¿Es el mindfulness una copia descafeinada de la meditación vipassana? ¿Lo puede enseñar cualquier instructor de yoga? Si estoy pasando un mal momento, ¿medito o voy al psicólogo? ¿Para qué sirve de verdad un curso de mindfulness? ¿Por qué nos cuesta tanto vivir con serenidad y profundidad? Es una entrevista YogaenRed.
Hemos pedido a un estudioso de vanguardia sobre yoga, meditación y mindfulness que nos ayude a aclarar muchos tópicos y confusiones que se manejan en torno a estas tres disciplinas. En este sentido, Denis Criado tiene un currículo académico muy notable (ver completo). Graduado por la Universidad de Cambridge, UK, en Ciencias Sociales, Filosofía y Teología Oriental, doctor en Estudios de la Conciencia con formación en yoga, meditación y mindfulness, actualmente es responsable del Programa Superior en Mindfulness Integral de la Escuela Internacional de Yoga.
He aquí las 10 dudas que le hemos planteado… Sus respuestas nos parecen un revelador trabajo, actualizado a nuestro tiempo y entorno, que animamos a leer.
1.¿Es el mindfulness una copia “occidentalizada” de la meditación vipassana, desprovista de su trasfondo espiritual?
Denis Criado: La práctica mindfulness está presente no solo en la meditación vipassana del budismo zen, sino también en la tradición del yoga. Mindfulness es un estado de conciencia fruto de prácticas meditativas, y la tradición de yoga tiene muchas y eficaces prácticas de meditación.
El último libro de Daniel Goleman sobre los Beneficios de la meditación habla del estudio con yoguis y no tanto con monjes tibetanos. El fruto de la meditación es la posibilidad de desarrollar no solo más atención y concentración sino compasión y consciencia de uno mismo, sobre todo de aquella parte más vulnerable, la sombra inconsciente, así como el cuerpo, la respiración, la energía vital, etc. Eso es justo la posibilidad que ofrece un entrenamiento mindfulness: integrar cada aspecto de nosotros mismos y vivir menos fragmentados, más integrados, más completos.
También podríamos decir que mindfulness es una adaptación secular, con todos los beneficios científicos comprobados y sin elementos míticos, sinónimo de cuestionado de la tradición espiritual milenaria.
2. ¿Hay muchos tipos de mindfulness o en realidad solo uno?
D. C.: Desde una perspectiva integral se puede ser consciente, utilizando el mapa evolutivo de Ken Wilber, de que existen distintas presentaciones del mindfulness y todas están bien, ninguna es superior a la otra. El lenguaje que utilicemos dependerá del contexto y a qué público ofrecemos las prácticas y cómo las interpretamos.
Por tanto, existe el mindfulness tradicional (mítico, premoderno), el mindfulness secular (racional, moderno) y existe el mindfulness integral (postpostmoderno), que integra las prácticas de los niveles anteriores más algunas nuevas que se adaptan a la sociedad de hoy y que provienen de la psicología occidental pero que también trabajan a través del cuerpo. Por ejemplo, en las prácticas de meditación que forman parte de la tradición del Raja Yoga, la interpretación que se le da es mítica, pero si le hacemos una interpretación secular, más racional, tenemos un “mindfulness occidentalizado”.
3. ¿De verdad hay razones para creer que los seres humanos estamos evolucionando hacia una mayor conciencia, vistos los desafíos globales que nos amenazan (cambio climático, migraciones en masa, racismo, terrorismo…) y las respuestas que les estamos dando?
D. C.: En el 2007 tuve la oportunidad de estudiar en Cambridge la obra de Ken Wilber y de Sri Aurobindo, así como de otros autores como Gebser, todos ofreciendo en distintas épocas una perspectiva evolucionista, como la de Darwin. Pero Wilber me impactó: me hizo entender que la evolución de la conciencia está siendo integral, es decir, el ser humano ha desarrollado por primera vez en la historia una conciencia más comprensiva, más equilibrada, más inclusiva, que pueda abarcar múltiples perspectivas y honrar todas por igual en vez de verlas como inferiores o no tan evolucionadas.
Integral no significa hacer un único camino, sino honrar la diversidad por igual (sanātana dharma), y esa comprensión nos permite ofrecer una interpretación de las prácticas espirituales de forma más fresca, más comprensiva.
4. ¿La evolución del yoga cómo se relaciona con la preservación del yoga tradicional?
