Entre los asistentes había muchas personas que somos, a nuestra vez, organizadores de eventos de esta línea. Y por supuesto estábamos tomando nota de cómo es mejor no hacer las cosas. Hablando con unos y con otros, la conclusión era idéntica, como el propio devenir de los acontecimientos había demostrado, no hacía falta tanto, no hacía falta reunir a tantas personas en torno a tantos oradores. El mensaje que se había dado estaba basado no tanto en la singularidad del evento como en el tamaño. Claro que… todo puede verse bien a posteriori.
Lo de “fluir con el momento presente”, que se repite como un mantra en este mundillo, está bien, pero el verdadero meollo del asunto es planificar algo y realizarlo, y cómo adecuar nuestros proyectos a los resultados que se obtengan. Cuando las cosas salen bien, le llamamos “sincronicidad”, “Tao” o, por otro nombre: “éxito”. Cuando salen mal, se le llama “samsara”.
Desde fuera, por ejemplo desde los medios generalistas, esto no se entiende, entre otras cosas porque no se quiere entender y se recurre a etiquetas como “autoayuda”, “coaching” y “new age”. Si alguien quiere profundizar un poco más en lo sucedido y extraer alguna lección, por favor, que siga leyendo este relato de lo sucedido.
Sinceramente pienso que en alguno de los libros de esta gama hay mensajes interesantes y autenticidad, importantes pistas para muchas personas. Algunos de sus autores también saben transmitir de modo sincero y pleno. Y aquí el meollo está en eso mismo: la sinceridad, la autenticidad de vivir lo que se está diciendo, lo cual, depende de lo que se diga, es todo un reto.
Por otra parte hay diversos relatos estereotipados, que precisamente, si se enarbolan como estribillo, como ideología, van en la dirección contraria a lo que supuestamente pretenden. No quiero hacer chiste de esto pero cada vez más parece que de lo que se trata es de cómo ser Santo, Rico y Sabio. Todo al mismo tiempo. Genial. Claro, quién no va a querer eso.
Está muy extendido ese relato que podemos llamar la Novela espiritual, tal como en una ocasión transmití en un artículo del mismo nombre. Y que básicamente sería así: persona del mundo de los negocios tiene una crisis y/o un sueño y descubre la espiritualidad, para cambiar de vida. Y vivieron felices y colorín colorado. En realidad esto estaba en el relato de presentación del “Being One”.
Después está también el relato del que en mitad de la desesperación, la depresión o la angustia conoce súbitamente la iluminación o la transformación, como Eckhart Tolle o Jeff Foster, entre otros. Y entonces surge o nace la tarea (no quiero llamarlo “la misión”) de transmitirlo a otros.
Por fin (y este relato es tal vez mi preferido) están aquellos que desde el desastre y la pérdida, por enfermedad, pobreza, guerra, etc. pierden todo y en esa pérdida descubren una luz acerca de lo que de verdad importa, como un crisol a través de la depuración respecto a lo superfluo que supone la pérdida, como le ocurrió a Anita Moorjani, que no sólo perdió la salud, si no que llegó a morir, lo cual en realidad significa la mayor de todas las pérdidas, respecto a lo terrestre. Eso es en esencia y en puridad el conocimiento de lo espiritual, lo que no es de esta tierra. Y Anita volvió. Y conociendo lo que es esencial también en el transmundo, también conocemos lo esencial de este mundo.
He citado a Moorjani, también podría haber citado a otros como Emilio Carrillo (que estaba a la sazón en la Casa de Acogida de Pepe Bravo en Málaga).
Pienso que tal vez a muchos convenga saber o recordar esto: incluso en la así llamada “intuición”, “el fluir con la vida”, “las sincronías”, etc. es posible el autoengaño y, por tanto, la subsiguiente decepción. El asunto es que, dentro de la «Novela espiritual” en el relato de ida, desde el mundo del negocio, la empresa, etc. hasta la espiritualidad, pues todo es muy bonito, dramáticamente bonito. Pero cuando la “hostia zen”, la decepción y el desastre se produce en el así llamado “mundo espiritual o de desarrollo personal”, ¿dónde acudimos?
Para quien anhele alcanzar de una sola tacada esta tríada prodigiosa: Sabiduría, Santidad y Riqueza, que sepa que sólo desde las grandes ilusiones son posibles las no menos grandes desilusiones. Aunque, para algunos, tal vez finalmente (porque es la vida) merece la pena tanto el camino de ida, como el de vuelta.El Being One lo cerró un Mooji que parecía un budita, no sólo por su hermosa figura, sino por su magnífica presencia, sus bendiciones, el silencio que expandía por el público.
Estaba claro que las entradas caras, la división de los asistente en clases (nada más ajeno a la unidad), la búsqueda de la grandiosidad por el mero tamaño o el número no eran la fórmula.
Conclusión: El Being One Forum salió como debía haber salido, con sus imprevistos y su incertidumbres, con su improvisación y espontaneidad, con su ordenado desorden, con la colaboración o protesta de los asistentes, con la ayuda de los improvisados voluntarios… No quiero ofender a nadie y esta es mi visión subjetiva: el verdadero desastre, la verdadera catástrofe es que hubiera salido como estaba planeado.
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros.
YogaSala. Yoga en el centro de Málaga.
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