Luz de las Escrituras/ asato mā sad gamaya 

2016-01-08

Práctica, conocimiento y resultado del mantra en su contexto revelado(r) (Bṛihadāraṇyaka Upaniṣhad I.3.28), con el comentario de Śhaṅkarāchārya. Traducción y sub-comentario de David Rodrigo (Āchārya Jijñāsu), maestro tradicional de  Advaita Vedānta.  

Escrituras asato

 Bṛihadāraṇyaka Upaniṣhad I.3.28

[…] Haz japa* de esto:

*repetición mental del mantra con el conocimiento al que señala e imprimiéndolo en tu corazón-intelecto, Yoga Sūtras I.28   

असतो मा सद्‌गमय,

तमसो मा ज्योतिर्‌गमय,

मृत्योर्‌माअमृतं गमय।

asato mā sad-gamaya,

tamaso mā jyotir-gamaya,

mṛityor-mā-amṛtaṁ gamaya |

Del mal (asataḥ) condúceme (mā gamaya) al bien (sat)*,

de la oscuridad (tamasaḥ) condúceme a la luz (jyotiḥ),

de la muerte (mṛityoḥ) condúceme a la inmortalidad (amṛtaṁ).

*A-sat habitualmente se traduce como lo no existente, pero en este mantra se usa en su otro significado, como el mal, según explica el comentario de Śhaṅkarāchārya.

Cuando dice ´del mal condúceme al bien´ mal significa muerte y bien inmortalidad. Por tanto dice: De la muerte condúceme a la inmortalidad, hazme inmortal. Cuando dice ´de la oscuridad condúceme a la luz´ oscuridad significa muerte y luz inmortalidad. Por tanto dice: De la muerte condúceme a la inmortalidad, hazme inmortal. En la frase ´de la muerte condúceme a la inmortalidad´ el significado no está oculto.   

[…] Esto [meditación] ciertamente gana el mundo [divino, inmortal, pleno]. Quien conoce el Sāman (fuerza vital) como tal no tiene que rezar por si no está preparado para este mundo.”

Śhaṅkarāchārya:

“La repetición de estos mantras por quien posee este conocimiento produce el resultado de elevar a la divinidad. Es decir, uno avanza hacia la realización de la propia divinidad innata.”

Quien transformándose viaja del mal al bien, de la oscuridad a la luz, de la muerte a lo inmortal es tu buddhi (discernimiento, corazón-intelecto). Y ello sucede porque ahora, estando  confundido, se auto-identifica con lo mortal (efímero, cambiante, particular, diferente, limitado, que nace, vive condicionado y muere): tu ego (ahaṁkāra) -tu idea equivocada de ti mismo-, que posee mente-sentidos-órganos de acción-cuerpo, con lo que percibe, siente y desea, teme, etc. sus respectivos objetos, que llama mundo o realidad.

Sumergiéndose en la repetición con conocimiento de estos mantras y en su sentimiento, tu buddhi se desprende del error, y por tanto de su auto-identificación con el ego-mente-sentidos-órganos-objetos de percepción, y cruza a la otra orilla, donde realiza directamente su propia realidad divina: inmortal, permanente, inmutable, una sin segundo ´advaita´, existencia que es por sí misma, consciencia que brilla por sí misma y se conoce a sí misma, plenitud incondicionada, libre, infragmentable.

“Estos son los mantras del Yajur [Veda] en cuestión: ´Del mal condúceme al bien, de la oscuridad condúceme a la luz, de la muerte condúceme a la inmortalidad.´ El significado de los mantras está oculto por lo que el propio brāhmaṇa (porción explicativa de los Vedas) los explica: Cuando el mantra dice ´del mal condúceme al bien´ mal significa muerte, es decir, nuestras acciones y pensamientos naturales, que es el mal porque nos degradan mucho.”

El mal no es más que la propia ignorancia innata de nuestro buddhi y su expansión, nuestros deseos, odios, miedos y acciones consecuentes. Nuestra ignorancia natural es nuestra identificación con un ser particularizado inmerso en una realidad formada por infinidad de seres y objetos particularizados en búsqueda competitiva por el confort y la felicidad.

