Recientemente prologué y comenté un texto titulado Vijnana Bhairava Tantra que ofrece nada menos que 112 métodos para controlar el pensamiento e ir más allá del mismo. Escribe Ramiro Calle.
En el pensamiento hay acumulación de datos, tiempo y espacio, conflicto, apego y aborrecimiento, insatisfacción profunda, pero más allá del pensamiento hay paz, armonía, una reveladora experiencia de ser.
Estos 112 métodos (muchos de los cuales imparto en mis clases de meditación) nos van enseñando a frenar el pensamiento y a poder hallar una rendija para ir más allá del mismo, conectando así con la mente quieta y con nuestra propia identidad.
Hay técnicas para inhibir el discurso mental mediante el apoyo de la respiración, técnicas para hacer el silencio interior y conectar con la vacuidad de la mente, técnicas de concentración intensa para controlar las ideas y hallar una dimensión de claridad. Así surge una experiencia transformativa que viene del otro lado del pensamiento.
De manera natural, todos alguna vez nos hemos quedado gozosamente absortos mirando una fogata o contemplando un atardecer, como cuando abrazamos a un amigo que no veíamos hace tiempo, o en el acoplamiento sexual. También con la música o inmersos en el arrobador silencio de la naturaleza. De hecho, de manera espontánea y a lo largo de nuestras vidas, todos hemos tenido momentos de ensimismamiento (estar en sí mismo). Es como un instante de gloria que no hemos buscado pero que se ha producido de modo natural. Pero lo que tratamos de hacer con las técnicas de meditación, muchas inspiradas en el texto mencionado al principio, es lograr de forma intencionada que el pensamiento cese para que surja la inmaculada experiencia del ser. Y en este sentido uno trabaja en su propio laboratorio viviente, que es su mente y su cuerpo.
Hacia la mente profunda
El pensamiento y el ego son hermanos gemelos, que se apoyan entre sí. Si el pensamiento cesa, ¿dónde está el ego? El control del pensamiento ayuda a suspender la desmesurada actividad egocéntrica, que tanto nos hace sufrir a nosotros mismos y a los demás. Pero, de acuerdo con los sabios de Oriente, «cuando el pensamiento cesa, se revela la luz del ser». Es decir, que hay una experiencia muy íntima y reveladora que se nos escapa porque siempre estamos en la red de los pensamientos, a menudo teñidos por la ofuscación, la avidez y el odio.
Permanecemos en la superficie de una mente desordenada y caótica, excesivamente centrifugada y que nos aliena. Pero mediante las prácticas de meditación tratamos de conectar con la naturaleza silente y transformadora de la mente. Así es como si nos diéramos un «baño» de nuestro propio ser, que nos limpia y esclarece. Durante unos minutos nos adentramos en lo íntimo de nosotros, desligándonos de las actividades externas y disgustos, preocupaciones, tensiones e incertidumbres.
Ha sido una constante a lo largo de la historia del yoga y de la espiritualidad oriental en general la insistencia en la necesidad de viajar hacia los adentros, conquistar el pensamiento (que es el que se representa e interpreta los fenómenos y situaciones de la vida) y situarse en la antesala del discurso mental, para recobrar una confortadora e inspiradora experiencia de ser que escapa a la mente ordinaria.
Incluso las técnicas del verdadero hatha-yoga o yoga psicofísico pretenden abrir veredas hacia la mente quieta y profunda. El trabajo consciente sobre el cuerpo es no solo para favorecer la salud psicosomática, sino para explorar y sondear la mente profunda, logrando que las ideas cesen y entrenando la atención mental pura. Ese es el verdadero espíritu del hatha-yoga, que muchas tendencias de «yoga» que no son verdadero yoga y se asocian con el fitness ignoran, traicionando así la esencia del yoga, a pesar de que ya hace décadas Jung, Krishnamurti y otras mentes privilegiadas previnieron sobre ello.
Hay un saber, pues, que está más allá del saber intelectual o la acumulación de datos. Ese saber realmente iluminador es la Sabiduría, que no es transferible, porque cada persona tiene que ganar la suya y, finalmente, encender su propia lámpara. El conocimiento se comparte; la Sabiduría se conquista en uno mismo.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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