Adentrarnos en el hinduismo es, como muchas veces he dicho, más que una religión, un modo de vida que va más allá de los templos, de sus dioses y diosas. El hinduismo se respira en cada rincón tan sólo observando el quehacer cotidiano de las gentes de India. Escribe Mayte Aguado (Maheswari).
Krishna sopló su caracola; entonces Arjuna y el resto de amigos, de las divisiones diversas del ejército del Pandavas, habían soplado sus caracolas respectivamente. El ruido turbulento resonó a través de la tierra y del cielo, rasgando el corazón de sus niños. (Bhagavad-Gita1.15-19).
Dicen que cuando Brahma estaba haciendo al mundo sintió la necesidad de crear una mujer para conserva la raza humana, y de su propio cuerpo produjo la primera mujer a la que llamó Shatrupa y de ahí nació la deidad con cuerpo de mujer.
Cuando llegamos a India podemos ver una variedad infinita de cultos hacia diferentes dioses. La pregunta es: ¿por qué de tantas deidades?, ¿realmente son necesarias?
Pongo un ejemplo para entenderlo un poco mejor: cuando Buda apareció, fue un hereje para el hinduismo, pero al surgirle muchísimos seguidores, los sacerdotes hinduistas le declararon suyo, proclamando que los que adoraban a Buda no pertenecían a una religión nueva, ya que el Iluminado no era sino una encarnación de Vishnu. Realmente ese espíritu de flexibilidad ha sido siempre una característica del hinduismo en toda su historia; de hecho en algunos templos hindúes podemos ver la figura de Jesús.
En mi humilde opinión pienso que desde tiempos inmemorables el hinduismo se ha ido enriqueciendo continuamente, entendiendo que de las luchas sólo se obtiene como resultado la muerte, mientras que, por el contrario, del desarrollo y adaptación se obtiene el progreso. Por eso el hinduismo sigue hoy en día atrayendo a tantas personas de todo el mundo.
Observando el movimiento de sus gentes, podemos ver cómo hacen del hinduismo un modo de vida, marcado por cuatro grandes objetivos: Dharma (comportamiento correcto), Artha (prosperidad material), Kama (placer físico) y Moksha (liberación del ciclo de la reencarnación). Y aunque tenemos una idea de que el verdadero hindú hace una renuncia total a la vida material en busca de la espiritualidad -y es cierto que hay millones personas que abandonan todas sus posesiones para llevar una vida de asceta-, también debemos conocer estos objetivos de la gente común para tener una visión un poco más clara en nuestra mente. Por impactante que nos parezca a los occidentales, es algo increíble ver cómo todos los hindúes conviven, respetan y aman lo mismo al hinduismo y su teoría del Karma: “Eres lo que fuiste y serás lo que eres”.
Millones de dioses
Dicen los textos que en India hay más de 300 millones de dioses y diosas, pero esta es una cantidad que sobrepasa la imaginación humana y que al escucharla, inmediatamente nos parece increíble. Para no dejarnos emborrachar por la cifra, todos debemos conocer que el hinduismo entiende de un sólo Dios, Brahman, y que tras él están las tres trinidades más importantes: Brahma, Vishnu y Shiva. Tenemos también las deidades épicas, que son la relación de hombres y dioses que se hicieron posibles gracias a las epopeyas de la literatura india, Ramayana y el Mahabharata. Luego tenemos las deidades de los Puranas, que son un proceso de absorción y combinación de las deidades populares, es decir combinando varias deidades en una.
Dicho todo esto, creo que para el occidental hipnotizado por India, el hinduismo y su espiritualidad, tras ver varias cosas y leer, le surge una pregunta que es la misma que me hacen en mis clases: ¿Por qué tienen tantos brazos y manos?, ¿qué significado tiene? A grandes rasgos y para que sea entendido, es muy sencillo. En la antigüedad se combinaban varias deidades, y cada una tenía diferentes cualidades. Para cada cualidad había una imagen, y todas esas imágenes eran importantes para su adoración. Imaginaros el impacto visual en la antigüedad, la cantidad de imágenes podría haber en un templo. La solución fue otorgar a una misma imagen varios brazos cuyas manos podían sostener algún objeto, para simbolizar las diversas cualidades de esa deidad en particular.
Podemos ver también algunas manos vacías. Entonces debemos fijarnos en la posición de los dedos y las palmas de las manos, pues nos van indicar el carácter de esa deidad. Por ejemplo, si los dedos de la mano señalan hacia arriba, significa protección (como cuando el Papa bendice al pueblo). Y si vemos que los dedos señalan hacia la tierra, es que el dios está en disposición caritativa. Estos mudras o gestos simbolizan sus poderes individuales y los diferencian de otras deidades.
Ahora, cuando entremos a un templo hindú, podremos ver muchos más allá de sus figuras. Pero recuerda que en India se toca la campana que queda suspendida en el techo de la entrada, pues es un signo de respeto y devoción. Ese sonido hace que el ruido de exterior se quede fuera, para que el sonido de la campana entre en tu mente interior y te concentres en ese bello presente, al que tú decidiste pasar.
Con mucho amor, Maheshwari.
Maheshwari (Mayte Aguado). Profesora de Yoga certificada por la Escuela Sivananda en Rudraprayag (India). Discípula de Fernando Díez. Colaboradora de la Fundación Vicente Ferrer y profesora de yoga en Guadalajara.