El antiguo dicho zen hablaba de discípulos que buscaban a maestros. Se ve que la oferta y la demanda, las búsquedas y los encuentros, se equilibran y hoy parece que el asunto es más bien que los maestros encuentren a sus discípulos. Escribe Joaquín G. Weil.
Como si hoy en día hubiera más cazadores que conejos… Si bien os digo que profesores de yoga, auténticos y genuinos, hay pocos.
El dicho zen original («Cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece») estaba dentro del marco de aquella cultura meditativa donde el maestro hosco se resistía a transmitir cualquier enseñanza ni ante la petición o súplica de los discípulos. Esto hoy en día ha sido sustituido por la mercadotecnia, donde algunos economistas que quieren enseñar yoga meditan cómo, a través de tal o cual ingenio del marketing, pueden hacer que hasta ellos acudan los alumnos.
Y eso por no hablar de Marpa, que se negaba una y otra vez a transmitirle enseñanzas al tormentario Milarepa. Este construyó hasta tres stupas por exigencia del maestro que seguía sin aceptarlo. Según una leyenda, Milarepa acabó rendido, agotado, asegurando que ya no quería enseñanzas. “Ahora -le dijo Marpa- estás preparado para aprender”. Como suele decirse en italiano se non è vero, è ben trovato.
El indio Sanjaya hizo en su día un razonamiento pintoresco. Cuando sus discípulos Sariputta y Mahamogallana le hablaron de Buda, éste les preguntó: «¿Qué abundan más en el mundo, los sabios o los necios?». Sus discípulos le respondieron que los necios. Entonces, si sólo los sabios pueden reconocer al Buda, sin duda yo tendré más alumnos que él.
Junto a los proverbios sufis y la filosofía oriental, ha surgido un nuevo tipo de enseñanza espiritual llamada la sabiduría de Facebook o de YouTube. Según una de estas especies, lo que está destinado para ti es lo que “fluye”. Y siguen diciendo por esas y otras redes sociales: si en algo encuentras una y otra vez obstáculos es que “no está para ti”. Señores míos, pero ¿dónde queda ahí la determinación adhittana?
Decía el swami Rudradev que el mal rara vez encuentra obstáculos. El borracho atraviesa tambaleante una carretera de cuatro carriles sin que le atropellen, encuentra un dinero tirado junto a una inmundicia y se llega hasta la taberna abierta. Si un día, en un callejón, un perro le da un mordisco en el trasero de modo que le haga despertar y, por fin, se acuerda de la vía del medio, decide meditar y ponderar su vida, a partir de ahí todo son dificultades, teléfonos que suenan, enfermedades, contratiempos, trabajos, obstáculos, urgencias…
Estimados yoguis: aprended, practicad y enseñad yoga, pues la enseñanza del yoga es el mejor aprendizaje. Va más allá de la mera enseñanza, es el mejor curso posible.
Sucede el fenómeno de que, quien quiere enseñar yoga, apenas les salen las palabras: ha trabajado desde la palabra del profesor hasta su propia experiencia, y ahora tiene que transitar el camino inverso: desde su experiencia hasta la explicación que oriente a sus alumnos.
El trabajo de yoga no es un trabajo normal ni cualquiera, por más que figure en el “Catálogo de Cualificaciones Profesionales”. El yogui lo es 24 horas al día, sin ser nada en realidad, pues lo primero que aprendió -si es que llegó a aprender algo- es a despojarse de sus signos distintivos. La motivación para enseñar yoga no puede ser ganarse un dinerillo, como como quien va de 8 a 3 a la oficina, sino que ha de ser un afán genuino y auténtico de evolución personal, de descubrimiento, a través de su propia práctica, de los mayores misterios del universo, en sí. Y el grado que otorga de por sí la enseñanza.
Ha descubierto el o la yogui los incontables beneficios que obra la práctica sobre su propia persona, y ahora quiere compartirlos: auténtica dedicación de méritos. Esa es la más pura y sincera motivación para impartir clases de yoga: compartir los beneficios que cada cual, en su día, de su propia práctica recibiera.
Por favor, aquellas personas que practicáis con sinceridad, compromiso y constancia, enseñad yoga. Y para llevar a cabo este propósito con determinación y denuedo lo mejor es un buen aprendizaje. Por eso impulsamos el Yoga en la Plaza, ya en su quinta edición, y esta magnífica Formación de Yoga con algunos de los mejores y más veteranos profesores de yoga de España.
Bienvenidos.
Joaquín G. Weil
Profesor de yoga en YogaSala Málaga http://yogasala.blogspot.com/
Cofundador del IAYoga https://iayoga.org/blog