Sobre el tema del «estar presentes» se ha hablado mucho. ¿Qué significa? ¿Son reales el pasado y el futuro? ¿Se puede permanecer en el presente? ¿Cuáles son los obstáculos? Veámoslo a la luz de Sat Cit Ananda. Escribe Nale Parada.
A veces, las palabras apuntan hacia capas de realidad distintas. Si nos detenemos, presentes, a pensar en el presente, podemos ver que, desde un punto de vista lógico, no podemos dejar de estar en el presente aunque estemos pensando en el pasado y proyectando el futuro. Por mucho que queramos no estar en el presente o irnos al pasado y al futuro, siempre estaremos en el presente. Pero, sin embargo, nunca lo podemos sostener.
Hay un factum sobre el sufrimiento en los Yoga Sutras, compartido por muchas filosofías sapienciales, que me parece de gran importancia para comprender esta cuestión vital. Ese factum es el “dolor existencial ante la inevitable impermanencia de la vida”. Cuando pensamos sobre el “eterno presente”, aceptando que lo único permanente del presente es su constante impermanencia, podemos empezar a acercarnos al problema de fondo, que radica en el hecho de pensar en pasado o en futuro. Cómo decía Epícteto y más pensadores actualmente: el pasado y el futuro no existen, es decir, no existen nunca en presente. Sin embargo, “cogito ergo sum”, pienso y existo, sí que existe en el presente.
No hay nada menos filosófico, es decir, menos sanador para la mente, las emociones y el alma humana, que alejarnos de la Verdad. Del mismo modo que no podemos transformar el sufrimiento que no aceptamos, la evasión de la realidad y la ignorancia son generadoras de sufrimiento. Otro factum compartido por todas las sabidurías es que el mal, ese “mal” que nos genera y genera sufrimiento, es ignorancia. Desde aquí, podemos observar el pasado y el futuro como un falso consuelo de la mente ante la evidencia de la “impermanencia”. Es cómo si la mente pudiera poseer el pasado recordándolo y crear el futuro imaginándolo. Y, de paso, construir ese falso yo hecho de esas imágenes mentales, impresiones, sensaciones, valoraciones que conforman esa película siempre distinta que cada uno nos montamos y que conforma lo que llamamos “ego”. Es interesante observar cómo su tamaño es proporcional al de nuestra ignorancia, es decir, a la medida en que confundimos dicha “construcción creativa” con la realidad. Su fortaleza depende del apego o identificación con esas representaciones mentales e irreales.
Profundizando, uno de los trasfondos del estigma sobre el pensamiento pasado y futuro son el apego y la falta de aceptación que suelen asociarse. El problema de pensar en el pasado no es el hecho en sí, sino la frustración, el apego y la irrealidad que puede generar el hecho de “desear que las cosas fueran de otro modo” o “el desear que las cosas ahora fueran como entonces”. El problema de pensar en el futuro son todas las posibilidades relacionadas, de nuevo, con el deseo, el miedo, la evasión de la realidad y la aceptación. Creo que casi todos conocemos esa sensación de “se me pasa la vida o se me escapa el tiempo”, tan alentada por nuestra cultura, al estar tan ocupados construyendo futuros siempre presentes que nunca lo son.
Estar presentes: despiertos, conscientes, conectados
Y es que la cuestión es que la “inevitabilidad del presente” no obliga a la “presencia”. Cuando tomamos consciencia sobre nuestras vidas, vemos que uno de esos aspectos es aceptar la mencionada impermanencia: todo cambia constantemente. El estar presente al que se refiere la sabiduría es estar despierto, consciente, conectados a nuestra verdad interior y sabiduría. Es decir, conectados a nuestro Ser.
Ningún sabio ha dejado de pensar por serlo; sin embargo, su pensamiento no es vacuo y estéril. El trasfondo de estas cuestiones versa sobre el deseo, el apego y la identificación. Pero hay que acceder a ellos desde la experiencia y la comprensión. Desde allí, por ejemplo, podemos comprender por qué las sabidurías plantean que el placer puede generar sufrimiento. No es culpa del placer en sí, sino de la no comprensión de la impermanencia y de nuestro apego, pilares que impiden la aceptación y sostienen nuestra ignorancia.
Una vez un swami me explicó Sat Cit Ananda preguntándome primero cuáles eran las necesidades humanas fundamentales. Entendí que no se refería a las superfluas, sino a las esenciales. Concretaré más las preguntas: ¿Qué necesita tu organismo? Sat, existir, vivir. ¿Qué necesita tu mente o psichè? Cit, comprensión, sabiduría. ¿Qué necesita tu Ser o tu alma? Ananda, dicha, amor, paz, felicidad interior. Este es el modo en el que puedo explicar más fácilmente el tema de la “presencia”.
En la práctica de yoga suelo proponer que conecten con las sensaciones internas del organismo como si las palabras no existieran y que observen lo fácil que desde allí es simplemente Ser, existir. Entonces, propongo que lleven consciencia a esa existencia, Cit, y que simplemente observen la dicha de una existencia consciente: Ananda. Ser conscientemente y disfrutarlo: Sat Cit Ananda. Aunque sea tan sólo un presente, esa ráfaga de impermanencia ayuda a intuir lo que es auténticamente estar presente.
Nale Parada. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Acharya de yoga formada en diversas escuelas, lleva más de veinte años en el mundo del yoga y su enseñanza. Directora de la Formación de Profesores de Yoga de la Asoc. de Yoga y Filosofia.