Cuando algo no agrada al ego, éste siempre va a buscar y encontrar argumentos para escapar a la presión. La mayor parte de las ocasiones lo conseguirá rompiendo cosas: relaciones personales, emocionales, vínculos familiares, laborales… Es lo más fácil, y también lo más cómodo para un ego henchido de soberbia que siempre pretende tener razón. Escribe Emilio J. Gómez.
“No rompas nada, mejor intégralo todo, así podrás trascenderlo”.
Shambhu
El ego esgrimirá los argumentos más dispares y singulares: “Lo había pedido al universo y me lo concedió, por eso me fui”, “No quise hacer más daño y me marché”, etc. Ciertamente, argumentos nunca van a faltar al ego, cuyo rasgo principal suele ser la huida. Huir rompiéndolo todo a su paso, igual que un elefante si entrara en una cacharrería.
Sensatez
Veamos, es bien cierto que una relación personal no tiene por qué durar de por vida. Al igual que el mundo, las personas cambian constantemente y con tales cambios es inevitable que las relaciones se deterioren y en consecuencia se modifiquen. Claro que sí, es incluso loable el que así suceda, pues es señal de que se está creciendo interiormente, de que no se está estancado.
Dos personas o más deciden unir sus energías y estar juntos por un tiempo más o menos largo con el fin de compartir unas experiencias, aprender algo juntos, disfrutar de actividades, sacar un proyecto adelante, etc. Pero por ello tal relación no tiene por qué verse convertida en una obligación de por vida… O sí, todo es posible, siempre y cuando exista un grado de consentimiento por ambas partes. Sea como fuere, si la relación se modifica, ambas partes debieran de salir más sabias y fortalecidas.
Sin embargo, para ello no es preciso romper nada. Cuando a través del Yoga y la meditación se ha encontrado al Ser y nos hemos instalado en tal presencia, ese estado termina por integrarlo todo y a todos como lo que es: algo natural, quizás lo más natural. Los cambios y modificaciones forman parte de la vida, la cual está sujeta a la ley de Anitya, la inexorable impermanencia. Todo es transitorio. Nada es para siempre. Es preciso asumir tal axioma.
Cualquier intento de forzar la permanencia en una relación puede ser fuente de sufrimiento innecesario para todos. Ahora bien, una vez integrado es posible trascenderlo e ir más allá, allí donde egos y personalidades aparecen reflejadas como minúsculas partículas, ínfimas motas de polvo flotando en el éter. Entonces será cuando la comprensión actúe a través de nuestros actos, evitando la confrontación y con ello el sufrimiento innecesario.
Así pues, por favor, no rompas nada. Mejor, intégralo todo. De este modo, podrás trascenderlo.
Gracias por tu interés.
Emilio J. Gómez es profesor de Yoga y coordina el Círculo de Yoga Silencio Interior.
info@silenciointerior.net