Solo hay una cosa en este mundo peor que la ignorancia supina, y es la ignorancia intencionada y malintencionada. Hay personas que no saben nada de yoga y se permiten opinar, censurarlo o desacreditarlo, como en el «caso de las pseudoterapias». Escribe Ramiro Calle.
El que esto escribe ya está acostumbrado, pues cuando comencé en los años sesenta con el yoga, su investigación y difusión, fui tildado por unos de extravagante, por otros de «un loco barbado» (puesto que ya llevaba barba) y por no pocos de adversario de la religión (la instituida, claro). Pero la ignorancia supina y la ignorancia malintencionada se asocian para ignorar que hay decenas y decenas de estudios científicos sobre los beneficios del yoga y de la meditación. Y no son estudios de ahora, sino que vienen de muy atrás, ya llevados a cabo por rigurosos especialistas alemanes, franceses , japoneses y estadounidenses.
Pero los ignorantes, empecinados en su ignorancia, no tienen ni idea de la inmensa cantidad de científicos que han apoyado el yoga desde hace mucho tiempo, como los doctores Teresa Brosse, Lefebure, Roger Godel, Filliozat y tantísimos otros. Yo mismo, cuando visité la India por primera vez en 1972, ya estuve entrevistando a buen número de médicos de distintas especialidades que investigaban en el yoga y sus posibilidades terapéuticas, como los doctores Bhole, Varandani y Karambelkar, entre otros muchos. Los métodos científicos de relajación psicofísica utilizados por psiquiatras occidentales todos están inspirados en el yoga.
Los médicos, muy interesados en el yoga
Sin ir tan lejos, por mi propio centro de yoga han pasado un gran número de médicos de las más diversas especialidades, tanto internistas, como traumatólogos, oncólogos y demás. Sus testimonios, altamente favorables al yoga e insistiendo en sus beneficios, aparecen publicados en obras mías como Principios de Yogoterapia, Yoga, una medicina natural, Yoga y salud y otras.
Permítaseme citar algunos de dichos especialistas (que empezaron muchos de ellos con mis clases y en mi centro de yoga hace más dos décadas): Alberto Lohmann (psiquiatra), Enrique Fernando de los Ríos- Zarzosa (director de un centro de control de salud), Francisco Madera (analista), José Alvaro Calle (además de médico psiquiatra, tiene cuarto carreras más), Miguel Fraile (internista y psicoanalista), Antonio Castillo Ojugas (reumatólogo), Rafael Rubio (internista), Jesús López (oncólogo), José Manuel de Unamuno (internista) y una lista interminable. A mis clases asisten habitualmente médicos y estudiantes de medicina.
Con el doctor José Alvaro Calle escribí el libro Yoga, Zen y control psicosomático. También han escrito en mis libros, a favor del yoga, la doctora Ángela Corral y el doctor Núñez Mille, que por cierto me envió decenas de sus pacientes al centro de yoga que dirijo. Asimismo el destacado especialista en respiratorio Juan Estada estaba convencido de las excelencias del yoga, como lo estaba el neurólogo berlinés Schultz, que partiendo del yoga configuró su célebre Entrenamiento autógeno y reconoció en su labor la paternidad del yoga.
Fue el doctor Linderber quien aseveró: «Estoy convencido de que ninguna doctrina destinada al hombre es tan valiosa, y además la considero como la más elevada». Y Julián Huxley, al inaugurar unas jornadas de salud en la Unesco, declaró que si se utilizaran las técnicas del yoga se daría un salto gigantesco en el campo de la salud mental. Por su parte, William James afirmó que el yoga es «el sistema cuyos resultados han obtenido la mayor corroboración experimental».
Bienestar psicosomático más que refrendado
Para no extenderme más, puesto que las mentes ofuscadas seguirán en su ofuscación, solo invitar a los que dudan a mirar en internet la masiva cantidad de estudios que se han hecho al respecto para evidenciar los beneficios psicosomáticos indiscutibles del yoga y la meditación.
El yoga es básicamente una técnica espiritual y un método de autodesarrollo y evolución consciente, pero sus procedimientos de dominio mental y bienestar psicosomático han sido refrendados hasta lo infinito. Solo aquellos que se sienten amenazados por el mismo, sea en su ego o su bolsillo, pueden negar una evidencia tal. El hecho cierto es que más de treinta millones de personas practican yoga y en los años ochenta lo introduje en la Universidad Autónoma y se dieron cinco años clases a los estudiantes de medicina en la Facultad de Medicina de la Autónoma. También fui profesor años, asistido por la profesora Almudena Hauríe, en las Aulas de la Tercera Edad, dependientes del Ministerio de Cultura. Jamás en el yoga se ha dejado de aconsejar el uso de la medicina oficial, y de hecho infinidad de especialistas en estudios yóguicos son médicos.
Las técnicas del yoga pueden ser perfectamente coadyuvantes de la medicina. Solo un desaprensivo o un alienado aconsejaría no seguir las indicaciones de la medicina oficial, pero también es un desaprensivo quien impúdicamente pone en cuestión una disciplina milenaria que desconoce y no ha experimentado, y que es un excelente complemento como fuente de salud física, mental y emocional.
La Inquisición «científica»
Durante años, la gran especialista en psicooncología María José del Claux me ha enviado pacientes de cáncer para apoyar a las personas con tal trastorno y que se trataban prioritariamente, como es lógico, con las técnicas oncológicas. Durante todo el tiempo que fue psicooncóloga en el Andersen, me envió pacientes que hallaron no poca ayuda en complementar su tratamiento con técnicas yóguicas. Si algo les recomiendo a mis alumnos enfermos, como debe hacer todo profesor responsable, es que no dejen de consultar a sus respectivos médicos, estar bajo vigilancia con ellos y servirse del yoga como método complementario.
A estas alturas ya nadie que sepa del tema, y sobre todo que haya practicado, duda de los beneficios del yoga, pero hay que evitar que de la inquisición religiosa se pase a la inquisición «científica» o pseudocientífica. En fin, que como diría Buda, el hombre más despierto de su época, si se va a tergiversar la verdad es mejor guardar el noble silencio. Y lo que es grotesco es que algunos ministros de este Gobierno tengan un desconocimiento tan total e inexcusable sobre el tema del yoga. Uno de esos ministros, astronauta, debería saber que ya hace cuarenta años, en un lanzamiento de los rusos al espacio, viajaba con dos astronautas rusos uno indio que iba constantando la eficacia de las técnica yóguicas en el viaje espacial.
Pero los resultados del yoga son tan evidentes que esa es su mejor carta de presentación, y reza el adagio hindú que «Por mucho que ladren los perros, las estrellan no se caen del cielo».
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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