Como abiertamente declaro en el documental sobre mí titulado Viaje a los Adentros, Ramiro Calle, yo fui un niño muy difícil, complicado, sumamente contradictorio e insatisfecho. ¡Qué bendita paciencia tuvo que tener mi madre conmigo! Escribe Ramiro Calle.
Llegué a la adolescencia psíquicamente muy fragmentado, con un pensamiento neurótico que me hacía sufrir, siendo víctima de la ansiedad y la melancolía. Desde niño me pregunté: «Pero ¿qué hago yo aquí? ¿A dónde me han traído?».
Conocí la incertidumbre, el desconsuelo y, sobre todo, el amargo sentimiento de frustración por no hallarle sentido a la vida. Pero quiso la fortuna, o el destino, o el karma o la casualidad, que a los quince años de edad, un amigo al que admiraba y quería, Rafael Masciarelli (también muy estimado por mi hermano Miguel Ángel), me hablase del yoga, término que resonó al punto en lo más profundo de mi ser. Después el destino siguió ayudando, porque mi primera gurú, muy sabia, y que era mi madre, María del Mar, comenzó a facilitarme lecturas sobre la India y me apuntó a las clases de hatha-yoga que impartia un mentor indio que se había establecido en las afueras de Madrid. Así comencé a recibir enseñanzas, métodos y, en suma, mapas espirituales para emprender el viaje a los adentros.
¿De dónde proceden estos mapas espirituales? De los maestros más elevados de la mente realizada. Nos han legado mapas espirituales y brújulas para poder seguir la larga senda del autodesarrollo y la autorrealización. Forman parte de la gran herencia espiritual de la Humanidad (que nada tiene que ver con las iglesias constituidas y organizadas), representando una lámpara para poder seguir, más orientados, por la senda interior hacia lo más auténtico de uno mismo. Son enseñanzas y métodos igualmente válidos para teístas y ateos, creyentes o agnóstico, crédulos o descreídos.
No es solo para bien propio que emprendemos este viaje hacia los adentros, sino también para favorecer y mejorar nuestra relación con las otras criaturas. Así tenemos que motivarnos cuando desfallezcamos: al ayudarnos a nosotros mismos, ayudamos a los demás; al sentirnos mejor cada uno de nosotros, mejor tallaremos vínculos afectivos con los otros seres. Lo que tenemos que entender es que al poder mirar nuestro rostro original, mediante el viaje a los adentros, también veremos el de las otras personas formando parte del nuestro y el nuestro del suyo. Las diferencias están en el ego. Cuando el ego se trasciende en la meditación profunda, el «tu» y el «yo» se trascienden, y somos Unidad.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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