Lo he dicho numerosas veces en las clases que imparto de meditación: “Los científicos saben, pero los místicos saben mucho más”. Sinceramente, yo podría prescindir de Einstein, pero nunca podría hacerlo de Rumí, San Juan de la Cruz o Kabir, que han sido gran inspiración, consuelo y aliento para mi vida de buscador de la última realidad. Escribe Ramiro Calle.
Le debemos mucho a la ciencia bien encauzada y humanizada, al servicio genuino del bienestar del ser humano, pero también hay que reconocer, tras un riguroso examen, que la ciencia tiene sus límites y su lado sombrío, y que los científicos a veces han incurrido en un dogmatismo tan rígido como los creyentes y que unos y otros están atascados y no logran tener una visión más amplia o panorámica. Por mucho que se haga gala de la teoría de la evolución de la especie, por ejemplo, ésta no resuelve los grandes interrogantes existenciales de por qué y, sobre todo, para qué.
A pesar de tratarse de una dilatada obra, he leído con entusiasmo El científico y el santo, de Avinash Chandra. Me gustan los libros de pensamiento profundo, como es éste, que contienen innumerables citas y enseñanzas de sabios, metafísicos, eruditos y grandes maestros. Todo ello es una invitación a explorar no solo hacia afuera sino también hacia adentro. No se trata solo de conocer, sino de, principalmente, conocer al conocedor.
Se requiere un tipo de ciencia más “espiritualizado”, por decirlo así, o también más humilde y que se aparte de los parámetros asfixiantemente materialistas. Un científico puede también ser un místico y un místico estar abierto a la ciencia. Mística y ciencia deben matrimoniarse. Por fortuna los científicos de vanguardia ya no le dan en absoluto la espalda a los místicos ni a sus enseñanzas contemplativas. Saben que tienen que aprender mucho de ellos o que por lo menos merecen un respeto profundo. Saben también, si no están cegados por su fanatismo científico, que muchas enseñanzas que se vertieron hace miles de años ahora están siendo comprobadas científicamente, ya sea sobre los misterios del Cosmos o sobre la no menos misteriosa mente y la práctica meditativa. Los científicos corroboran enseñanzas místicas y los místicos iluminan en otros campos a los científicos. Unos y otros tratan, con sus métodos, de penetrar en lo invisible, que es aquello que todavía no ha logrado verse, como lo esotérico es aquello que todavía no se ha tornado exotérico.
Avinash Chandra en su obra se hace muchas preguntas, afronta grandes interrogantes existenciales, metafísicos, espirituales y también científicos. No es una obra para leer a la ligera, no solo porque cuenta con más de setecientas páginas, sino porque encierra mucho conocimiento y mucha sabiduría que hay que digerir lentamente, como si se tratara de un ejercicio yóguico. Está salpicada de enseñanzas de los grandes Despiertos de la Humanidad; una herencia espiritual que es como una lámpara que sigue iluminando un mundo convulso y desorientado.
En último término, las respuestas no están en la mente humana ordinaria, y por eso Buda declaró: “El que interroga, se equivoca; el que responde, se equivoca”. Más allá de los pensamientos, los conceptos, las fórmulas científicas, está el Silencio que habla. La cuestión es que para los sabios de Oriente, la mente hace el cerebro, y para los científicos, el cerebro hace la mente. Pero una y otra aseveración no se excluyen. Quizá haya una tercera vía y a esa apunta Avinash Chandra. El secreto para seguir avanzando por la larga senda de la autorrealización está en dudar, pero no en dejar que nuestro corazón se endurezca por la duda escéptica (que decía Buda) o sistemática.
El libro: http://elcientificoyelsanto.com/
Reseñas y opiniones sobre el libro: http://elcientificoyelsanto.com/resenas-y-opiniones/
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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