Esta ignorancia y sus acciones son el mal porque nos rompen, nos degradan, nos empequeñecen haciéndonos vulnerables y sujetos reproductores de sufrimiento y muerte.

“Mientras que el bien, es decir, las acciones y pensamientos que son regulados por las escrituras, significa inmortalidad, porque conducen a eso. Por tanto, el significado es: De las malas acciones y la ignorancia condúceme a las acciones y pensamientos que están regulados por las escrituras. Es decir, ayúdame a identificarme a mí mismo con aquello que conduce a la divinidad. Hazme inmortal.”

El bien es el conocimiento y la acción consecuente que transmiten a nuestros buddhis (discernimiento, corazón-intelecto) las escrituras en la tradición oral revelada (Vedas, Upaniṣhads, Bhagavad Guītā, etc.), no porque sea la Verdad última, sino porque es el método de negación de su contrario, el mal -la ignorancia y sus acciones consecuentes-. Una vez destruida la confusión, la oscuridad, el mal, origen de sufrimiento, brilla lo que es, la Verdad última, que hasta entonces existe tapada por nuestra confusión del intelecto, igual que los objetos del mundo existen pero no se ven cuando están ocultos por la oscuridad de la noche cerrada.

El conocimiento revelado (Śhruti) y la acción derivada es el bien porque eleva a nuestro buddhi a su verdadera naturaleza divina, es decir, sabia, libre, plena, total; a la Verdad permanente, omnipresente, inmutable, consciente de sí misma, donde no se conoce nada más, porque no hay nada más.

“De igual modo, cuando dice ´de la oscuridad condúceme a la luz´ oscuridad significa muerte. Toda ignorancia, siendo de la naturaleza de un velo (que oculta) es oscuridad y de nuevo es muerte, ya que es su causa.”

La realidad es divina. No la reconocemos directamente, tal cual, porque existe oscuridad que, como un velo, la oculta. Esa oscuridad es la ignorancia innata = del buddhi identificado con lo que nace. Se niega con su contrario: la concentración constante en el conocimiento revelado, que te indica al hecho de sentir directamente la consciencia en ti, tal cual, que es lo divino, permanente y pleno.

Esta consciencia ahora la sentimos indirectamente, no plenamente, sino fragmentada, reflejada en nuestro buddhi y a partir de él en nuestros sentidos-órganos-cuerpo que iluminan los objetos identificándose con quien interactúa con ellos transformándose, es decir, con el ego.

“Y luz significa inmortalidad, lo contrario de lo anterior, la naturaleza divina de uno mismo. El conocimiento, siendo luminoso, es llamado luz, y de nuevo es inmortalidad, siendo de una naturaleza no perecedera.”

La consciencia en uno mismo es inmortal porque no cambia, nace ni muere con los cambios, nacimiento y muerte del propio cuerpo. Cada día la vida nos regala, para que veamos e identifiquemos la consciencia, tres estados: vigilia, sueño y sueño profundo (dormir sin sueños). En ellos el buddhi (discernimiento, corazón-intelecto) de uno mismo entra, está y sale de estados diferentes, con experiencias distintas. En vigilia, tu buddhi ilumina tu cuerpo físico y a partir de él los objetos externos y materiales. En sueños, tu buddhi ilumina tu cuerpo sutil (mente) y por tanto sus impresiones almacenadas, que reconstruye. En sueño profundo, tu buddhi se sumerge en la oscuridad y conoce la semilla de la ignorancia; donde no ilumina tu cuerpo físico ni tu mente, donde por tanto no hay noción de ego, tiempo, espacio ni de los otros y tu interacción con ellos; de donde tu buddhi resurge apareciendo en el mismo cuerpo-mente, sujeto de espacio y tiempo limitado. Cuando resurge en otro cuerpo diferente es cuando decimos que el individuo anterior ha muerto. Al salir del sueño profundo, tu buddhi recuerda “no sabía nada durante ese estado”.

