En busca del preceptor verdadero

2017-01-23

Aun en la India es difícil encontrar mentores serios de yoga u otras disciplinas afines. El buscador tiene que afilar su discernimiento. Bien es cierto que, como reza el antiguo adagio, «cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro». Pero hay tantos falsos mentores que no es fácil acertar, y uno tiene que poner a prueba al maestro. Escribe Ramiro Calle.

Tampoco deja de ser cierto que cada discípulo tiene el maestro que se merece… y el maestro, el discípulo que igualmente merece. El maestro hace al discípulo y el discípulo al maestro, como la madre al hijo y viceversa.

Hay que tener cuidado con los maestros que mucho predican pero no practican, aquellos que hablan de desapego y están férreamente apegados, que hablan de humildad y son unos narcisistas, que hablan de accesibilidad y no hay quien se los acerque.

El siguiente cuento indio alerta sobre los  mentores. Se reúnen tres de ellos que han obtenido pingües ganancias. Lo comentan entre ellos y los tres aseveran que parte de lo que recogen se lo entregan a Dios. El primero de ellos explica:

-Dibujo un  círculo en la tierra y lanzo al aire las monedas que he recibido. Las que entran en el círculo son para mí y las otras para Dios.

El segundo mentor declara:

-También yo trazo un círculo en el suelo. Las monedas que entran en el círculo son para Dios y las que se salen del círculo son para mí.

El preceptor falso asevera:

-También yo lanzo las monedas al aire tras haber hecho un círculo en el suelo. Las monedas que caen son para mí y las que no son para Dios.

El maestro exterior, si es auténtico, transmite las enseñanzas y métodos para que el discípulo alcance su libertad interior y se establezca en su propio maestro interno. Uno debe asirse a sí mismo y no al maestro de carne y hueso. El auténtico mentor pone alas de libertad, en tanto que el falso quiere apegarte a él y que de él neuróticamente dependas.

Seguimos la Senda para al final hollar cada uno su propia senda, pues la senda sin senda es la Senda. No se trata de imitar, sino de ser. Nacemos libres, así que no debemos  ser cautivos de un maestro. Eso no lo querrían ni Buda, ni Lao-Tsé, ni Mahavira, ni Jesús.

El maestro transmite enseñanzas para trascender al propio maestro; malo si uno se queda aferrado al mismo y no puede seguir el viaje a los adentros en busca del satgurú o maestro interior.

Ramiro Calle

RamiroCalleMás de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.

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