Este libro nos enseña cómo prevenir, desde el mindfulness, no solo las pataletas de nuestros hijos sino también las nuestras. Edita: Ediciones B. PVP: 15 €
La crianza puede ser estresante y, cuando tus hijos tienen una pataleta, no resulta fácil mantener la calma, por no hablar de calmarlos. Los niños están aprendiendo a gestionar las emociones intensas y a prestar atención y tomar decisiones útiles, pero no siempre lo consiguen. Las desagradables luchas de poder pueden hacer que te sientas frustrado y desesperanzado, y tu hijo más alterado y estresado. Pero no tiene por qué ser así.
1, 2, 3, ¡respira! es un libro imprescindible, con soluciones reales que os ayudarán, a ti y a tus hijos, a gestionar de forma consciente los retos diarios. Gracias a los divertidos juegos, actividades y ejercicios que contiene, podrás guardar la compostura, utilizar el mindfulness con tus hijos y proporcionarles las habilidades que necesitan para gestionar mejor el estrés, las emociones difíciles y los problemas de atención. Las crisis son inevitables, pero con este libro sabrás qué hacer para restaurar la paz.
Algunos extractos del libro
«¿Qué es el mindfulness? Existen muchas definiciones formales, algunas más espirituales, otras más terrenales y otras científicas, pero todas comparten ciertos aspectos: intención, atención, aceptación y amabilidad/cordialidad. Aunque se trata de palabras de gran envergadura para muchos niños, los conceptos que las respaldan son relativamente simples: elegir, darse cuenta, sentirse bien con lo que de verdad está sucediendo, sea lo que sea, y ser amable con uno mismo y los demás.»
«Quizás el mayor error en este sentido es considerar que la práctica del mindfulness tiene como objetivo ser feliz o estar sereno. Aunque la felicidad y la reducción del estrés son efectos secundarios comunes y muy agradables del hecho de estar en el momento presente sin desear que cambie, no son lo mismo que el mindfulness. Básicamente, este consiste en ser conscientes y aceptar lo que está ocurriendo en este momento, lo que a veces puede implicar experimentar emociones difíciles o dolorosas hasta que desaparezcan. Y lo hacen. Se trata de una práctica sumamente pragmática que nos enseña a vernos a nosotros mismos y a los demás con claridad para así poder tomar la decisión más adecuada posible en cualquier situación.»
«Existen muchas formas de compartir con ellos el mindfulness. Me centraré en tres métodos que exploraremos con mayor profundidad a lo largo del libro:
- Ejemplificarlo para nuestros hijos. Como todos los padres saben, nuestros pequeños no siempre se muestran receptivos a nuestras instrucciones o sugerencias. En los momentos en que no demuestran interés, lo mejor es reaccionar con toda la presencia, aceptación y amabilidad/cordialidad que seamos capaces de reunir. Cada vez que consigamos reaccionar así estaremos ejemplificando para ellos una respuesta consciente a una situación difícil.
- Compartir con ellos un libro, una actividad específica o una meditación guiada con el propósito de enseñarles el lenguaje, los conceptos y las prácticas del mindfulness. Si los dos estáis tranquilos y conectados, vuestro hijo aprenderá mucho de esos momentos.
- Enseñarles las herramientas y habilidades para responder conscientemente y tranquilizarse cuando estén atravesando un momento difícil. Por ejemplo, realizar tres respiraciones conscientes, pasar un rato en el rincón de la calma o «salir para entrar». Estas prácticas serán más útiles si las llevamos a cabo con nuestro hijo en lugar de, simplemente, decirle que las haga solo; al menos al principio.»
Algunos ejercicios y actividades
«Recordar las iniciales ARE. La A corresponde a Atención. Cuando las cosas se ponen estresantes o caóticas o no sabemos qué hacer, siempre podemos detenernos y prestar atención. La R corresponde a Respirar. Prestar atención a la respiración puede ayudarnos a calmarnos y centrarnos para tomar mejores decisiones. La E corresponde a Elegir. Respirar conscientemente puede ayudarnos a elegir con mayor acierto qué hacer a continuación.»
«¿Qué recordará? Esta estrategia consiste en preguntarle vuestro hijo en cualquier momento del día qué recordará de lo que está viviendo. Tened presente que no estáis buscando una respuesta en particular, y su recuerdo no tiene por qué ser positivo o feliz. Darse cuenta y ser capaz de tolerar los momentos más difíciles o desagradables de la vida es de un valor incalculable. Preguntadle a vuestro hijo qué recordará de ese día y mostraos receptivos a su respuesta, sea cual sea.»
«Crear el rincón de la calma. Además de despejar vuestra casa, podéis crear un rincón específico para calmarse. Este puede consistir en una habitación pequeña, un rincón en una habitación, una silla cómoda o una tienda de campaña infantil para interiores. He aquí algunos aspectos a tener en cuenta:
- Aunque no es necesario, podéis elegir un tema para ese espacio. Una amiga mía lo llamó “Calma glacial” y puso libros sobre el Antártico y peluches de pingüinos y osos polares. Otra amiga lo llamó “Asiento espacial”; ella y su hijo recortaron estrellas y planetas, los colgaron del techo y pusieron el muñeco alienígena preferido de su hijo y unos cuantos libros y juguetes de temática espacial.
- Elegid unos cuantos muñecos que le gusten o actividades que pueda realizar solo.
- No pongáis demasiadas cosas, harán que le resulte difícil centrarse.
- Nada de pantallas, tablets ni juguetes electrónicos en el rincón de la calma, salvo un MP3 o un reproductor de CDs con meditaciones guiadas.
- No se trata de un rincón de pensar y vuestro hijo no debe acudir a él obligado. Debe asociarlo a sensaciones positivas.
El rincón de la calma es un lugar sagrado donde no está permitido gritar, regañar, discutir, pelear, cuestionar ni negociar. El objetivo de este lugar no es analizar situaciones o replantear problemas. Es un lugar para estar, respirar con calma y realizar actividades tranquilas y relajantes. Eso es todo. Cuando uno está ahí, debe sentirse seguro.»
«Los padres vivimos el día a día acelerados, anticipando problemas, elaborando planes y, en general, haciendo lo que sea a toda prisa para pasar a lo siguiente. Pero esto resulta agotador, no es sostenible y, si no tenemos cuidado, nuestros hijos adoptarán unos hábitos similares. Como nosotros, pueden acabar sintiendo que sus vidas son una sucesión de “preparados, listos… ¡ya!” sin siquiera un momento para tranquilizarse, centrarse y reflexionar sobre dónde han estado, dónde están y adónde quieren ir. Afortunadamente, podemos ayudarlos a romper ese ciclo. Podemos enseñarles a prepararse, estar a punto y simplemente respirar. Cada vez que consigan hacerlo o cada vez que nosotros podamos hacerlo con ellos, estaremos plantando las semillas del mindfulness. De esta forma estaremos inculcándoles habilidades y prácticas que les servirán a lo largo de toda la vida.»
La autora
Carla Naumburg es trabajadora social clínica, escritora y, lo que es más importante, madre. Autora de Parenting in the Present Moment, gestiona asimismo el blog Mindful Parenting en psychcentral.com y es editora colaboradora en kveller.com. Sus escritos han sido publicados en The New York Times, The Washington Post y The Huffington Post, entre otros medios.