Ahora, oh buddhi, entiende los tres estados de tu vida cotidiana, que están formados por:

– Experiencias efímeras: de objetos diversos (externos en vigilia, meramente mentales en sueño, nada en sueño profundo) con instrumentos igualmente diversos (cuerpo-mente, mente y oscuridad).

– Lo permanente e inmutable en todo ello: Consciencia, conocimiento en sí mismo, lo luminoso, que brilla, ilumina independientemente de los objetos iluminados y los instrumentos mediante los cuales aquellos son iluminados (lo que llamamos experiencias).

Oh buddhi, sumérgete en la consciencia misma, en tu propia esencia. Experimentarás paz, felicidad, plenitud, no dualidad permanentes. Lo deseado. Establécete ahí, siéntela, incluso mientras iluminas en vigilia lo externo y material desde el punto de vista del cuerpo-mente a partir del cual iluminas dichos objetos.

“Por tanto, dice de la muerte condúceme a la inmortalidad, hazme inmortal, como antes. Es decir, ayúdame a realizar la naturaleza divina de Virāt (el universo).

El primer mantra (´del mal condúceme al bien´) significa ayúdame a identificar mi propio ser con los medios de realización, en lugar de con los que no lo son. Mientras que el segundo (´de la oscuridad condúceme a la luz´) significa ayúdame a ir incluso más allá de eso, ya que eso es una forma de ignorancia, y lograr identidad con el resultado”.

El método de realización (escuchar el conocimiento revelado directamente de un maestro/a tradicional competente, reflexionar en él e identificarse con él) es ignorancia = no es la Verdad. La Verdad es su resultado. Es decir, el método niega la oscuridad que tapa lo que es. Lo que es, es lo que brilla: consciencia misma, existencia misma, donde no hay ni se conoce nada más. Su experiencia es ser plenitud y nada más. Sin lo otro, ni externa ni internamente.

“El tercer mantra (´de la muerte condúceme a la inmortalidad´) da el significado combinado de los dos primeros y está claro.”  

Ayúdame a ir de los medios que conducen al mal a los que conducen al bien y así pasar de la oscuridad a la luz y lograr la inmortalidad.

[…] Se plantea la duda de si, en la ausencia de ritos, sólo la meditación (acción del buddhi, sin el uso de sentidos-órganos del cuerpo) puede conducir al resultado o no. Para eliminar esta [duda], el texto dice: ´Esta meditación en la fuerza vital ciertamente gana el mundo (divino, inmortal, pleno)´, incluso si está separada de los ritos. ´No tiene que rezar por si no está preparado para este mundo´ ya que quien ha realizado su identidad con Hiraṇyabgarbha (la divinidad) no puede rezar para lograrlo, igual que una persona que ya está en el pueblo no está nerviosa por cuándo llegará, como una que está en el bosque. La expectación es siempre sobre algo ajeno, algo diferente al ser de uno mismo. Es imposible en relación al propio ser de uno mismo. Por tanto, no hay posibilidad de su miedo por si pudiera en algún momento perder la identidad con Hiraṇyabgarbha.”

Cuando conoces directamente lo que eres -cuanto tu buddhi se sumerge en su esencia: su consciencia, su luz-, lo que eres es lo que es -existencia misma, sin causa, sin nacimiento, sin diferenciación en distintos seres asumiendo las paredes de los cuerpos como verdaderos limitadores del ser- y no hay nada más -más que consciencia, existencia-. ¿Qué vas a temer? ¿Qué vas a desear? ¿Con qué instrumentos? Todo ello requiere del otro, inexistente.   

“¿Quién logra este resultado? ´Quien conoce este sāman como tal´, medita en la fuerza vital (Existencia una) hasta que realiza su identidad con ella de este modo: ´Yo soy la fuerza vital pura, intocable por las demoníacas características de los asuras (demonios), es decir, el apego de los sentidos a sus objetos.”

Atención a la definición de asuras (demonios) que hace Śhaṅkarāchārya: “quienes tienen las características demoníacas del apego de los sentidos a sus objetos”. Demonios porque generan el mal, el sufrimiento propio y ajeno. Y este apego de los sentidos del cuerpo a sus objetos de percepción (lo que tiene un sonido, tacto, forma, sabor y olor particulares) y su efecto (deseo, odio, miedo, acción, experiencias, impresiones mentales…) es la causa externa del sufrimiento. La causa interna es la ignorancia del buddhi de su propia naturaleza, de su esencia.

