El yoga ha sobrevivido a lo largo de más de siete mil años. ¿A qué se debe ese vigor, esa capacidad extraordinaria para la supervivencia y para haberse convertido en el eje espiritual de Oriente y ser cada vez más practicado en Occidente? Escribe Ramiro Calle.
Básicamente a que es un conjunto de eficientes y verificadas herramientas psicosomáticas para favorecer la evolución consciente, mejorar la calidad de vida interior, estabilizar la mente y sanear las emociones, además de facilitar el progreso espiritual.
La farmacia del yoga es impresionantemente rica en «medicamentos» para que el ser humano pueda sentirse mejor, resolver conflictos internos y actualizar potenciales mentales aletargados. Pero del mismo modo que por mucho que se lea el prospecto de un medicamento si no se ingiere no sirve de nada, así las técnicas del yoga tienen que ser aplicadas con asiduidad para que procuren todos sus beneficios.
No hay que pasar por alto que aunque en el yoga hay filosofía, psicología, metafísica y mística, es de manera muy especial un método práctico, más allá de creencias religiosas, aséptico, que apela siempre a la experiencia personal. El yoga es práctico e invita a la práctica, sin quedarse en teorías, especulaciones o abstracciones filosóficas. Es una «filosofía» práctica, una técnica de vida, un arte de vivir, y por encima de todo un inmenso conjunto de procedimientos psicofísicos, energéticos y espirituales para incidir sobre el cuerpo, el cuerpo energético, la mente, el sistema emocional y el supramental. Es el primer método de mejoramiento humano del orbe, que recoge innumerables técnica de meditación para el metódico entrenamiento de la mente, el desarrollo interior y la conquista de la sabiduría que realmente transforma y humaniza.
Las diversas corrientes filosóficas a lo largo de la historia han demostrado su ineficacia para transformar al ser humano y hacer posible lo que más urge: cambiar la mente, pues sin esa mutación las personas seguirán condicionadas por sus tendencias de ofuscación, avaricia y odio. Les ha faltado un método práctico y ellas mismas se han desertizado en todo tipo de especulaciones filosóficas, sin duda interesantes y muy sugerentes, pero ineficientes en cuanto a poder serenar y esclarecer la mente. Reportan conocimiento, pero no esa Sabiduría que ha acuñado precisamente el término. Al faltarles las herramientas necesarias para el cambio interior, se han quedado atascadas en su circuíto de elucubraciones intelectuales, que aun habiendo conseguido ser de altura, no tienen capacidad transnformativa.
No basta con decir a dónde hay que ir, sino procurar los medios o vehículos para poder desplazarse. Igual que para cruzar el río de una a otra orilla (de la de la servidumbre a la de la libertad) se requiere una balsa, así para alcanzar la independencia de la mente y la libertad interior se precisan métodos prácticos, que en el yoga implican:
– El trabajo consciente sobre el cuerpo, a través de los esquemas corporales, las técnicas de control respiratorio, la relajación consciente y otros procedimientos muy variados de dominio psicosomático y reorientación de las energías. En este sentido opera el verdadero hatha-yoga, pero en absoluto los pseudoyogas o «yogas» desvirtuados, y en absoluto los meros «yogas» deportivos o gimnásticos.
– La práctica de la meditación y diversas técnicas de autoconocimiento, autodesarrollo y concentración-visualización.
– La utilización correcta del discernimiento, que va reportando una nueva manera de ver.
– El cultivo de la percepción consciente de lo que va sucediendo fuera y dentro de uno.
– La autoobservación y la contemplación de reacciones mentales y emocionales.
– Permanecer más atento a lo que se piensa, se dice y se hace.
– La acción más consciente, diestra y cooperante.
– Procedimientos para estimular el flujo de energías.
– El firme propósito de hacerse más consciente.
El yogui se convierte en su propio laboratorio viviente. Realiza sobre sí mismo la alquimia para transformar sus cualidades y tendencias insanas en cualidades y tendencias sanas. Pone los medios hábiles para aprender a dirigir el pensamiento pero también ir más allá del pensamiento, porque como reza la antigua enseñanza yóguica:
Cuando el pensamiento cesa, se revela la luz del ser.
Existen en el yoga innumerables técnicas para aprender a someter el pensamiento y reencontrarse con la esencia que es previa al pensamiento. El término meditación deriva de la misma raíz latina que médico, medicina o medicamento. Es la medicina de la mente y del sistema emocional. Uno tiene que convertirse en un propio maestro y su propio discípulo; en su propio terapeuta y su propio paciente. La senda hacia la real mutación de la consciencia para conectar con la Conciencia es larga, pero se nos han proporcionado los mapas para recorrerla, las brújulas para no perder el norte.