La acción no tiene por qué ser agitación y, sin embargo, sí puede ser meditación. ¿Cómo? Manteniendo en la acción la actitud meditativa, es decir, estando más centrado y concentrado en el aquí y el ahora, encauzando el esfuerzo o energía… Escribe Ramiro Calle.
Fotograma del documental Viaje a los adentros: Ramiro Calle
Y más: activando la atención consciente, desplegando la ecuanimidad, estimulando el sosiego interior, recuperando la ecuanimidad cada vez que se extravía y tratando de desarrollar lucidez y compasión.
Cada trabajo, actividad o acción, en lugar de llevarlos a cabo de modo mecánico, los podemos efectuar con mente alerta y aquietada, sin dejarnos obsesionar por los resultados de la acción y convirtiendo cualquier actividad en un soporte meditacional. Así la meditación se convierte en un arte de vivir, en una técnica de vida, en la contemplación en la acción, logrando, como diría Kipling, “mantener la cabeza tranquila cuando todo a tu alrededor es cabeza perdida”.
Se puede acometer la acción con mucha conciencia e interés, pero sin aferramiento ni apego, sin aborrecimiento ni odio. Estar en la acción desde la quietud y practicar lo que se llama, a cada momento, la atención serena. Son muy significativas las palabras de Vivekananda:
“Trabajad como si fuerais en esta tierra un viajero. Actuad incesantemente, pero no os liguéis; la ligadura es terrible. Este mundo no es nuestra morada; es solamente uno de los escenarios por los que vamos pasando”.
La atención está muy activa
La meditación en la acción, la contemplación en la actividad, saber asir y saber soltar, no encadenar tanto el momento anterior al posterior; tomar los acontecimientos con actitud ecuánime y evitando las reacciones desorbitadas; aplicar, siempre que sea posible, el entendimiento correcto; saber fluir, evitando inútiles fricciones, conflictos, preocupaciones o disgustos. Estar en uno mismo a pesar de la acción, sin dejarse alienar por la misma.
Por un lado, la meditación sentada y, por otro, la meditación en la acción. Cuando estamos atentos, de todo podemos aprender y todo podemos utilizarlo como soporte para el entrenamiento metódico de la concentración, la ecuanimidad y la lucidez. La atención nos procura precisión y profundidad. Estamos en actitud meditativa, si hay atención, tanto al preparar una ensalada, como al dar un paseo o estar en la profundidad de la caricia.
Era también Vivekananda, él mismo un gran karma-yogui, quien aconsejaba: “Actúa, actúa, pero no dejes que ni una sola onda de inquietud alcance tu cerebro”. Como dice mi buen amigo y asiduo practicante de yoga Antonio García Martínez, extraordinario procurador, muy diligente y eficaz en su trabajo, por fuera parece un ejecutivo, pero por dentro su alma es la de un yogui y trata de recuperar la calma cada vez que tiende a desvanecerse.
También Vivekananda nos recordaba: «Las manos en la obra, pero la cabeza conectada con lo Alto». Y mi entrañable y muy querido amigo Baba Sibananda de Benarés insistía en que lo más importante que podemos hacer es meditar y ayudar a los demás.
Principios del karma-yoga
El yoga de la acción consciente y menos egocéntrica es el karma-yoga, que podemos refundir en los siguientes principios:
–Haz conscientemente lo mejor que puedas en cualquier momento y circunstancia.
–Obra por amor a la obra y no solo por sus frutos.
–No te dejes encadenar por los resultados ni tampoco alienar por la acción.
–Considera que cada momento es supremo y aprende a asir y soltar.
–Cada paso ya es la meta, la ladera ya es la cima.
–Desconfía de tu ego pero confía en tu ser.
–Aprende a atender las necesidades ajenas sin orgullo ni altivez.
–Ejercita la ecuanimidad ante el encuentro y el desencuentro, lo grato y lo ingrato, el halago y el insulto.
–No temas el fracaso, porque es la antesala del éxito; no temas la derrota, porque a través de ella uno se fortalece; no temas a los mezquinos, porque ellos son su peor castigo.
–Aprende a asir y a soltar, porque incluso este cuerpo habrá que soltarlo. Asir nos limita; soltar nos expande.
Cualquier trabajo, cualquier actividad, toda acción, puede acometerse mecánicamente, con el yo-robótico, o consciente y meditativamente. Así los frutos de la meditación sentada se llevan a la vida cotidiana y se logra una dimensión de quietud aún en la frenética actividad.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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