“Los cinco órganos (de acción) como el del habla (manos, pies, sexual y excreción), descansando en mí (fuerza vital, Existencia misma), han sido liberados de los defectos de esos males que brotan de los pensamientos naturales de uno mismo (ignorancia), que se han convertido en fuego y lo demás (agua, tierra, comida, semen, fecundación), y que están conectados con todos los cuerpos ya que éstos toman parte de la comida comestible que me pertenece.”

De la tierra surge la comida, donde se encuentra el ser (la consciencia, puruṣha) y éste entra mediante la comida en el hombre transformándose en semen, que entra en la mujer, que dará a luz al ser en un cuerpo particular.

“Siendo āṅgi-rasa ´la esencia que contiene todas las partes´, yo soy el ser de todos los seres.

Yo soy el ser del habla, manifestándose a sí mismo como Ṛig, Yajur, Sāma (Veda) y Udgitha (la sílaba sagrada OM), ya que yo lo impregno y lo produzco. Yo soy transformado en canto como Sāman y tengo la belleza externa de una buena voz; y también tengo un tesoro más íntimo que consiste en una correcta articulación según la fonética. Y cuando yo me vuelvo canto, la garganta y las otras partes del cuerpo son mi soporte.

Con estos atributos yo estoy completamente presente en todos los cuerpos empezando por el de una hormiga blanca, siendo sin forma y omnipresente.”    

El universo es el cuerpo de la divinidad (Virāṭ). Ésta tiene también su mente  (Hiraṇyagarbha) o mente universal -una-, con sus impresiones mentales sobre la creación (dharma) y el conocimiento liberador o revelado.  Todo ello reside latente en Īśhvara o el cuerpo causal universal. La realidad permanente en los distintos estadios, individuales y universales, del micro y del macrocosmos, es una y el ser humano puede realizarla directa e inmediatamente, ya que es su propia Consciencia pura: quien ve -conoce, es luminoso-.

Todo cuanto aparece, emerge, existe y desaparece en lo que es. Lo que es no tiene ninguna forma, por lo que no es un objeto de percepción para los sentidos-órganos del cuerpo-mente, ya que es ilimitado y sólo lo limitado puede ver percibido o pensado como esto y no aquello, es decir, diferenciado. Lo que es (Existencia), es lo que conoce (Consciencia), y lo conocido (objetos e instrumentos: buddhi-mente-sentidos-órganos) no puede conocer lo que conoce más que dejando el velo de su ser (sus propios atributos diferenciados y sus funciones) para reconocer su ser permanente, verdadero (sin atributos ni funciones).

Lo que es, Existencia misma que se conoce a sí misma, tampoco está sujeto a transformación real. Sin embargo, todo cuanto aparece diferente, es durante un tiempo, se transforma y desaparece de nuevo en su causa -lo que es-, no es más que eso mismo: lo que es, que es percibido como limitado, diferente y transformándose. Como, por ejemplo, la Luna una reflejada como múltiple en distintos cuerpos acuáticos o como el espacio visto como diferente según los distintos cuerpos objetos de percepción que existen en él -jarrón, habitación, casa, aire libre, etc.-, cuando en realidad el espacio es uno y todos esos objetos son en el espacio pero ni limitan ni transforman la naturaleza misma del espacio.

Los distintos buddhis-egos-mentes-sentidos-órganos-cuerpos son los distintos medios acuáticos que reflejan la Luna una o los distintos cuerpos (jarrón, habitación, casa, etc.) que aparecen en el espacio uno.

El Ser uno es lo que hay que realizar. Eso es el sentido último de la vida. El método está claramente revelado en la tradición oral de las Upaniṣhads, etc. Por tanto, no hay ningún motivo para no realizarlo.

