La luz sólo puede dibujar formas sobre la oscuridad o sombras. Y este es el sentido de toda la creación y de todo el universo, me dije una mañana mientras pedaleaba en mi bici a impartir clases de yoga contra el fondo radiante del soleado amanecer en la bahía de Málaga. Escribe Joaquín G. Weil. Foto: Quinoal.
En YogaSala nos reímos con un chiste que cada junio nos regala la vida misma. «¿Oiga, enseñan ahí ese yoga en el que calientan y humedecen la sala como si fuera una sauna?». De nada sirve que le aseguremos que en Málaga en verano no hace ninguna falta, que la sauna la tenemos ecológica y natural gran parte del rato.
Así es el yoga, se debate entre la altísima filosofía, el sudor en la frente y un cuerpo esbelto y atractivo. En efecto, el yoga es al fitness lo que el amor al sexo. Ese mismo verdadero y auténtico yoga es el que ha sido crucificado en tiempos de Joseph Pilates, según las escrituras.
Hay una cuestión que apenas dejará dormir al lector de aficiones filosóficas: Si lo que van buscando es fitness, ¿por qué no acuden a un gimnasio de musculación y pesas, en vez de dar la lata pretendiendo que Ramiro Calle, Danilo Hernández, Gopala o Enrique Moya los pongan en forma?
Para no caer en la pirotecnia retórica de una pregunta huera, la respondo seguido.
Quiero compartir esta experiencia como profesor de yoga con aquellas personas que quieren profundizar en esta milenaria ciencia. El yoga atesora y difunde importantes cualidades. Lo que ocurre es que esas cualidades chocan frontalmente con determinados moldes preestablecidos de los que por aquí se estilan. Entre estos moldes está la demagogia, según la cual hay alumnos que pretenden saber mejor que el profesor lo que éste ha de enseñarles.
Respuesta rápida: quien acude a un centro de yoga para aprender yoga, lo que va buscando es yoga. Así que si, por ejemplo, alguien acude a mis clases pretendiendo que su verdadera intención es tener un «cuerpo fibroso» y perder unos kilos de más, le digo: «Adelante, ya verás como todas las piezas del puzzle al final encajan».
Sabiduría en movimiento
Por otra parte, yo había estudiado Filosofía en la Universidad, y lo enseñé durante ocho años como oficio funcionarial. Había engullido -apenas sin masticar- tanta filosofía que acabé vomitando varias aporías, algunos apotegmas y diversos imperativos categóricos. Estaba definitivamente vacunado contra toda trascendencia. El yoga no es metafísica. Ni discursos estupendos. «La verdadera filosofía del yoga es el perro bocabajo -decía el Swami Rudradev-. Voy a quitar ese loto amaneciendo sobre el Ganges que luce en nuestro emblema y voy a pintar un perrillo bebiendo de sus aguas».
El yoga es sabiduría en movimiento. Es nuestra respuesta natural, con la ayuda de las potencias superiores, al innegable hecho de ser espíritus aterrizados en estos valiosísimos cuerpos nuestros, por más que se resfríen, tengan contracturas o padezcan de obesidad o de gastroenteritis. A los señores y señoras del fitnes les digo: cuanto más ejercito mi cuerpo en las asanas de yoga más comprendo que soy algo más que un cuerpo. A los señores y señoras de la metafísica: cuanto más investigo y calo en mis adentros, más comprendo que soy algo más que una mente.
Por lo tanto, queridos lectores, y para decirlo brevemente y posicionarme con mi firme compromiso: no al yoga físico o mental y sí al verdadero yoga. Y abundando todavía más en el asunto: las yogasanas son el ejercicio que, a mismo tiempo empleado, en mejor forma física te pone y mejor salud te procura. ¿Por qué? Porque utiliza el mirífico poder de la mente sobre el cuerpo, efecto infinitamente superior a cualquier medicina o complemento alimenticio.
En resumen, y valga la paradoja, tanto si buscas el desarrollo del cuerpo como si procuras la evolución de la mente, o ambos y la salud en su conjunto, persevera paciente en la práctica del yoga. Ya verás cómo al final todo encaja. La solución es que las paradojas las resuelve el tiempo.
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros. Más información: http://yogasala.blogspot.com https://www.facebook.com/yogasala.malaga