Aunque el yoga nace en India, hoy en día podemos proclamar un Yoga universal. Se hace yoga en todos sitios, jóvenes y mayores, orientales y occidentales, budistas y cristianos. Universal porque da respuestas a las necesidades de la vida y de cualquier cultura (2ª y última parte de la conferencia de Julián Peragón -Arjuna- en la Universidad de Barcelona).
Yoga es autodescubrimiento
También el Yoga nos ayuda a una mayor comprensión de uno mismo. En primer lugar nos pone enfrente de nuestros propios límites corporales, energéticos, emocionales y mentales, despertando del sueño omnipotente en el que no aceptamos nuestros límites. Ante el límite, o lo sobredimensionamos (y nos da pereza, miedo o anticipamos el dolor), o lo atropellamos de forma violenta. Pecamos por demasiado o por demasiado poco. Escuchar, reconocer, aceptar y dialogar con él requiere de madurez. El equilibrio con el límite es un equilibrio de aceptación y de coraje. Tenemos que avanzar desde el límite con relajación, respiración, paciencia y desapego.
El Yoga avanza hacia el crecimiento personal en tanto que con su filosofía nos ayuda repensar la realidad que vivimos. El yoga se pregunta: ¿qué es esta realidad que tengo delante? ¿la información que me dan los sentidos? ¿la información que me da la ciencia? ¿la información que me da la sociedad? ¿la información que yo creo? De la claridad que podamos obtener depende que nuestras acciones sean adecuadas. Conocer la realidad nos ayuda a evitar el error que seguramente producirá sufrimiento. Puede ser grave, por ejemplo, si te equivocas de medicamento o si te equivocas de relación de vida.
Y no sólo es necesario conocer la realidad sino también la realidad interna. ¿Quién soy? ¿Soy un cuerpo, unas emociones, unos pensamientos, un yo, una alma? ¿qué o quién somos? Porque si nos identificamos solo en una parte de ese continuum que somos vamos también a fragmentar la vida toda.
Yoga es svadhyaya, el estudio de uno mismo. Desnudar la realidad para reflejar a uno mismo o, viceversa, desnudarse uno mismo para ver con nitidez la realidad. En todo caso, ser conscientes de la propia interioridad es necesario para reconocerse en lo que hacemos. ¿No será que estamos buscando todavía el reconocimiento del papá, la complacencia de la mamá, la aceptación del grupo, la identificación del grupo social y la encarnación de unos valores establecidos? Porque de ser así estaríamos viviendo una vida inventada y una impostura vital.
Yoga es mística
Pero todavía falta un nuevo salto mortal. Decía San Agustín que había que ir de fuera hacia adentro, y de dentro hacia arriba.
El Yoga trabaja en el cuerpo a través de la salud y en la mente para lograr la madurez buscando unión y equilibrio. Pero el objetivo último del Yoga es la unión con la totalidad con algo más grande que uno mismo, llámese naturaleza, universo, Tao, Inteligencia Suprema o Dios. Esto es claramente un vuelo místico porque se trata de abrazar el misterio sin necesidad de racionalizarlo. Nos encontramos en la dificultad de definir lo que el Yoga entiende por espiritualidad.
En la conciencia ordinaria que todos usamos habitualmente, la realidad es la realidad que veo, la información que me dan los sentidos. Pero la realidad es inabarcable por los sentidos, ni siquiera la mente puede captarla en su totalidad. La conciencia ordinaria no se da cuenta de que ve esta realidad limitada desde un punto (una perspectiva) y no tiene la suficiente flexibilidad de cambiar de posición, ponerse en otro punto de vista.
La conciencia ordinaria ve cosas y personas y cree que son fijas porque esa fijeza simplifica o facilita el manejo, pero en realidad todo está en proceso, todo cambia. La flor florece pero también se marchita. Todo es impermanente.
Por otro lado, la conciencia ordinaria cree que las circunstancias son “buenas” o “malas” o “indiferentes” sin percatarse de que en realidad las circunstancias están imbuidas de un significado que le otorgamos personal o colectivamente. Y en realidad las circunstancias se viven según las encaramos.
- La enfermedad es “mala” cuando puede ser una profunda purificación.
- Las crisis son “malas” pero pueden ser una oportunidad de cambio.
- El premio gordo de la lotería nos llevará la “felicidad” pero la felicidad no depende de algo externo.
La conciencia ordinaria es como un burro con anteojeras atado a una noria (con infinidad de dependencias no cuestionadas) persiguiendo una zanahoria que llama deseo y huyendo de un palo que representa las aversiones irracionales que nos amenazan.
Esta conciencia ordinaria que no reconoce fácilmente la mortalidad cree que posee una vida y se enreda en un laberinto de sufrimiento emocional y cognitivo.
La conciencia profana ve un árbol y no ve el bosque que hay en su interior. Ve la madera y no la savia que la nutre. Ve un objeto que puede consumir o utilizar pero no el alma del árbol. No ve la conexión con la nube, la apertura a la luz, el nido de vida entre sus hojas y la expansión en la oscuridad de la tierra. Pero la visión sagrada no sólo ve el árbol, ve también la interconexión con todos los otros árboles, la oración que hace a la lluvia, la perfecta adaptación al viento, la humedad, la luz, etc.
Lo sagrado es saber permanecer en el centro de la rueda de la vida y sus circunstancias para no perder lo esencial. Las formas son cambiantes pero al Ser que somos permanece en la quietud. La vida está para reconocerla, experimentarla, celebrarla y dejarla marchar.
En Yoga está bogha, que es la experiencia, y está kaivalya, que es el desapego e implica saborear la vida sin necesidad de apresarla y nos lleva a la liberación del sufrimiento.
Espero que estas líneas sirvan para reflexionar acerca de nuestra práctica y de la ética que lo sostiene. Om shanti, paz a todos los seres.
(Este es el final de la transcripción de la conferencia inaugural de Julián Peragón (Arjuna) en la Universidad de Barcelona. Máster de Relajación, Meditación y Mindfulness octubre 2017)
Julián Peragón (Arjuna) es formador de profesores y dirige la escuela Yoga Síntesis en Barcelona.
Es autor de los libros Meditación Síntesis y La Síntesis del Yoga: los 8 pasos de la práctica.