Yamas y Niyamas son las condiciones o principios éticos esenciales para una verdadera transformación personal, pero no deben ser impuestos sino adoptados en conciencia. Escribe Juan Ortiz.
Mi primer contacto con el Yoga, al igual que la mayoría de los practicantes, fue a través de la práctica de asanas. Me atraían enormemente, sin saber muy bien la razón, esas fotografías que veía en algunos libros de yoguis realizando diversas posturas; más que la postura en sí, me resultaban atrayentes esos rostros con una expresión serena y profunda (realmente era una expresión distinta a lo que yo veía habitualmente a mi alrededor, en el entorno dónde crecí y me desarrollé). Esa figuras interiorizadas y concentradas me resultaban enigmáticas y atrayentes.
Por ello no me fue difícil tomar la decisión de asistir a las clases de Yoga impartidas por mis primeros profesores. Al mismo tiempo que avanzaba en la práctica del Yoga psicofísico, descubrí que habían muchos más aspectos y experiencias de las que yo pensaba y que completaban un sistema de trabajo integral. El Yoga incluye una riqueza enorme en técnicas y experiencias, así como un cuerpo filosófico con una visión profunda de la existencia.
Patanjali, en sus aforismos que conforman los Yoga Sutras, elabora toda una metodología para los que quieran seguir la senda del Yoga. Además de otros aspectos, ya habla del Ashtanga Yoga (los 8 miembros del Yoga), entre los cuáles se encuentran los Yamas y Niyamas, las condiciones o principios éticos válidos para todos los practicantes de Yoga y también para todos los seres humanos.
¡Vaya! Toda mi adolescencia renegando de imposiciones y me encuentro que en Yoga también hay otras normas u observaciones. Al principio me resultó un poco extraño,pero poco a poco profundicé y entendí que eran una ayuda esencial en mi propio proceso yóguico y como ser humano que aspira a seguir avanzando y puliéndose no de una manera teórica, sino vivencial y realmente.
Si estudiamos las diversas culturas y religiones, nos daremos cuenta de que tienen sus propios principios o recomendaciones éticas: los 10 mandamientos de los cristianos, el óctuple sendero budista o las recomendaciones éticas del judaísmo, islamismo u otras filosofías; todos aluden a la necesidad de tener en cuenta algunas actitudes o normas que favorezcan tanto el proceso individual como nuestra relación con los demás y el mundo que nos rodea.
Sin tintes dogmáticos
Lo que en mi caso -y seguro que en el de muchos lectores- me producía rechazo no eran estos mandamientos éticos en sí, sino la manipulación que se hacía de ellos por unas estructuras rígidas y vetustas y la imposición autoritaria y dogmática.
De esta manera llegamos a una conclusión: para una buena y equilibrada utilización de los Yamas y Niyamas, no deben ser impuestos por ninguna autoridad religiosa o yóguica. El valor de estos principios éticos nace de la inmersión en ellos por conciencia y decisión individual, y nunca por el seguimiento de dictados irracionales o imposiciones de ningún tipo. Para que todo proceso sea yóguico tiene que ser bajo el manto de la libertad y la propia conciencia.
Es bueno que los profesores de Yoga hablen a sus alumnos de los Yamas y Niyamas para que sepan que existen y que les pueden ser muy útiles. Y también es muy recomendable que se expliquen bien y que sean desprovistos de tintes sectarios o religiosos. Efectivamente, muchos practicantes no los conocen y otros piensan que hablar de Yamas y Niyamas tiene que ver con alguna religión. Hay que establecerlos en su verdadera dimensión transformadora de la realidad interna y externa y desproveerlos de toda cuestión superflua.
Así que podemos definir Yamas y Niyamas como las condiciones o principios éticos esenciales para una verdadera transformación y para ayudarnos a abandonar hábitos tamásicos o aspectos no saludables para nuestro cuerpo, mente y conciencia, y establecernos es estados puros o sátvicos y en la recreación y evolución de la propia vida.
Los 5 Yamas
Podrían definirse como abstinencias, códigos de conducta social, normas de comportamiento.
1. Ahimsa: No violencia. La búsqueda de la paz y la amabilidad. No dañar o agredir a otros seres vivos, pero tampoco violentarnos o agredirnos a nosotros mismos física, emocional o mentalmente.
2. Satya: La Verdad. No mentir ni mentirnos. Ser auténticos, desligarse de las apariencias,el disímulo y la falsedad. Expresar nuestra verdadera naturaleza.
3. Asteya: No robar, no apropiarse de lo ajeno. No sólo se refiere a objetos materiales sino también a no robar la energía de los demás, etc.
4. Brahmacharya: Castidad bien entendida. No se trata de represión o negación de la sexualidad, sino castidad en el sentido de control de la sexualidad y aprendizaje de cómo utilizarla adecuadamente. Este ha sido un principio manipulado y no bien entendido, incluso por muchas líneas de Yoga.
5. Aparigraha: No posesión o pobreza bien entendida. No se trata de renunciar a una vida digna, sino de tener para ser y no ser para tener. Se trata de no ser esclavos de lo que tenemos y saber manejarlo adecuadamente y compartirlo con los demás, especialmente con los que menos tienen. Vivir con generosidad, compartir, amor y compasión.
Juan Ortiz es profesor de yoga, formador de profesores de yoga.
Fundador de la Escuela de yoga Dhyana.