La vida se compone de ciclos, y los ciclos de procesos. De alguna manera, todo aprendizaje consiste en saber cuando un proceso ha concluido, porque es entonces cuando el ciclo se ha consumado. Es como estar en una fiesta: hay que saber cuándo marcharse, y hacerlo. Escribe Emilio J. Gómez.
“Libérate de la necesidad de sobrevivir”. Allan Watts
Aunque los nombres de los personajes cambien, las historias se repiten ad infinitum. La ilusión se desvanece conforme la clara luz del Ser aparece, difuminando las evanescentes formas hasta hacerlas desaparecer por completo en un estado que alguien, un día, decidió denominar “samadhi”. Bonita palabra para una muerte consciente.
El espectáculo de la vida continúa, y lo va a seguir haciendo contigo o sin ti. No importa, pues contemplado desde lo Absoluto no eres nada, no eres nadie. Es posible que durante un tiempo más o menos largo tu ego se haya creído ser un cuerpo identificado con una persona… Sin embargo, la luz de la consciencia te muestra tu auténtica y efímera naturaleza personal y la ilusión que es el ego. Es bastante posible que el juego, tu juego, continúe por un tiempo más o menos largo, pero… ¿va a cambiar algo por ello?
La exigua batalla por la supervivencia, la absurda necesidad de reconocimiento e importancia personal, el vano anhelo por sentirse diferente, etc. no son más que bogadas en el mar de la ilusión, esfuerzos de un ego, arropado de personalidad, que un día nació y un día morirá.
Esta realidad no se cuenta en los alegres festivales de yoga; quizás no interese. Sin embargo, es la enseñanza última del yoga a fin de poder transitar entre los ciclos, compuestos de procesos, con un mínimo de dignidad y un máximo de conocimiento. Saber cuándo hay que estar y cuando ha llegado el momento de marcharse con discreción y silencio es sinónimo de sabiduría.
Abhyasa, la práctica constante, conduce a Vairagya, el desapego que se despierta en el interior del practicante. Abrir los dedos de las manos para soltar y dejar ir. Saber abrazar y saber soltar. Sin duda alguna que el acto de soltar es el mudra íntimo del ser autorrealizado, aquel que ha comprendido su auténtica, común y última naturaleza.
Cuando llegue el momento de cerrar los párpados, sentir el fuego interior y hacerse uno con él, quizás sea el mejor momento para recordar las sabias palabras de Alan Watts flotando en el éter del subconsciente: “Libérate de la necesidad de sobrevivir”.
Emilio J. Gómez, profesor de Yoga, coordina “Silencio Interior – Escuela de Silencio”