Las tres ayudas vitales de Yoga para sanar – 1ª parte

2016-07-18

¿Cómo ayuda el Yoga a vencer la enfermedad y, en concreto, a sanar de un cáncer? A lo largo de tres entregas, Raquel Webb, responsable de la Escuela Internacional de Yoga en Cádiz y Sevilla, comparte su experiencia y su propia investigación sobre lo que ella llama «las tres ayudas vitales del Yoga».

Raquel Webb

El cáncer me robó el aliento, el Yoga me lo devuelve día a día. Recibir la noticia de que padecía cáncer de colon con metástasis en fase cuatro fue como si me apuntaran con una pistola en la cabeza. Ese instante, de apenas unos segundos de duración, quedaron suspendidos en la eternidad, y han transmutado en un proceso profundo e intenso donde el Yoga es el eje central. Hoy elijo compartir contigo este proceso.

A lo largo de las siguientes líneas resumiré los beneficios del Yoga para las personas con cáncer o con cualquier otra enfermedad crónica, y como también resultan favorables para sus familiares y su entorno.

Estos más de dos años están resultando ser un camino de aprendizaje continuo, tanto como paciente de cáncer como profesora de Yoga, lo que me ha llevado a descifrar tres ayudas vitales del Yoga:

  1. La observación
  2. La fortaleza psicofísica
  3. La nutrición y la luz

El cáncer es un elemento bélico que llega para romper el equilibrio de tu vida. Es un cambio radical, y el enemigo a ese cambio es la resistencia. En vez de luchar contra él, podemos poco a poco aceptarlo e inclusive ¡fluir con él!, formando parte de dicho cambio en lugar de negarlo o rechazarlo.

El Yoga se alza como herramienta para manejar situaciones de diversa índole. Practicar Yoga me ha allanado el camino para encajar la noticia de mi enfermedad, he ganado en serenidad conmigo misma y soy capaz de gestionar mejor mi día a día. El Yoga también me ha enseñado a escucharme a mí misma y a afinar mi percepción, resultando de gran valor íntimo el día que recibí la noticia de mi enfermedad, por muy débil y dolorida que me encontrase.

Vivenciar algo traumático (accidente, muerte de un familiar o enfermedad) nos devuelve a nuestro centro, observando y sintiendo desde la identidad propia. Es una oportunidad de tomar consciencia de uno mismo. Se abre en nuestra mente un panel observador en el cual te conviertes en el testigo de tu vida, y la comienzas a ver como una película delante de tus ojos. En mi caso, de golpe sentí una fuerza interior sobrecogedora en el cual mi identidad como persona desapareció por completo, y durante dos semanas, esta fuerza me colocó en el segundo que somos y estamos.

En ese momento se puede elegir estar del lado de la vida o no, y esta actitud misma va a reflejar el proceso. Se trata de cómo lo vas a manejar tú y, por consiguiente, tu familia y tu entorno. Puede parecer una elección es obvia… pero no me refiero sencillamente a vivir, me refiero a vivir conscientemente.

¿Y qué es vivir conscientemente?

Vivir conectado con uno mismo y con los demás. Y en ello ocurre lo evidente que es estar en el momento presente. En este ámbito, el Yoga desarrolla la observación y la plena atención, también conocido como mindfulness, que se practica de manera explícita guiado por un profesor. El alumno integra estos aprendizajes y comienza a observarse desde lo exterior y seguidamente desde lo interior, llegando a testificar los pensamientos, las emociones, el habla y las acciones.

Ayuda Vital 1- La observación

¿Cómo observar y el qué?

Sencillamente observas cómo piensas, cómo hablas, cómo comes, cómo caminas, cómo respiras, cómo manejas situaciones de diferente índole, cómo eres con las personas queridas, con los desconocidos, con el entorno, etcétera. Observas desde el amor y el respeto, dejando a un lado la autocrítica.

