En el año 2015, la producción mundial de petróleo alcanzó un pico máximo de 70 millones de barriles diarios. Desde entonces, el ritmo de la producción decae lentamente, incapaz de atender la creciente demanda de consumo actual. Desde entonces, el sistema capitalista está herido de muerte. Escribe Emilio J. Gómez.
Un sistema fundamentado en un crecimiento constante basado en la energía, cuya única finalidad es el enriquecimiento de unos pocos en detrimento y a costa de otros muchos, no se puede sostener en el tiempo, pues las reservas del planeta son limitadas.
Lo único que parece no tener límite es la ambición por tener más, al precio que sea. Que las reservas del planeta son finitas quiere decir que se acaban. Y cuando eso ocurra sobrevendrá un colapso en el corazón mismo del capitalismo: el sistema financiero. Parada cardiaca. Muerte. No obstante, está claro que un sistema basado en egos tan desmesurados como sus ambiciones no va a morir en paz, lo va a hacer luchando por sobrevivir. Es muy posible que con la ausencia de compasión que le caracteriza va a morir matando.
Así pues, si los niveles actuales no son sostenibles para mantener el ritmo de crecimiento que demanda el sistema capitalista, éste hará lo necesario (guerras, pandemias, etc.) para hacerlo “sostenible” un tiempo más, a fin de prolongar su agonía.
Tiempos duros que no queremos ver
Incluso es también probable que el inevitable cambio sobrevenga de parte del propio planeta a través de catástrofes naturales (subida del nivel del mar, terremotos, desplazamiento de las plataformas continentales, etc.), o puede que sea un conjunto de todo.
Vienen tiempos duros, pero no queremos verlo. Preferimos mirar hacia otro lado y continuar viviendo en una ensoñación tan inconsciente como indolente. No obstante, el ser humano va a despertar de su sueño sí o sí.
Algo va a suceder para que todos, absolutamente todos, decidamos hacer las cosas de otra manera y desde otro lugar que no sea la destrucción desmedida para obtener más beneficios. Y cuanto antes se comience a tomar consciencia de ello será mejor para todos. Motivo del presente artículo.
Solidaridad y consciencia
No es posible continuar consumiendo al ritmo actual, no hay para todos. Esto es una evidencia. No hay más que mirar alrededor para apreciarlo, pero el sistema capitalista tiene tan profundamente extendidas las raíces de su metástasis que no es posible su recuperación.
Por ello ha de morir, para que una nueva manera de vivir sea posible. Confiamos en que el retorno a la Tierra, la olvidada solidaridad entre los hombres y una vida más consciente a todos los niveles sean los nuevos pilares de este nuevo ciclo del ser humano ante el que nos encontramos.
Es natural que así ocurra. Se ha llegado al extremo del materialismo. El ser humano ha olvidado el Corazón para ir detrás de una acumulación de bienes materiales desmedida, creyendo que es lo único que importa. Pero ¿es así? ¿En verdad es lo único que importa?
Se ha enmascarado la ambición detrás de una individualidad atroz, cuyo precio está siendo demasiado elevado: la soledad, cuyas consecuencias se están comenzando a pagar ya. Ahora el péndulo comienza el lento desplazamiento hacia el lado contrario: la espiritualidad, la fraternidad, la vida natural. Sin duda alguna, el siglo XXI será espiritual o no será.
De alguna manera ya lo está comenzando a ser. Es inevitable que el cambio sobrevenga. Todo esto que comienza a suceder, y hacia dónde se dirige el ser humano no es otra cosa que anitya, la impermanencia, la manifestación del cambio constante, característica de la realidad, que no de lo Real. Todo cambia, nada es para siempre. La fortuna es saber verlo y poder acompañar al movimiento que nos envuelve permaneciendo en armonía con los ciclos de la vida.
Enlace de interés: https://www.youtube.com/watch?v=mukpAM7t85A
Emilio J. Gómez, profesor de Yoga
Silencio Interior – Escuela de Silencio
T 616 660 929 – info@silenciointerior.net