy tristes. La última fue ver cómo una de mis alumnas, queriendo tener un título para enseñar, decidió entrar en un curso de certificado de profesionalidad. Me contaba cómo en ocasiones salía llorando de las clases, lloraba de impotencia al verse sujeta a un profesorado con conocimientos muy inferiores a los suyos, obligada a seguir instrucciones que le despertaban su rabia interior. “No os estiréis, que es peligroso”, les repetía una y otra vez su “maestra” de Yoga terapéutico.

Estas y otras muchas situaciones me llevan hoy a decidirme en participar en un curso de preformación de la mano de Julio Gallego, profesor senior de este sistema.

Curso de Preformación y… despedida

El yoga, desde mi punto de vista, debe finalizar de forma solitaria. Es muy personal, y cada uno se enfrenta a su luces y sombras internas, en cuyas profundidades  debemos bucear. Suelo pedir a mis alumnos, después de años de asistencia a clase, que se marchen, siempre desde el cariño.

Pero también les pido que se encierren en sus cuartos y que descubran el valor de ese yoga en el que estás sola o solo contigo mismo, con tu respiración y en tu propio interior, allí donde las cámaras interna y externa son sólo para ti, donde no hay espectadores.

Desde mi humilde experiencia, considero que ahí empieza el verdadero yoga, el verdadero camino interior. Pero para llegar ahí se necesita una correcta guía por parte de un profesor con amplia experiencia, conocer las secuencias, los tiempos de práctica y los ajustes sanos, físicos y mentales. Se necesita mucho estudio previo para caminar solos, se necesita leer mucho.

Yo pido siempre a mis alumnos que lean: el yoga tiene textos, que son las guías fundamentales de esta disciplina, textos en los que debemos también sumergirnos. Sin estos conocimientos estamos perdidos en el mundo de los sentidos.

Hoy existen incluso cursos de formación de profesores donde se decide en el temario prescindir de los aspectos éticos y morales de esta enseñanza, prescindir de las raíces que sustentan al propio sistema. ¿Cómo no van a estar perdidos los practicantes sin el fundamento?

El yoga tiene una parte práctica que hay que trabajar diariamente y un aspecto teórico que debemos estudiar para impregnarnos de su filosofía. Sin esta combinación el yoga llega a Occidente como si se tratara de un pegote, un adorno; se convierte en un bonito lazo llamativo que al final solo sirve como reclamo en los anuncios publicitarios.

Olga Jiménez es codirectora de la EYI (Escuela de Yoga Iyengar Madrid-Aravaca)

Ha publicado recientemente con Ediciones Mandala el libro Conectados (Ed. Mandala)

Comenzará en febrero una Preformación de Profesores de Yoga Iyengar.

Más información: https://yogaiyengararavaca.wixsite.com/valdemarin/taller-de-practica-personal