D. C.: Puede uno ser fiel a una práctica de yoga de una tradición especifica, pero la interpretación que haces de ella ya no es solo mítica, o racional, o pluralista, o transcendental, sino integral: eres consciente de que existen otras formas de practicar yoga y de entender el yoga, y ninguna es superior o inferior a otra. Cuando hacemos una interpretación nos cerramos a la posibilidad de otras, y todas están bien. Eso es ser integral y encarnar una conciencia integral en la práctica de yoga.
Cierto que la visión integral también quiere ofrecer una interpretación adaptada a la comprensión de las personas de hoy en día y aportar, por ejemplo, prácticas que integren el trabajo con la sombra inconsciente, algo que se descubrió tan solo hace cien años. Esa es la responsabilidad de todos. Me di cuenta en el 2010, cuando hice mi doctorado y publiqué la tesis sobre la Evolución de la conciencia, que evolucionar es también incluir las etapas previas, no negarlas, porque se ha comprobado por los pioneros de la psicología evolutiva que pasamos por diferentes etapas de interpretación.
La conciencia es un mapa que interpreta el territorio, y nos damos cada vez más cuenta de que el planeta tierra está teniendo cambios, somos más conscientes. Una mirada integral permite no descartar nada, incluyendo la destrucción y creación como dos partes integradas del proceso evolutivo, ver la interconexión de todo, desde nuestro estilo de vida a las migraciones, etc. Una relación integral donde ningún aspecto es descartado.
5. ¿Cómo se definir el mindfulness con pocas y precisas palabras?
D. C.: Mindfulness es un estado y nivel de conciencia compasivo, inclusivo, integral y expansivo. Es el resultado de prácticas meditativas a través del cuerpo físico, el cuerpo energético, el cuerpo sensorial, el cuerpo emocional y el cuerpo mental. Mindfulness es también un conjunto de prácticas en base al yoga y la meditación (de cualquier tradición oriental) para desarrollar una atención consciente libre de juicio y plenamente compasiva en cada situación, con uno mismo y con los demás.
A nivel científico se ha comprobado cómo la práctica mindfulness y sus programas ayudan a reducir el estrés crónico, a vivir con menos automatismos, y a ser más consciente de uno mismo y en cada situación. Tiene aceptación porque no hay elementos míticos/espirituales en su presentación; solo tiene elementos científicos y es secular en su presentación, y eso lo hace mucho más fácil de ser aceptado por la sociedad. La ciencia ha comprobado lo que ya sabían los yoguis durante milenios. Sea por el motivo que sea, las personas ahora buscan un momento de silencio consciente, de respiración consciente y de quietud. También como forma para conocerse mejor. Es decir, se ha enseñado a las personas a meditar en cualquier lugar y no solo en una sala de yoga o en un ashram de la India.
6. Como experto en yoga, meditación y mindfulnes, ¿cómo planteas tus cursos y para quiénes?
D. C.: Muchas de las prácticas puramente meditativas se solapan entre la tradición del yoga y la budista, pero el yoga es una ciencia precisa que utiliza la respiración, el cuerpo, la energía para una verdadera transformación y que se dé el fruto que se busca: vivir conscientemente y con mejor salud para sufrir menos.
Hay mindfulness con una fuerte base en el budismo, otros cursos con una fuerte base en la psicología. El mindfulness que personalmente ofrezco tiene una fuerte base en las prácticas de yoga junto con elementos de la psicología y algunas meditaciones compasivas provenientes del budismo. Mi curso de Mindulness Integral está diseñado con un mapa integral y evolutivo (avalado por el Instituto Integral de Colorado). También ofrece prácticas mindful para trabajar la sombra porque si no aparecen en nuestra conducta acciones desproporcionadas, inconscientes y de evasión. Se lo recomiendo a cualquier persona que quiera vivir no solo de forma más consciente, sino de forma más integral, ya no solo en su visión, sino en su forma de vida. Es una posibilidad de explorar el cuerpo desde “otros ojos”, entendiendo el cuerpo no solo el físico, sino el sensorial, el energético, el emocional y el mental, así como la relación con lo demás.
7. ¿Qué tiene que cuidar mucho un profesor de yoga que quiera enseñar mindfulness?
