Las cosas no son lo que parecen. El mundo de las formas engaña los sentidos, y la mente termina por creer en aquello que es irreal. En realidad, lo que viene a ocurrir es que creemos aquello que gustamos creer, aunque no sea cierto, aunque no sea verdad, aunque no sea auténtico. Escribe Emilio J. Gómez.
“Mirar y ver, he ahí el milagro”. Plutarco
¿Por qué ocurre esto? Porque vemos el mundo a través de los ojos de la mente. Percibimos una realidad tamizada de miedos y deseos. De anhelos, expectativas y esperanzas, todas ellas más o menos ocultas. No vemos las cosas tal y como son, sino como nos gustarían que fueran, o, lo que vendría a ser igual: como somos nosotros.
La mente hace gala de percibir aquello que en realidad no es otra cosa que una proyección más de nuestro “yo-idea”, es decir de nuestro ego. De ahí mismo surge la idea que tenemos de nosotros mismos, la cual siempre va a ser un espejismo, una ilusión… al igual que sus deseos y miedos.
Janendriyas y tanmatras, órganos de conocimiento y sentidos, no siempre ofrecen el conjunto total del conocimiento a Buddhi, la inteligencia. Tales sistemas realizan su trabajo a la perfección, pero para tener una percepción total, objetiva y real es preciso añadir un ingrediente más: es preciso aprender a mirar el exterior desde el interior.
Para que la comprensión sobrevenga se hace imprescindible ver el mundo desde el Corazón. Mirar desde el ego o la personalidad es condicionar la percepción a una visión imparcial. Sólo la conexión directa con el Ser posibilita la contemplación objetiva del mundo y por extensión sobreviene la comprensión directa e intuitiva de lo Real. Es en el mirar desde el Corazón donde la contemplación sucede sin esfuerzo.
Emilio J. Gómez es profesor de yoga del Círculo de Yoga Silencio Interior e imparte clases de meditación todos los miércoles, de 19 a 20:30 h. en Madrid.
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