El 15 de enero murió un veterano maestro de zen y de yoga, pionero en su divulgación en España y muy querido. Tuvimos el placer y el honor de entrevistarle hace algo más de cuatro años: Enric Boada. Hace pocos días nos llamó porque no recibía el boletín de YogaenRed. Estaba tan lúcido y de buen humor como siempre. Nos contó que iba a publicar un nuevo libro… y lo consiguió.
Cuesta pensar que nuestro entrañable amigo ya no recibirá el próximo newsletter de YogaenRed… así que nosotras no borraremos nunca su correo de la lista de suscriptores.
Ayer nos comunicaba su fallecimiento uno de su más apreciados discípulos, Ramón Marpons, que escribe así:
«Enric murió hace dos días y hoy, 17 de enero, ha sido incinerado en el crematorio de Montjuïc (Barcelona). Quería que lo supiérais. Para mi ha sido un gran maestro.
En diciembre presentó su segundo libro: ‘¿Imbéciles para siempre?‘, que profundiza en sus propuestas de plantear nuevas formas de organización humana, para superar los desastres medioambientales y garantizar la vida en la Tierra para las nuevas generaciones. ¿Dónde se puede vivir? y ¿cuántos podemos vivir sin agotar la capacidad de regeneración del planeta? Éstas y otras preguntas son la base de este libro.
El primero, como recordaréis se titulaba ‘Cuando morir sea una fiesta’: (…aprender a morir habiendo vivido, gozado, experimentado. Habiendo superado las ansias de poder, la violencia y la miseria que arrastramos desde las primeras formas de «civilización». Superando la mezquindad de la mirada corta, del interés personal, por la mirada del primer astronauta que vio desde el espacio el planeta Tierra en su totalidad, esta maravilla de formas y colores, nuestra casa común).
Enric nos propuso trabajar sin descanso para el conocimiento profundo del ser, con el yoga y la meditación como base; y también las capacidades y actitudes sociales que nos permitan dejar atrás de una vez tanto sufrimiento inútil. Que cada ser humano pueda experimentar la vida en todo su esplendor, como solía decir; utopía, sí, pero depende de nosotros que, más pronto que tarde, pueda hacerse realidad».
Descanse en paz, inolvidable amigo Enric.