D. C.: El profesor de yoga que ofrece sesiones de mindfulness tiene que integrar la actitud consciente y meditativa en sus clases de mindfulness, ya sea para grupos de yoga o corporativo. Ha tenido que practicarlas e interiorizarlas durante un tiempo a fin de que el fruto mindfulness esté en él mismo, se palpe y esté presente, y emane una presencia clave que pueda ayudar a acompañar o incluso a motivar a los nuevos para persistir. En mi caso me tuve que comer todo el pescado durante diez años hasta hacerme profesor de una conocida tradición de yoga con base en la filosofía Raja Yoga. Esta base, en la cual sigo entrenándome, me ha permitido desarrollar técnicas mindfulness en colaboración con el Instituto Integral de Denver. Las técnicas mindfulness son técnicas yóguicas sencillas, a través de ásanas meditativos pero potentes (que llamo mindful yoga), ofrecidos con un lenguaje adaptado para los “no yoguis”. Ese es el secreto de su éxito: el arte de integrar la sabiduría práctica oriental con la moderna ciencia occidental.
Por lo tanto, un profesor de yoga debe estar bien entrenado en técnicas yóguicas como base, para luego ofrecer prácticas especificas de desarrollo de la conciencia, más meditativas, claves para el desarrollo de la atención consciente. El problema del mindfulness secular es que se le ha quitado la ética, no se honra el largo recorrido en el entrenamiento durante muchas horas a través de la precisión y la alineación. Todo vale para tener más estudiantes, y eso lleva a un «narcisismo espiritual» en el que ya lo importante no son las prácticas sino el profesor y sus técnicas ad hoc.
8. Supongamos que soy una persona estresada y desmotivada y quiero mejorarme por dentro… ¿Me decanto por el yoga, por el mindfulness, por el psicólogo?
D. C.: Opino no se puede comparar el árbol (estilos de yoga) con los frutos que ofrece cada árbol (distinto tipo de bienestar, y uno de ellos es mayor atención consciente), pues eso puede crear confusión. Uno de los frutos de las prácticas meditativas del yoga es tener más consciencia. Mindfulness es el fruto de un tipo de árbol; el yoga meditativo o mindful yoga y la psicología son un nuevo aspecto a integrar dentro de ese árbol.
Hay que entender esto muy bien. A modo de ejemplo, cuando uno se rompe un hueso o un ligamento es necesario ir a médico y/o fisioterapeuta para tratar la dolencia durante un tiempo determinado, pero una vez recuperados no implica que no cuidemos el cuerpo yendo al gimnasio o practicando asanas. Igualmente, uno puede ir una temporada al nutriólogo y luego, sin necesidad de ese tipo de acompañamiento profesional, cuidar de forma consciente la propia alimentación.
De igual forma, cuando uno pasa por una crisis emocional, ya sea por un duelo, una depresión o estrés postraumático, por poner algunos ejemplos, es recomendable ir un profesional como el psicólogo, el psicoterapeuta o, dependiendo del caso, el psiquiatra, e incluso estar abierto a medicamento. Pero una vez recuperada la funcionalidad, no significa que no trabajemos nuestra propia sombra inconsciente, que la integremos, que hagamos ejercicios de integración consciente sin necesidad de un acompañamiento profesional. Se ha comprobado que descuidar el “cuerpo emocional” hará que tarde o temprano se manifieste de forma inconsciente la sombra con acciones desproporcionadas, saboteadoras y de proyección. Por este motivo, grandes yoguis decían una cosa y luego hacían lo opuesto, y esto es por haber descuidado la sombra. Prácticas como el Yoga Nidra, por ejemplo, ofrecen trabajo con la sombra más allá de los ásanas, respiraciones, exploración sensorial, etc.
9. ¿Está nuestra sociedad “enferma” de superficialidad, de exceso de distracción y de estímulos fugaces?
D. C.: Sí, y por eso crecen las prácticas de yoga de mucho movimiento que no permiten al alumno “estar”, o como les digo a mis grupos, “estar con lo que toca estar”. Muy poca gente quiere ir a lo profundo, estar, observar y seguir,y eso es porque hay muchos estímulos y exceso de distracción. Las prácticas ancestrales son más necesarias que nunca para aprender a parar en el movimiento.
10. ¿Por qué nos cuesta tanto integrar las prácticas que inducen serenidad y compasión en nuestra vida cotidiana?
D. C.: Porque inconscientemente buscamos estímulos, retos, aunque sea en meditación o en yoga. La gente “compra” cursos, los hace, pero luego no funciona. Es importante tener un grupo de apoyo, un profesor que acompañe en las prácticas a integrar, y eso con los años forjará una vida más serena y compasiva. Eso no se aprende en internet o con varias técnicas, sino con un cambio de perspectiva desde lo profundo.