David Rodrigo (Āchārya Jijñāsu). Maestro tradicional de Advaita Vedānta . Luz de las Escrituras – Escuela de Advaita Vedānta Tradicional . Formación continua “Escrituras de Advaita Vedānta y Sāṅkhya-Yoga – Conocimiento y práctica tradicional”

http://luzdelasescrituras.wix.com/escueladevedanta

 

Formación continua

Escrituras de Advaita Vedānta y Sāṅkhya-Yoga – Conocimiento y práctica tradicional  

Escrituras originales completas y en orden desde la propia tradición oral: Sāṅkhya Kārikā, Yoga Sūtras, Viveka Chūḍāmaṇi, Bhagavad Guītā, Upaniṣhads y Brahma Sūtras

El reconocimiento pleno de uno mismo y de la realidad. El sentido de la vida

Mokṣha Śhāstra – Arte y Ciencia de Liberación. Contacto: annayogashala@gmail.com

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También semi-presencial

Presentación de David Rodrigo (Āchārya Jijñāsu)

David RodrigoSe entregó completamente al reconocimiento pleno de sí mismo y de la Verdad desde que en 2008 se fue a Rishikesh, Himalaya, India y dio con su Maestro, Dravidāchārya Rāmakṛiṣhṇan Swāmījī (Shastra Nethralaya Ashram), de la tradición Advaita Vedānta de Śhaṅkarāchārya; discípulo de Swāmī Sarveśānanda Sarasvatī y de su maestro Swāmī Śhānti Dharmānanda Sarasvatī.

Durante seis intensos años de auto-transformación estudió, contempló, aplicó y experimentó con el Maestro, en una relación personal y diaria, la sabiduría liberadora de la tradición revelada en las grandes escrituras completas y originales de las escuelas clásicas de espiritualidad y filosofía en India (ṣhaḍ-darśhana) y sánscrito:

– Advaita Vedānta

– Prasthāna Traya ´Triple Canon´ con el comentario de Śhaṅkarāchārya: Bhagavad Guītā, principales Upaniṣhads y Brahma Sūtras. Éste último con Bhāmatī, el subcomentario de Vāchaspati Miśhra.

– Advaita Siddhi, de Madhusūdana Sarasvatī, parte del Bṛihat Prasthāna Traya ´Gran Triple Canon´.

– Prakaraṇa granthas (textos secundarios) como Viveka Chūḍāmaṇi, de Śhaṅkarāchārya; Pañchadaśhī, de Vidyāraṇya Muni; Vedānta Paribhāsā, de Dharmarāja; Siddhānta-leśha-saṅgraha, de Appayya Dīkṣhita; Dakṣhiṇāmūrti-stotra ´Himno a Dakṣhiṇāmūrti´; Pañcīkaraṇa; Tattva-boddha; o Ātma-jñāna-upadeśha-vidhi.

– Yoga Sūtras de Patañjali, con el comentario de Vyāsa, etc.

– Sāṅkhya Kārikā de Īśhvara Kṛiṣhṇa.

– El resto de las escuelas clásicas (astika darśhana): Artha-saṅgraha (Pūrva Mīmāṁsā); Tarka-saṅgraha (Nyāya-Vaiśheṣhika).

– Gramática del sánscrito (vyākaraṇa): Laghu-siddhānta-kaumudī, de Varadarāja (simplificación tradicional del Aṣhṭādhyāyi de Pāṇini).

Fue iniciado además en la Tradición del Yoga Meditación del Himalaya por Swāmī Veda Bhāratī (Swami Rama Sadhaka Grama Ashram, Rishikesh; discípulo de Swāmī Rāma del Himalaya).

En Swami Rama Sadhaka Grama Ashram, Rishikesh empezó a transmitir el conocimiento, la práctica y la experiencia de las escrituras y la meditación; y coordinó Dhyāna Gurukulam, la escuela tradicional del ashram.

En 2014 la vida le trajo de nuevo a España, haciendo disponible directamente -sin vestiduras ni conversiones a lo que no eres-, el conocimiento, la práctica y la experiencia de estas escrituras de sabiduría universal que surgen y conducen a la realización directa e inmediata del Sí Mismo: Existencia, Consciencia, Felicidad misma, sin diferenciación ni transformación, ilimitado.