Aunque el yoga nace en India, hoy en día podemos proclamar un Yoga universal. Se hace yoga en todos sitios, jóvenes y mayores, orientales y occidentales, budistas y cristianos. Universal porque da respuestas a las necesidades de la vida y de cualquier cultura (conferencia de Julián Peragón -Arjuna- en la Universidad de Barcelona).
Es necesario remarcar que el yoga no necesita apoyarse en ninguna religión porque es un método de experimentación. Dice: no creas, experimenta. Para que el yoga sea profundo y espiritual no necesita soportarse en una doctrina de fe o en un cuerpo de creencias.
Cuando tomamos un camino que le da sentido a nuestra vida es porque le sacamos jugo a la experiencia. Y cuando ampliamos más allá de nuestros límites, aunque sea la misma naturaleza, estamos empezando a tocar la espiritualidad.
El yoga es actual porque no se sostiene en un hipotético purismo, puesto que la historia nos habla de toda la evolución de una práctica, de la simbiosis con nuevas corrientes filosóficas, de los cambios en la aceptación por la misma India y del impacto de la cultura occidental. Nunca hubo un yoga puro al cual hemos de someternos. La tradición yóguica es suficientemente flexible para adaptarse a cada época y mentalidad.
El yoga necesariamente tiene que ser creativo porque las necesidades cambian debido a que las formas de vivir también cambian y no podemos ofrecer respuestas viejas a problemas nuevos.
Yoga es integral
Somos una unidad (esta concepción está en la base del significado del yoga). Yoga viene de yuj qué significa unir, uncir, yugo, magia, etc. No tendría sentido atender a una parte de lo que somos marginando el resto. En el yoga encontramos una ascesis, pero también una filosofía, una forma de vivir y también una mística.
El yoga en nosotros nace como una semilla que después nuestra práctica se encarga de desarrollar hasta que se convierte en un árbol. El árbol es una imagen que Iyengar describió muy bien, asociando los ocho pasos del yoga. Es un árbol que crece desde la raíces pero de forma orgánica en todas direcciones. En el árbol todo está conectado. Por eso la práctica no se puede separar.
La práctica, para que el árbol adquiere fuerza y sea fecundo, ha de ser:
- Continuada y sin interrupciones. Porque el yoga es un método de descondicionamiento y nuestros mecanismos automáticos de vida se rearman con mucha facilidad.
- Intensa pero prudente. Si no tiene la intensidad adecuada no podremos vencer la resistencias y obtener la suficiente energía para tirar adelante nuestro proceso. Aunque demasiada intensidad puede dañarnos y por eso hay que ser prudente.
- Respetuosa y supervisada. Movemos elementos intensos y sensibles, y es por eso que la práctica tiene que apoyarse en la tradición y a la vez ser supervisarla, no vaya ser que nos estemos desviando de nuestro propósito principal. Al supervisar tomamos perspectiva.
- Entusiasma y con fe. Si no tenemos entusiasmo no tenemos gasolina para caminar con fuerza, si no nos apasionamos la práctica perderá fuelle. Pero cuando nos topamos con la amplitud del misterio necesitamos la confianza profunda que nos da la fe para sortear los obstáculos.
- Completa y armónica.También necesitamos que la práctica sea completa, que trabaje en todas las dimensiones, cuerpo, mente y espíritu y además que guarde la necesaria armonía, una buena proporción entre sus partes. Hacer ejercicios que se compensan entre sí.
- Adaptada y progresiva. La práctica tiene que ser la nuestra, la que necesitamos en este momento, ni más ni menos. No podemos actuar desde la precipitación, ignorancia o mimetismo, tenemos que hacer un esfuerzo de adaptación, eligiendo unos objetivos deseables y yendo progresivamente hacia ellos.
Yoga es adaptación
¿Nos pondríamos los zapatos grandes o pequeños, una ropa que no sea de nuestra talla? ¿Comeríamos o dormiríamos más de lo que necesitamos? De forma natural buscamos la adaptación. Cuando un médico nos atiende, nos escucha, nos hace pruebas, establece un diagnóstico, nos da una terapéutica y hace un seguimiento hasta que nos sanemos decimos que es un buen doctor o doctora.
