Despertar es comprender el sueño en que se vive, romper el estado hipnótico en que estamos sumergidos a través de las impresiones cotidianas. Despertar consiste en saberse ser la vida y vivirla con la plenitud que merece. Ser conscientes del potencial de libertad del ser humano. Escribe Emilio J. Gómez.
Sin embargo, el hombre está profundamente dormido en la ilusión. ¿La ilusión de qué? Básicamente, la ilusión material representada por el dios dinero. A fin de cuentas, un dios es aquello a lo que uno rinde su esfuerzo y energía. ¿Puede por lo tanto denominarse dios a aquello por lo que uno se esfuerza, retuerce, sufre, padece y claudica su potencial de libertad? Pues sí, parece ser que sí.
Si por algo está hipnotizado, hechizado, dominado, esclavizado, sometido y dormido el ser humano es por el dinero. Evidentemente, por aquello que supone que gracias a su ilusorio poder puede permitirle llegar a conseguirlo todo. De esta manera, el hombre entra en estado de fascinación ante el dios dinero, al punto de generar la íntima creencia de suponer que el mundo entero se va a rendir a sus pies sólo por poseerlo. Un absurdo como otro cualquiera.
Sea como fuere, cede toda su atención y consecuente energía al dios dinero, aunque lo enmascare de otros argumentos más loables. Piensa en él, se esfuerza por él, madruga por él, padece por él, lo considera causa sobrada que justifica muchos de sus actos, lo busca, lo anhela… ha hecho del dinero el pivote sobre el que gira su existencia. Es decir, adora al dios dinero. Está condicionado por su obtención y sometido a su ilusorio poder. El hombre está dormido en el sueño del dinero.
La importancia del dinero
Es cierto que hubo un tiempo en que el dinero era algo importante, tan importante como la familia, los amigos, la casa, la pareja, el trabajo, la diversión… Sin embargo, ahora ya no es así. Ahora es lo más importante, lo único que importa. La causa principal de nuestra existencia. Todo es por dinero. Casi todo está justificado para su obtención.
¿En verdad es así? El que la mayoría de las personas se muevan por este motivo ¿concede autenticidad a tal creencia? Hubo un día en que el hombre fue feliz. Ahora, a pesar de saber que la felicidad es una elección, ya que se trata de un estado inherente a su naturaleza esencial, ha preferido anteponer el sueño del dinero a cambio de su felicidad.
Bueno, es una opción, una elección tan válida como otra cualquiera que ha de ser respetada. Hay quien ha decidido ser feliz a través de la infelicidad. Hasta tal punto es grande la libertad que mora latente en el interior del ser humano. ¿Quieres ser feliz a través del dinero? ¡Adelante! Lucha por él. Consíguelo. Si eso es lo que quieres, la vida te lo concederá. Lo tendrás. Lo conseguirás. Habrás triunfado. Enhorabuena.
Llegarás a ser el más rico del cementerio. Habrás tenido éxito en la vida y con todas las escrituras de propiedad podrás forrar el interior de tu ataúd. ¡Qué gran originalidad! Seguro que nadie ha hecho algo así. Nadie podrá dudar de tu éxito y todos lo podrán ver. Vas a ser la envidia de todos tus compañeros de tanatorio. Sonríe, la perspectiva es tan halagüeña como original. A nadie más se le ha ocurrido semejante idea.
Lo importante de la vida es gratis
Antes de decidir apostar a tope por el dios dinero, recuerda que las cosas importantes de la vida no se pueden comprar con dinero: ver una puesta de sol, mirar las estrellas, bañarse en el mar, pasear por un bosque, sentir una caricia, cocinar y compartir una comida, una sonrisa, hacer el amor, conversar con amigos, viajar, dibujar, hacer fotos, contemplar un cuadro, oír y hacer música, escribir, leer, aprender… Nada de todo esto que tanta alegría te produce cuesta dinero, o al menos no demasiado, o tanto como nos han hecho creer.
La vida es simple de verdad y las cosas hermosas que la componen son sencillas. Sin embargo, se nos ha olvidado lo esencial, lo principal, porque alguien –que desconocemos sus intenciones– ha logrado que lo único que nos importe sea el dinero. ¡Enhorabuena! Seáis quien seáis, lo habéis conseguido. Si un día quisisteis someter al hombre con algo tan baladí, lo habéis conseguido. Ahora ya no es necesaria la esclavitud, los esclavos se ofrecen voluntarios, eso sí, a cambio de dinero.
¿Alguien recuerda el casi olvidado significado de blackberry?. Quiere decir “baya oscura”, y es el nombre que se daba a las bolas de hierro que se ataban a los tobillos de los esclavos de color para impedir que escaparan de las plantaciones de algodón en el sur de los Estados Unidos. En la actualidad no son necesarios semejantes artilugios, basta con un móvil que la misma empresa te “regala” y tú, además, te crees importante por ello. ¿No es sencillamente genial?
¿Puede el Yoga ayudar a despertar del sueño?
Ciertamente. El Yoga puede ayudar a despertar del sueño del dios dinero y de cualquier otro tipo de ensoñación. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, puede también verse convertido de barco de liberación en un submarino que te sumerja más y más en las profundas aguas de la ensoñación.
¿Cómo saber si se está dormido aun a pesar de practicar Yoga? Es muy sencillo. En cuanto veas la palabra “rentabilidad” aparecer en tu mente, no lo dudes ni por un solo instante: estás dormido, y además profundamente. Comprobarás cómo también pueden aparecer otros términos similares: “afrontar pagos”, “sacar adelante”, “sobrevivir”, etc. Son sinónimos de la misma expresión.
Lo peor no es que luches por sacar adelante tu proyecto empresarial; lo peor es cuando se mezclan churras con merinas, haciendo uso del refranero, y el objetivo subyacente de la actividad deja de ser espiritual para convertirse en material, por mucho que se lo disfrace de miradas dulces, sonrisas almibaradas, palabras amables y aromas a inciensos.
Para entonces, los posibles alumnos habrán pasado a ser “clientes”, y la enseñanza del Yoga, que tanto te encandiló al principio por vislumbrar la capacidad inherente de liberar de la tiranía del ego, termina por verse convertida en un triste sucedáneo físico que tan sólo busca el bienestar… y el dinero, claro. En este momento del sueño no es fácil despertar, pues la necesidad de “rentabilizar” ha desplazado a la de “practicar”. Ahora la decisión está en ti.
Emilio J. Gómez es profesor de Yoga y coordina “Silencio Interior – Escuela de Silencio”