La observación afina la escucha interior y la respiración es una excelente puerta de entrada. El aprendizaje de la respiración está en el núcleo de la práctica de Yoga y es una parte sustancial de la sanación. La respiración une al cuerpo y a la mente, teniendo un gran impacto en ambos. En Yoga descubrimos cómo nuestro cuerpo respira y cómo la respiración está conectada al sistema nervioso, a la mente y a las emociones.

Aprendemos a sentir lo que es estar en nuestro cuerpo y poder observar las emociones, sabiendo que éstas vienen y van. En cualquier enfermedad es común sentir ansiedad, miedo, impotencia y contrariedad. Cuando experimentamos algunos de estos estados de ánimo, la mente cree que será para siempre, y se anticipa, creando una película con todos los actores, escenarios y actos. La próxima vez que te suceda, detente, observa y pregúntate: ¿cómo te llega este estado, de dónde viene y dónde se manifiesta en tu organismo?

El Yoga nos aporta serenidad y capacidad de observación del comportamiento de nuestra mente, siendo de gran ayuda para gestionar mejor nuestros estados de ánimo y emociones. En unión con el cuerpo, resultan ser una herramienta para mejorar nuestra calidad de vida y crecer como seres.

Llegará un punto en el que comiences a vivir las emociones sin darles importancia, después de comprender que son pasajeras, y que afectan principalmente a tu cuerpo exterior pero menos a tu interior. Ser consciente de que los diferentes estados emocionales son pasajeros y que tu vida no es una crisis emocional permanente es fundamental para ganar en confianza y seguir adelante. El Yoga nos acompaña en este proceso y va trascendiendo a nuestra vida cotidiana de forma progresiva, tomando consciencia de cómo te comunicas contigo mismo y de cómo te tratas. Quizás observes las cosas que realmente admiras de ti mismo y otras que deseas mejorar y transformar.

«¿Por qué me tocó a mí?» y «¿Cuál es el propósito de la vida?» seguramente sean las preguntas que te hayas hecho si padeces una enfermedad grave.

Vivimos dentro de unos sistemas sociales que incluyen el matrimonio/vida en pareja, el trabajo, la casa… En ellos adoptamos unos roles determinados: padre o madre, hij@, trabajador, espos@, etc. Si una enfermedad ha llamado a nuestra puerta probablemente haya alguno de estos sistemas que no fluye correctamente. Yo me consideraba una superwoman, que podía con todo y no pedía ayuda de nadie. Superwoman ¿para qué y para quién?… Siempre pensaba que podía ser mejor, que podía demostrar aún más y que el arcoiris era más bonito al otro lado. En realidad, tenía todo lo que tenía que ser, ya era; todo lo que estar, ya estaba. Si ya has llegado a este punto de inflexión, te invito a que te hagas la misma pregunta que yo: ¿qué necesita mi cuerpo de para sanarse?

La capacidad de observación que se adquiere con la práctica de yoga nos asiste a descubrir qué es lo que no fluye en uno mismo (el aspecto interior) y en la vida/entorno (el aspecto exterior).

¿Cómo entonces se puede aceptar una enfermedad como, por ejemplo, el cáncer?

La comprensión a nivel de la mente es difícil porque buscamos razones y respuestas claras. En muchos casos, incluido el mío, no existe una respuesta clara al por qué con 41 años comencé a desarrollar un tumor maligno en el colon. La aceptación es un acto de rendición que procede del amor. El Yoga me enseña cada día a entregarme a este nuevo giro de mi vida.

En este momento quizás te preguntes: «¿Tengo que estar todo el día observando y testificando cada cosa que siento, pienso, digo y hago?» No. Con el Yoga se aprende a observar de forma neutral. Al principio puede resultar pesado, pero rápidamente se convierte en algo espontáneo, y solo evidencias los resultados.

(Continuará la 2ª parte el próximo lunes)

Nota: Antes de abordar cualquier actividad física consúltalo con tu médico.

Raquel Webb

Responsable de la Escuela Internacional de Yoga en Cádiz y Sevilla. Formadora de Âsana. Profesora de Hatha Yoga.