He estado muy de mañana visitando a varios faquires y contemplando algunas de sus «proezas», toda ellas con el fin de obtener unas rupias. No cabe duda de que algunos de estos hombres son grandes expertos en la ascesis corporal y han desarrollado una gran capacidad de voluntad y autodominio. Escribe Ramiro Calle.
En la foto, Ramiro Calle con Swami Adhyatmananda
Unos recurren a trucos y otros afrontan con estóica entereza, casi ataraxia física, el dolor. Alejandro Magno ya se quedó asombrado ante la capacidad de autodominio de aquellos que los griegos denominaron gimnosofitas. Cuando uno ve a estos hombres, y he visto muchos, no es facil distinguir entre el faquir y el penitente. Pero lo que sí se puede aseverar, como detallo en mi relato espiritual-iniciático El Faquir, es que muchos de estos hombres no pertenencen a la auténtica tradición del faquirismo, donde destacaron los faquires rasayani, conocedores de todos los secretros del cuerpo, de las energías y de la alquimia interior.
Contemplo cómo uno levanta piedras con el pene; otro está acostado en una cama de púas; otro se traga billetes de rupias y objetos y luego los vomita; otro está todo el rato apoyado sobre una sola pierna. Algunos parecen tener el cuerpo de plastilina y efectúan contorsionismos insuperables y otros simulan la levitación.
Reflexiones de Swami Adhyatmananda
Hago una excursión después hasta la preciosísima localidad de Devprayag y, al atardecer, regreso a Rishikesh, pues me espera en su kutir Swami Adhyatmananda, un hombre joven, risueño, simpático y muy dinámico. Nos abrazaos y me ofrece un plátano y una manzana. Después nos sentamos en el suelo y charlamos a fondo de la sabiduría, el tercer ojo, la mente, el ego y cómo debilitarlo, estando incluidas todas sus enseñanzas en mi obra Conversaciones con yoguis. Pero mi interés primordial se centra en escucchar sus impresiones sobre esta época de corrupción, codicia desmedida, oscuridad, confusión e injustica en la que vivimos ya hace siglos y que los hindúes denominan el Kali-yuga. Le apunto el tema al swami y le escuchó con mucha atención e interés. Dice:
«Hay en esta era llamada Kali-yuga, guerra, desempleo y la gente vive mal y con muchas frustraciones. Es una época muy difícil. Hay dificultades de todas clases. Sufrimiento. Pero hay también una especie de movimiento de recuperación ética que persigue una transformación de la vida, y los puntos de vista de las personas tendrán que cambiar. Nos encontramos en un nivel muy bajo, tanto mental como físicamente. Estamos realmente en crisis. Una crisis tanto individual como general. Se está sacrificando a niños y no mostramos ningún respeto por los ancianos, ni tampoco hacia las mujeres. Maltratamos a los débiles y todos de vez en cuando nos sentimos poseídos por una especie de terror. Hay corrupción en todo el mundo. La corrupción se ha convertido en un modo de vida y prevalece en todos los estratos de la sociedad. Esta es una condición característica del Kali-yuga. El mercado negro ha traspasado todos los límites y ni las escuelas ni los tribunales están libres de contaminación. Y en lo referente a las instituciones religiosas, esas son las peores y no gozan de ninguna reputación.
Todo esto podría cambiarse si hubiera un cambio de actitud y de proceder, un cambio de mentalidad. Se requiere una revolución de la actitud ética, así como unos preceptos sociales correctos. Hay que motivar a la juventud y cuidar sus necesidades materiales, que son un derecho de todo ser humano. Y hacer mucho por la propagación del yoga, la sadhana (práctica) y facilitar que se practique. Hay que recuperar la pureza de pensamiento y acción. Necesitamos un ambiente pacífico de existencia basado en principios auténticos. Tal es lo esencial para esta época del Kali-yuga».
Le pregunto sobre el samadhi, y responde:
«No lo he alcanzado todavía. Según los textos y las Escrituras, la consciencia se convierte en Consciencia Cósmica. Pierdes la consciencia del cuerpo y la mente. Tienes la Consciencia Absoluta. Aunque puedes seguir permaneciendo como persona individual, tu ser se convierte en el Ser Unviersal. Te vuelves uno con la Naturaleza».
¿ La supraconsciencia es individual o cósmica? Responde:
«Cósmica, por supuesto. Hay consciencia, hay la consciencia de la consciencia y hay supraconsciencia o Consciencia Cósmica. Si no tiene uno ni consciencia de la consciencia, ¿cómo puede alcanzarse la Consciencia Cósmica? Hay que trabajar sobre uno mismo, seguir esforzándose, porque el estancamiento es como la muerte. Hay que continuar, continuar. Si se prosigue, la meta se alcanzará, con toda seguridad. El esfuerzo es imprescindible».
Nos abrazamos. Han pasado horas. Es noche cerrada. Lleva varios años de swami y fue un tiempo secretario de la gran yoguini Ananda Ma Yi. Se escucha el rumor del Ganges deslizándose sin tregua hacia la planicie, donde alcanzará Benarés, Patna y Calcuta. Todo fluye, sigue su imparable curso.
-Ojalá haya un amanecer para esta época oscura -digo-, y pienso en que aún en la nube más oscura puede haber una ebra de luz.
Esboza una entrañable sonrisa. Y vuelvo a abrazarle comunicándonos en ese momento de ser a ser.