Sea cual sea el camino o técnica que empleemos para meditar, hay determinados aspectos que son comunes a todos ellos, prestando más a menos atención a algunos según el enfoque a seguir. Podemos hablar, por tanto, de un proceso universal que conlleva los siguientes puntos, aunque no necesariamente en este orden. Escribe Luis Luna.
Concentración:
Meditar no es solo concentrar el pensamiento; esto sería es una visión muy parcial de la meditación. Ahora bien, la concentración es un paso esencial para alcanzar la meditación y solo por mejorar esta facultad ya merece la pena aprender a meditar.
Consciencia:
Seguramente, la consciencia es la facultad interna que más se desarrolla meditando. Toda practica de meditación es un continuo entrenamiento para desplegar la capacidad de darse cuenta o consciencia.
Aceptación:
Un aspecto importante en la meditación es el ir desarrollando una relación sana con uno mismo y con los demás. Esta relación debe estar basada sin duda en la aceptación, que de hecho es un paso hacia el Amor. Por otro lado es importante comprender que la complejidad del proceso de la meditación nos requerirá grandes dosis de Aceptación.
Discernimiento:
El discernimiento es una cualidad de la mente superior que ha de ser entrenada para cumplir con el objetivo último de la meditación: el encuentro con el aspecto más central del ser humano. El discernimiento o Viveka nos ayuda a distinguir entre los diferentes aspectos que como seres humanos nos conforman desde los más groseros a los más sutiles.
Calma:
Al contrario de lo que podríamos pensar, la calma o tranquilidad no es tanto una consecuencia de la meditación, sino un requisito previo. Por ello, el conocimiento y práctica de todas las herramientas que nos ayuden a pasar de la tensión a la calma es esencial en la meditación y su enseñanza. La mayor parte del tiempo cuando comenzamos a meditar lo pasamos tratando de generar el equilibrio necesario para ello; afortunadamente, el yoga nos brinda innumerables técnicas para ello.
Energía:
Al adentrarnos en la meditación, debemos abrir nuestra mente y comenzar a entender al ser humano no solo en términos materiales, sino también energéticos. Somos tanto energía como materia y trabajar con técnicas que movilicen y equilibren la energía nos facilita enormemente el camino en la meditación.
Presente:
Se dice que meditar es el arte de vivir el presente. Aprender a estar en y a vivir el presente es la mejor manera de recuperar la energía que tenemos dispersa en pasado y futuro.
Conexión espiritual:
Al final la meditación nos lleva al centro, a uno mismo, a eso que somos a un nivel más espiritual. Hoy en día hay técnicas y métodos que despojan la meditación de este componente espiritual para hacerla más “vendible”. Desde nuestro punto de vista esto es un error, ya que algo que necesitamos como sociedad occidental es recuperar de una forma sana la conexión con nuestra naturaleza espiritual. Al fin y al cabo, la experiencia mística o espiritual no es tan complicada si dejamos atrás prejuicios y damos con las claves adecuadas para ello.
Actitudes del Ser:
Desde la conexión con los sentimientos más profundos del ser humano a donde nos lleva la meditación, surge el despliegue de las actitudes del Ser. Actitudes que podemos, una vez más, entrenar si conocemos los recursos adecuados. A poco que vayamos despertando estas actitudes, el avance en la meditación cobra otra dimensión.
Volver a la vida:
La práctica de la meditación no está separada de nuestra vida cotidiana y debemos de hacer todo lo posible para que así sea. Según vayamos avanzando en nuestra experiencia con la meditación, iremos experimentando cambios en la percepción de la realidad que nos llevarán a una nueva relación con lo que va aconteciendo y también con los demás. Comprender cómo la meditación nos lleva a nuevos modos de percepción es clave para integrar la meditación en nuestra vida.
Luis Luna, Ganesha. Profesor de Yoga y Meditación. Director del centro Crisálida. Coordinador de la Formación Crisálida de profesores de Yoga y de la Formación Integral en Meditación.