En la vida suceden cosas trágicas y dolorosas. A veces todas las personas (utilizaré el femenino genérico “persona”) tenemos días y épocas oscuras, conflictivas, dolorosas, desconcertantes, solitarias y densas que desearíamos borrar. Escribe Tania Muñoz.
«Nada desaparece nunca hasta que nos ha enseñado lo que necesitamos saber»
Pema Chödrön
Ya sabemos que por mucho que nos empeñemos en negar o huir de ciertas realidades sombrías, ahí se quedarán, y encima evidenciándose con más fuerza hasta que hagas caso. Hasta que no reconozcas qué y para qué duele, de nada sirve escaquearte y refugiarte en la hiperactividad, la comida o las relaciones.
2015 ha sido un año difícil para mí, y aún estoy de resaca emocional. Mi camino es ahora curarme de lo que cortó mi alegría, mi camino es retomarla, desandar, despojarme. Por eso te comprendo bien, porque sé lo difícil que es dirigir la oscuridad, el desconcierto y el dolor profundo. Sé lo que duelen las lágrimas de aprendizaje y los íntimos momentos de lucha contra la bestia interior. Sí, también yo me reconozco en ti, en tu búsqueda, en tu sentir.
No podemos cambiar lo que ha pasado, pero podemos cambiar cómo nos afecta y cómo reaccionamos. Eso hará la vida más fácil o difícil. Puedes luchar, patalear y resistirte o puedes atender y dejar ser lo que es.
Y no, no es una cuestión de actitud. Las actitudes son frutos, no raíces. Es cuestión de algo más profundo, sutil y radical. Un estado interno de Ser.
Sentir la perdida, vulnerabilidad, desengaño o desilusión te pone cara a cara con la oscuridad, la reactividad del ego y con tu propia hambre, pero sin la oscuridad nunca veríamos las estrellas. Para mí, mostrarme en toda mi fragilidad me ha abierto a compartir desde el corazón y a que otras personas compartan conmigo desde su amor más puro.
Suelta lo que te pesa
No soy ni pretendo ser una superwoman yoguini, sino limitada e imperfecta, y si me atrevo a escribirte esto es porque durante mis épocas difíciles me ayuda muchísimo leer las experiencias sinceras y abiertas de otras personas que pasaron por ello, sus consejos y ánimos. Por eso, si estás pasando por tiempos oscuros, quiero decirte que todo pasa, el tiempo cura el corazón. Y mientras tanto no te olvides de ti, cuídate, quiérete, bebe suficiente agua y respira profundo. Eres valiosa y amada. Confía, mantén la calma y practica a tu propio ritmo el aceptar y dejar ir, pues lo que no sueltas lo cargas, lo que cargas te pesa y lo que pesa te hunde.
En los momentos oscuros es importante no dramatizar, cuidar las puertas de los sentidos y ser muy conscientes de lo que dejamos entrar y quedarse, meditar (en la luz del corazón, con un mantra), atender a lo que hay, utilizar anclas, pasear descalza por el bosque, y sobre todo no añadirle sufrimiento al dolor.
Para mí ha sido cuestión de tiempo y paciencia. Sentarme, sentir, rendirme, afrontar, respirar lo que es y desenredar con cariño del lento mi confusión, miedo, vértigo y angustia. Nadie sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es la única opción. Y he descubierto que se puede ser fuerte y frágil a la vez y que detrás de esa fragilidad está el amor como una fuerza íntima y templada, capaz de rasgar la dualidad.
El yoga tiene sus propias herramientas para esos días de huracanes y eclipses. Aguanta. Respira hondo. No huyas de la practica cuando todo se pone difícil. En este momento es fácil rendirse y caer en un victimismo que nos puede llevar a un agujero sin fondo. Pero la puerta de entrada y de salida del agujero están dentro de nosotras. Siempre podemos ser maestras de nuestras circunstancias y coger las riendas de nuestro estado.
Deja que sea y respira
Todas tenemos el potencial de resistir y desplegar nuestras alas, de salir hacia arriba como la flor de loto. Esto es lo que nuestra práctica de yoga en los días oscuros puede hacer por nosotras: nos ayuda a salir del barro y de nuestras propias jaulas, nos abre a nuestra fortaleza sensible, nos permite brillar sin miedo, elevarnos y pasar por todos los obstáculos de forma suave, progresiva, sostenible.
También en nuestra práctica de yoga suceden estas cosas. Unas posturas no nos salen, nuestra energía decae, todo nos cuesta y parece que retrocedemos. En el rechazo, la insatisfacción y confusión creamos un bucle sin fin de pensamientos estresantes perfectamente elaborados en pocos segundos y que adornan lo que está sucediendo y lo hacen peor. Mucho peor.
Te animo a que pruebes algo cuando vuelva a aparecer un momento de oscuridad: deja que sea y respira profundo. Seguro que tiene mucho por decirte, seguro que no es tan temible. Permite que se establezca el encuentro desde la escucha y el respeto. En un diálogo entre aceptación e integración, pues si la aceptación tiene la raíz en el conformismo, no tiene sentido.
Y toma conciencia: ¿qué has sentido? ¿Cómo reaccionaba tu mente más enjuiciadora al tener que enfocarse en el inhalar y exhalar? ¿Qué tenías que decirte a ti misma que no podías ver al empeñarte en negar esa realidad sombría? ¿Cómo estás ahora?
Definitivamente el yoga nos ayuda a vivir desde un lugar tranquilo el baile de las tres gunas, equilibrando sus colores, tiñéndonos de blanco y permitiéndonos escuchar la voz del alma. Frente a las épocas oscuras, que la esterilla sea tu refugio, protegido y cálido donde dedicarte tiempo, observar, reconocer, recuperar.
Tu práctica, si te dejas, va quitando las malas hierbas para plantar flores, rompe las cadenas de pensamientos y emociones oscuras y te acerca a sentir la luz del Ser.
“En mi mundo nunca ocurre nada malo”. Nisargadata
Tania Muñoz, es profesora de yoga en www.yogawithkalyana.com. En esta, su web, puedes leer su blog con interesantes artículos.