La acción es uno de los elementos cruciales de la vida en general y de nuestra sociedad en particular. Hace años un amigo me dijo: “En esta sociedad eres aquello que haces”, y cuando comencé a dar vueltas a esta contundente afirmación me di cuenta de que había mucho de cierto en ello… Escribe Montse Simon.
Tendemos a responder qué somos: abogados, profesoras, panaderos, estudiantes, etc., o bien decimos nuestro nombre y enseguida contamos aquello a lo que nos dedicamos o que nos gusta hacer. Casi de forma inevitable, la persona conecta hoy con la incertidumbre que genera el amplio abanico de posibilidades de cosas a hacer y la creciente inestabilidad laboral. Si no tengo claro a qué me voy a dedicar en la vida, ¿quién soy? ¿quién voy a ser?
Te preparan con un montón de estudios y de información para ser algo que no llega. Sin embargo, es interesante notar que el hecho de tener claro a qué te dedicas y que además eso sea lo que te gusta, no parece ser garantía de ninguna felicidad plena. Hay un gran número de personas que a pesar de tener un buen trabajo, que se supone que hacen lo que les gusta, que ocupan una determinada posición social,etc. no se sienten satisfechas, parece que “algo falla”. ¿Saber a qué me dedico y qué hago es saber quién soy?
Místicos y sabios de distintas tradiciones han hecho notar que en realidad no valemos por lo que hacemos sino por lo que Somos, y escribo Somos en mayúsculas porque no se trata aquí de ser alto, bajo, inteligente, tonto, médico, arquitecta, padre, madre…. sino del simple hecho de Ser, sin importar los atributos. “Eres algo más que lo que haces”.
Karma, los resultados de la acción
En la Bhagavad Gita, uno de los grandes textos de sabiduría de la India, se pone de manifiesto la dicotomía entre la acción y la inacción. Arjuna es un gran guerrero y tiene que luchar en una batalla para hacer justicia. Sin embargo, quiere desistir, no se ve capaz de luchar contra aquellos que son amigos y familiares suyos. Su gran amigo Krishna (una encarnación del Absoluto, aunque Arjuna todavía no se ha percatado de ello), le dará distintas enseñanzas para que comprenda por qué debe luchar. De entre estas enseñanzas es muy conocida y nos suele tocar de lleno aquella en la que Krishna dice:
«Sólo tienes derecho a las acciones, nunca a los resultados. No te identifiques con el que causa los resultados de la acción ni te apegues tampoco a la inacción» (Bh. G. II.47)
En sánscrito la palabra que traducimos como “acción” es la palabra karma, y karma significa tanto la “acción” como “los resultados de la acción”. Toda acción tiene unos resultados y, a menudo, cuando realizamos una acción es en aras de un resultado concreto. Sin embargo, parte de la tradición hindú nos enseña que no apropiarnos de la acción ni de los resultados nos libera de la carga de la identidad y la atadura de las expectativas.
La propuesta de Krishna es que hagamos lo que tengamos que hacer sin apegarnos a la idea de “yo hago” y a los resultados. Esta idea de la acción por la acción, sin las identificaciones de “yo” y “mío”, cobra sentido bajo el paraguas de otro concepto que es el de dharma (deber, ley, rectitud, moralidad, religión). Como decía un maestro de Varanasi, el dharma son los faros del coche que nos permiten ver y guiarnos en la oscuridad.
Fuera del contexto de la Bhagavad Gita, donde la enseñanza se transmite a un noble y honrado guerrero, el mensaje despierta cuestiones importantes como la posibilidad de que algún “salvador del mundo” cometa atrocidades en nombre de “su deber” y apele a que no es él quien hace la acción, ni el dueño de sus resultados porque lo hace en nombre de algo mucho mayor que él. Por eso es importante que la persona cultive en sí misma valores como el discernimiento entre lo que perdura y lo que es cambiante y perecedero, el desapego, el respeto, la humildad, la tranquilidad, la pureza del corazón, la ecuanimidad, la confianza, etc. No puedo insistir aquí lo suficiente en la importancia de cultivar este tipo de valores, antes de situarse “más allá del bien y del mal”.
Tampoco queremos que esta enseñanza se convierta en una justificación de acciones corruptas o de del abandono de toda responsabilidad frente a nuestras acciones.
Otra cuestión que se nos presenta hoy en día ante esta enseñanza es la de “¿cuál se supone que es mi deber?”. Krishna le dice a Arjuna que su deber como guerrero es luchar, pero en el mundo que vivimos no siempre está claro nuestro rol social: “¿cómo puedo cumplir con mi deber si ni tan solo tengo claro cuál es mi deber?”. Podemos optar aquí por hacer aquello que hacemos en cada momento de la mejor manera que sabemos y estar atentos para darnos cuenta, en la medida de lo posible, si estamos haciendo algo que “no debemos”. A menudo resulta más fácil saber lo que uno “no debe” hacer que lo que uno “debe” hacer.
Krishna revela a Arjuna (Dhanañjaya) la enseñanza del karma yoga (el yoga de la acción) y le define el yoga como “ecuanimidad”:
«¡Oh, Dhanañjaya! Abandonando todo apego y permaneciendo íntegro ante el éxito o la derrota, ejecuta las acciones establecido en el yoga. El yoga se define como ecuanimidad». (Bh. G. II.48)
Habiendo establecido que el yoga es ecuanimidad, le insta a practicarlo como “habilidad en la acción”:
«Aquel que posee una mente imparcial abandona en este mundo [la idea de] la acción buena y la mala. Con esa actitud [ecuánime] practica el yoga. Yoga es habilidad en la acción». (BH. G. II.50)
El yoga de la acción
El yoga de la acción consiste pues en realizar nuestro deber de forma completamente desinteresada. Desinteresada de cualquier resultado, “bueno” o “malo”, “ganancia” o “pérdida”, “gloria” o “deshonor”. Aunque en la actualidad se usa con frecuencia el término de karma yoga para referirse al servicio gratuito que se ofrece a un maestro o comunidad, me parece que vale la pena devolverle al término la profundidad de la que a veces lo despojamos. Se reciba o no una retribución, se reciban halagos o reproches, se trata de cumplir con nuestro deber, desempeñar nuestro rol, nuestra acción, de la mejor manera posible, sin apegarnos a cualesquiera que sean los resultados, sin apegarnos a la idea de “qué buena soy” o “qué mala soy” y un sinfín de juicios:
«Pero, oh Arjuna, aquel que a través de la mente controla los sentidos y comienza [a practicar] karma yoga, desapegado de los órganos de acción, se vuelve excelso». (Bh. G. III. 7)
La acción desinteresada y ecuánime está muy ligada al control de los sentidos y la mente para no identificarnos con el “hacedor” ni el “que goza de los frutos”. Un propuesta práctica para forjar ese desapego es la de ofrecer a lo divino, a la Vida, a la Energía Universal, al mundo, a nuestro ser más querido… cada una de nuestras acciones. Te invito a que pruebes en los próximos días a dedicar cada una de tus acciones a un ser querido.
Montse Simón, licenciada en filosofía, postgrado en Historia de las religiones y diploma en sánscrito por la Banaras Hindu University. Miembro de la Asociación de Yoga y Filosofía s’Om (http://formacion-yoga.org/).Amplía los estudios de Vedanta y de textos de la tradición con pandits y con svamis de la tradición vedantina. Profesora de yoga, filosofía india y sánscrito.