¿Por qué no actuamos de la misma manera en el yoga? En parte tiene que ver con la forma grupal que ha adoptado el yoga donde es muy difícil adaptar la práctica. Además de creer que todo el yoga (se haga como se haga) es saludable. Y, por otro lado, la deficiencia formativa y pedagógica de una gran parte del profesorado que no tiene la experiencia de adaptar la práctica.
Para adaptar el yoga hay que empezar a cultivar la escucha. Antes, durante y después de un ejercicio, el alumno se escucha y aborda dicho ejercicio con las fuerzas y seguridad de que dispone.
Ahí es muy importante dar pautas bien claras, pautas vivenciales: ¿cómo estás? ¿cómo sientes? ¿puedes acércate a tu límite? ¿puedes dialogar con él? De esta manera podemos sensibilizar lo que está dormido, tenso, cerrado, bloqueado, etc. ¿Nos han educado para actuar desde la escucha o, más bien, desde el ¡tienes que hacer esto!?
Paralelamente a una clase grupal de yoga tiene que haber, de tanto en tanto, un espacio individual donde poder saber del alumno, de su historia de salud, de sus capacidades corporales (coordinación, equilibrio, flexibilidad, fuerza, etc.) y poder observar las tensiones y desviaciones de su cuerpo para poder proponerle una práctica adaptada. Darle también la seguridad para que se pueda regular cuando esté en una clase grupal. De esta manera evitaremos la gran mayoría de lesiones.
Yoga es escucha
No podemos avanzar si el alumno no cultiva la atención. La mente está muy polarizada hacia el exterior en la vida moderna. Si el exterior es complejo, amenazante, excitante, etc, nuestros sentidos, y con ellos la mente, se fijan en una extroversión. Para darle la vuelta al calcetín de la mente hay que pararse, prestar atención y volverse sutil. ¿Como sale un niño que la piedra que ha dejado caer en el pozo ha llegado al fondo? Escuchando para parar la mente, olvidándose de sus preocupaciones, esto es, olvidándose de sí.
El yoga de la escucha implica volver a centrarse en uno mismo, replegarse para atenderse de una forma amorosa en lo que uno siente y lo que uno es. Y esto produce una transformación, una nueva orientación de vida. Escucharse significa reconocerse de forma original, en un proceso único de vida y conciencia.Y esto se plasma en libertad, en la conciencia de que no hay nada que demostrar. No podemos comparar procesos de toma de conciencia. Cuando practicas lo que verdaderamente importa es la toma de conciencia en tu propio interior.
La técnica es importante para favorecer la experiencia, y para no hacerse daño, pero es importante no mitificarla. Desde el yoga buscamos en la práctica recuperar y aumentar la sensibilidad porque cuando el cuerpo y la mente son sensibles, la fluidez para regularse en los cambios vitales y sociales es mayor.
Yoga es salud activa
Para el yoga la vida es sagrada, entendida como un don que hay que cuidar, proteger y mejorar. El Yoga del siglo XXI se distancia del culto al cuerpo, que busca una mirada externa, para recuperar el sentir profundo del cuerpo, es decir, una mirada más interna. Entendemos la salud como la fuerza vital que nos permite recuperar un estado óptimo de funcionamiento, aunque esto se consiga a través de periódicas crisis de depuración que interpretamos muchas veces como enfermedad. Un cuerpo sin síntomas no es necesariamente más sano. Lo que buscamos en la práctica es una gestión autónoma de la salud. Y si bien es cierto que las diferentes terapéuticas son necesarias en momentos puntuales, necesitamos responsabilizarnos en el día día de nuestra salud.
En yoga aprendemos, para esta gestión de la salud, a estirar y tonificar el cuerpo, a una higiene en profundidad, a vigorizar el cuerpo, a ampliar la respiración, a reconocer las tensiones y saber relajarnos, a gestionar el estrés, a encontrar un ritmo de vida más pausado, a simplificar la vida y recuperar tiempo.
(En una próxima entrega, continuará esta transcripción de la conferencia inaugural de Julián Peragón (Arjuna) en la Universidad de Barcelona. Máster de Relajación, Meditación y Mindfulness octubre 2017)
Julián Peragón (Arjuna) es formador de profesores y dirige la escuela Yoga Síntesis en Barcelona.
Es autor de los libros Meditación Síntesis y La Síntesis del Yoga: los 8 pasos de la práctica.