Reproducimos por su interés este artículo publicado por El Español. Se trata del alegato de Ramiro Calle contra la compaña gubernamental sobre las llamadas «pseudoterapias», donde de momento se incluye al yoga (actualmente se encuentra en nueva evaluación junto a otras 66 terapias). Al final, el enlace al texto original.
Como insistía uno de mis primeros alumnos, el doctor Miguel Fraile (internista y psicoanalista), el yoga es el primer método de mejoramiento humano del orbe. Es el precursor indiscutible de la ciencia psicosomática y la primera psicología del mundo. Tiene una antigüedad de más de seis mil años y ha sido altamente valorado por científicos, médicos, grandes investigadores de la psicología de las profundidades y destacados pensadores. Es una técnica de autorrealización, pero asimismo una ciencia integral de la salud. No debería, pues, bajo ningún concepto, ser puesto bajo sospecha debido a un totalitarismo miope-científico e inquisitorial. Resulta más que esperpéntico que a estas alturas se cuestionen los beneficios del yoga, disciplina que por cierto practican más de treinta millones de personas en todo el mundo y sobre la que se han efectuado decenas y decenas de estudios e investigaciones de carácter científico.
Hubiera cabido esperar que Pedro Duque, con sus viajes como astronauta, adquiriera una cosmovisión (como le provocaran al relevante astronauta Edgar Mitchell) y no una escleroticavisión. Sus viajes espaciales estimularon a Edgar Mitchell el interés por el viaje también interior y por el despertar de la consciencia, mostrándose siempre humilde y respetuoso y no teniendo que recurrir a la hiriente causticidad y arrogancia del señor ministro. Todo verdadero científico debe brillar por su modestia, humildad y ausencia de prejuicios.
Son muy numerosos los médicos que han pasado por mi centro de yoga y que incluso han colaborado en varias de mis obras apoyando su práctica y son innumerables las investigaciones llevadas a cabo sobre estas técnicas desde hace muchísimos años en Estados Unidos, Alemania, Japón y Francia entre otros países, algunas incluso en India.
Entre las muchas cosas que el yoga le podría aportar a Pedro Duque voy a señalar algunas de ellas, ya experimentadas y verificadas a lo largo de milenios y de indudable solvencia y fiabilidad, avaladas por infinidad de estudios y especialistas. Pueden ayudar al ministro astronauta para comprender que el yoga no es una pseudoterapia -«cosas», dijo al referirse al yoga y a la acupuntura- y también a mejorar el conocimiento de los lectores de El Español.
1. Aprender a relajarse
Se extiende la persona sobre una superficie ni demasiado dura ni demasiado blanda, en posición de decúbito supino, en una estancia tranquila y con una luz tenue. Se trata de ir desplazando el foco de la atención desde los pies a la cima de la cabeza, sintiendo las diferentes partes del cuerpo, tratando de sentir y aflojar, sentir y aflojar, acompañándose de una respiración preferiblemente abdominal que es la más sedativa. Se dedica a la práctica diez minutos. Apuntar que el neurólogo berlinés Schlutz y como él mismo reconoce, ha inspirado su celebérrimo método del «entrenamiento autógeno» en el yoga.
2. Aprender a respirar
Existen muchas técnicas de control respiratorio, pero una de ellas está al alcance de cualquier persona y le llamamos la respiración completa o integral. Consiste en inhalar lentamente por la nariz y conducir el aire en primer lugar al vientre y el estómago; se continúa inhalando sin interrupción y se lleva el aire hacia la parte media del tórax y finalmente hacia la zona más alta. La exhalación es al mismo tiempo también por la nariz. Unas veinte veces es un magnífico tónico. Como decían los sabios chinos e indios, lo primero que debería hacer un ser humano es aprender a respirar.
3. Aprender a estirarse y masajearse
En este sentido tenemos en el yoga las postura o asanas, que trabajan en base a bien definidos y experimentados estiramientos y masajes, acompañadas de una respiración pausada y la mente muy atenta, aprendiendo así a interiorizarse y tomar el cuerpo como un medio para intensificar la atención y acrecentar la consciencia. Millones de personas en todo el mundo practican asanas y son innumerables los médicos que recomiendan su práctica. La flexibilidad es vida y los asanas ayudan a alargar el músculo y flexibilizarlo.
4. Aprender a concentrarse
O sea, adiestrarse en conseguir que esta mente tan dispersa se vaya concentrando. Hay innumerables ejercicios de concentración que son como una fabulosa gimnasia cerebral, desde concentrarse en un color o una figura geométrica, hasta en una sensación corporal o un sonido.
5. Aprender a meditar
Seguir una serie de adiestramientos mentales y emocionales, que entrenan y desarrollan la mente, la cuidan y estabilizan, le procuran paz y bienestar, enseñándonos a pensar y dejar de pensar.
6. Aprender a sociabilizar
Es decir, ser más consciente al relacionarse con los demás, evitando herirles, utilizando la lengua no como un estilete para zaherir, tratando de hablar con ecuanimidad, o si no se tiene algo interesante que decir o mejorar lo ya dicho, «guardar el noble silencio», que dijera Buda..
7. Aprender a tener una actitud más positiva
Ya lo dijo Ramón y Cajal: somos los arquitectos de nuestro cerebro. Todos necesitamos tener una actitud más atenta, sosegada, ecuánime, lúcida y compasiva. Y que sepa el señor ministro que además de las vitaminas para el cuerpo, hay otras muy importantes y que son para el alma: emociones y pensamientos sanos, cooperación de alegría y plenitud.
Son tan innumerables los destacados ‘cerebros’ de todo el mundo y en cualquier ámbito que han practicado el yoga y lo han apoyado, que no voy a hacerle yo el trabajo de citarle al ministro cientos y cientos y cientos de ellos, pues vienen desde la época de Alejandro Magno, que ya tuvo su propio maestro de yoga llamado Kalano. Peor sinceramente es que el señor Pedro Duque y algunos de los ministros del señor Sánchez no tengan ni la menor idea de qué es el yoga, cuya disciplina es tan extensa que la llevo investigando 60 años y sigo considerándome un aprendiz. Por cierto, solo a modo de anécdota: hace ya muchos años que fui profesor especial de yoga de la Universidad Autónoma de Madrid (también se daban clases en la Facultad de Medicina) y durante varios años también en las Aulas de la Tercera Edad (dependientes del Ministerio de Cultura) y que fui la primera persona en España en someterme a pruebas médico-yóguicas. Pero esa es otra historia que le contaré al señor ministro.
Artículo original AQUÍ
Para leer más sobre el tema ver: El yoga y la caza de brujas, por Pepa Castro.