Ya los primeros yoguis se convirtieron en los indiscutibles pioneros ecológicos. Yoga es unión: la unión de uno mismo con todas las criaturas, la naturaleza, el planeta. Muchos yoguis se hicieron vegetarianos no por un motivo de salud, sino de amor a los animales, para evitar hacerles el menor daño. Escribe Ramiro Calle.
El yoga siempre ha respetado profundamente la vida animal y los yoguis han reconocido la deuda inagotable que tenemos con respecto al reino animal. De hecho, muchas posturas de yoga están designadas con nombres de animales, como una ofrenda a los mismos y para con ellos identificarse y fusionarse.
No somos ni remotamente conscientes de hasta qué punto hemos masacrado a los animales, a estas criaturas que nos han brindado todo y de las que somos evolutivamente sus hijos. Simbolicamente estamos matando a nuestros padres y ancestros.
A veces uno tiene deplorables ocasiones para contemplar atroces comportamientos con los animales, como me ha sucedido recientemente en San Sebastián. Ruego se vean mis últimos trabajos en mi facebook (ramiro a calle) al respecto.
Como dice mi buen amigo y fiel alumno Antonio García Martínez, en tanto no se juzgue a los que hacen daños a los animales como a los que lesionan a seres humanos, no habremos conseguido una verdadera democracia ni un mínimo nivel de consciencia.
Ramana Maharshi, uno de los más grandes yoguis de la India, amaba profundamente a su vaca Laksmi, y a los monos y los pájaros. Muktananda, como comprobé personalmente, se desvivía por su elefante, sus vacas y sus perros, que realmente le adoraban. ¿Cómo puede haber personas tan desalmadas que dañen a los animales? Como decía Ramakrishna, no son personas, sino destructivos y maléficos duendes con una envoltura corporal de persona. Como rezaba la célebre canción: «Quisiera ser civilizado como los animales». Pero aunque muchas personas, cada día en mayor grado, cooperan en el bienestar de los animales, son muchas otras las que les menosprecian y dañan. Como les recuerdo a mis alumnos en las clases de meditación, «hay sin duda mucha más gente buena que mala, pero los malos se organizan mucho mejor».
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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