Tanto Prana como Kundalini encuentran su fuente en la Shakti o Energía Cósmica y se manifiestan en el ser humano: Prana como principio de fuerza vital y aliento y Kundalini, como la semilla que puede florecer y liberar. Escribe Ramiro Calle.
Prana es la fuerza dinámica, que ya alienta en el embrión y que luego mantiene nuestra unidad psicosomática, este micro-universo que es una réplica del Cosmos. Prana es vida; Kundalini es consciencia cósmica que hay que ganar.
Prana rige todos los aires vitales y correspondientes funciones, pero Kundalini rige los diferentes planos de consciencia. Cada chakra, y hay muchos más que siete, es una dimensión de la consciencia.
Las técnicas psicosomáticas que favorecen Prana, también movilizan Kundalini en los centros de energía más bajos o telúricos, pero no en los más sutiles o etéreos. Las técnicas del hatha-yoga trabajan sobre los tres centros inferiores, en tanto que la meditación y la contemplación apuntan a los que están por encima del Manipura o centro solar.
La tecnología psicosomática del hatha-yoga remueve Kundalini y trata de que perfore los tres lotos más bajos y vitales, pero las técnicas o herramientas psicoespirituales apuntan a los más altos. Las disciplinas de los yogas tantrizados o energéticos se aplican para estimular la semilla de iluminación, que ilumina primero los centros enraizados en la tierra para luego acceder a los más sutiles. Ningún plano o esfera del micro-universo queda descuidado, pues los mismos elementos que están en uno (tierra, agua, fuego, aire y éter) están en el Universo. Por lo que es abajo, se llega a lo que es arriba.
Las actitudes, enseñanzas y métodos se empeñan en el despertar de ese potencial cósmico que es Kundalini. Del Manipura hacia debajo están las energía más toscas y vitales; del Manipura hacia arriba, las más etéreas y espirituales. Pero todas son necesarias, y el cuerpo ocupa un lugar importante en el trabajo sobre uno mismo para evolucionar. Cuando Kundalini yace dormida, es oscuridad y servidumbre, pero cuando despierta, es luz y libertad.
Conquistando el elemento tierra, luego se van conquistando otros más sutiles, como el agua, el fuego, el aire y el éter. Una vez la Bella Durmiente despierta y se despereza y comienza a funcionar, otra manera de conocer, percibir y ser se da. Pero que nadie, conducido por la imaginación neurótica, empiece a evaluar o interpretar manifestaciones psicosomáticas o psíquicas que nada tienen que ver con la energía Kundalini y su desarrollo.
Algo se puede incidir, claro que sí, sobre los centros bajos, mediante los mudras, bandhas y pranayamas del hatha-yoga, pero para hacerlo sobre los más elevados y los que reportan sabiduría transformativa, hay que incidir sobre los altos a través de la interiorización (pratyahara), la meditación, la contemplación y la conquista del samadhi o experiencia extática.
Que nadie se engañe, el proceso es lento y progresivo. Depende de uno, pues aunque pudiéramos sentarnos a los pies de un Lao Tse, un Buda o un Jesús, el trabajo corresponde a cada uno de nosotros y nadie puede hollar la senda por otro.
Sabiduría liberadora
Prana y Kundalini se complementan, en cuanto el primero es dinámico y la segunda, estática. Prana funciona en la maquinaria psicosomática, y Kundalini opera en el denominado cuerpo energético.
La denominada ascensión de Kundalini representa una intensificación en el ser humano de su consciencia-energía. Al ir desplegándose Kundalini, hay una transustancialización y lo burdo se va absorbiendo en lo sutil y lo tosco en lo fino. Se habla de despertar Kundalini, pero es Kundalini la que nos tiene que despertar.
Su ascensión permite ir escalando grados más elevados de consciencia, que permiten una percepción más intensa y reveladora y al final que se mariden dentro de uno las energías bipolares y se desencadene la Sabiduría liberadora, que sabe ver más allá de las apariencias y por ello mismo de los denominados pares de opuestos o conceptos binarios.
Hay una apertura de consciencia, que permite ir conectando con la Inteligencia Primordial. La mente pequeña se va absorbiendo en la Mente Grande, y en la medida en que el ego se va debilitando, el ser se va despertando. El ego tiene una fuerza muy grande en los chakras inferiores o toscos, pero la va perdiendo en los chakras más elevados o sutiles.
Tenemos necesariamente que recurrir a las palabras para expresarnos, pero igual que los dedos que apuntan a la luna no son la luna, las palabras son solo un torpe intento para expresar lo que está más allá de las mismas.
Los yogas más falseados, adulterados y tergiversados han sido el hatha-yoga, el tantra-yoga y el kundalini-yoga. En el kundadalini- yoga la gente sin la suficiente formación al respecto, toma lo simbólico y metafórico por lo real, sin darse cuenta de que hay un lenguaje intencional y que el signo apunta más allá del signo. Lo mejor es callar en lo que otros tan alegre y desaprensivamente hablan, y cuestionar muy seriamente cualquier escuela que quiera detentar el monopolio del kundalini-yoga.
Todos los grandes místicos, de cualesquiera tradición que se trate, saben que hay un estado supraconsciente que permite la captación
directa y realmente transformativa de lo Real. Muchas veces los términos tantas veces mal utilizados e insensatamente manoseados, en lugar de esclarecer, confunden. Al fin y al cabo, y más allá de toda su simbología, Kundalini es la simiente de Sabiduría que se puede cultivar y desplegar para que podamos cruzar de la orilla de la servidumbre a la de la libertad.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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