El sufrimiento humano es una luminaria. Hay una hoguera encendida desde el principio de los tiempos donde el hombre arde, llora, grita y se retuerce llamando la atención. Ese resplandor nos obliga a hacernos preguntas. Todos reflexionamos cuando sufrimos: ¿por qué? ¿para qué? ¿cómo se podría evitar? Escribe Isabel Solana.
La respuesta a esta pregunta toma miles de formas: medicinas, terapias. También el concepto de amor romántico nace como una solución al sufrimiento, que nos pondrá a salvo de los avatares de las relaciones, al garantizarnos “para toda la vida”. El consumo como lo conocemos nosotros, infinidad de productos que se comercializan con apetitosas fotografías en los envases, prometedoras de llenar el vacío existencial, moda para sentirnos atractivos y poner bálsamo en la herida autoestima, viajes para animar nuestra desgana por la vida.
Me atrevo a decir que todo lo que hacemos o dejamos de hacer, decimos o dejamos de decir es, en última instancia, para evitar el sufrimiento. Pero sigue siendo inútil; ni el amor de nuestros padres y nuestros novios, ni la infinita oferta de placeres y distracciones son la solución.
No solo tú te devanas los sesos para descubrir qué pasa con el sufrimiento. También para Buda esta pregunta fue un filón. En la primera de sus Cuatro Nobles Verdades, Buda dijo: “La naturaleza de la vida es sufrimiento (dukkha). Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo que se desea es sufrimiento.”
Para descubrir esa verdad no hacía falta iluminarse, digo yo, pero sí que había que estar iluminado para encontrar una solución. La receta de Buda consiste en eliminar lo que él pensó que era el origen del sufrimiento, el apego y el deseo, con unas técnicas concretas que llamamos Budismo.
La receta para la paz y la plenitud que nos llega desde la tradición yóguica a través de los sutras de Patanjali es la misma: ponernos a salvo de los altibajos de la mente quitándole credibilidad a los deseos y a las aversiones. Las técnicas son otras, lógicamente. Las llamamos Yoga.
Osho dijo que cuando estás desesperado es el momento mejor para entrar en el camino del yoga porque te entregarás completamente, ya habiendo experimentado que nada en el mundo saciaba tu sed. Tocar fondo para poder darse impulso usando el propio fondo como trampolín.
En el Bhagavad Gita, otro de los pilares del yoga y la espiritualidad humana, Krishna enseña su receta a Arjuna, en la que ofrece más o menos los mismos ingredientes pero, en mi opinión, su fórmula destaca por presentar el Amor devocional y la Acción incondicional como remedio incontestable.
Amma nos dice que nos rindamos, dóciles como corderos, ante los zarandeos de la vida, y que a base de soltarnos y rendirnos, las Manos del Sufrimiento se convertirán en las Manos Cariñosas de la vida. Es con amor a la divinidad y sentados en el trono de la incondicionalidad ciega y radical hacia el amor que podemos dejarnos amasar dócilmente por el sufrimiento y encontrar la puerta escondida hacia la dicha.
Caminos devocionales para quienes han venido a este mundo a pisarlo con la dulzura del amor.Efectivamente el sufrimiento es el punto de partida del desarrollo humano, pero aun así no le agradezco al sufrimiento su existencia. No.
En mi paradigma, aprendido en Un Curso de Milagros, el sufrimiento es diseño nuestro, hemos creado un sistema de creencias que nos lleva a sufrir irremediablemente. La salida entonces consiste en transformar ese sistema por otro que nos dé una interpretación de la vida siempre graciosa, luminosa y plena.
No creo en un dios que me enseña a través del sufrimiento. No, gracias. Ese no es mi concepto de divinidad. Pero sí creo sin ninguna duda que si entregamos el sufrimiento al amor, aprendemos lecciones que nos elevan a la estratosfera de las posibilidades humanas.
Entonces, tienen razón Buda, Amma, Patanjali, Krishna, Jesús… Se puede transformar el sufrimiento en dolor vacío. Existe la vida plena y dichosa. Aprovecha tu sufrimiento como si fuera un diamante en bruto. No lo niegues, no lo escondas, vívelo, deja que te queme y en el ardor de su fuego ríndete, y en el ardor de su fuego ama, y en el ardor de su fuego canta, medita, practica asanas, reflexiona, reza, revisa tu paradigma… según cual sea tu estrategia.
Cuando sufrimos es sin duda El Gran Momento. De eso nos advierten todos. No lo dejes escapar. Cariño, buscabas una vida feliz. Intuías su existencia. Tenías razón. El dolor está vacío si no lo llenas de significados para tu martirio. Es posible pasar por esta vida con gracia. Aquí te he presentado algunos de los caminos para alcanzarlo. Sigue uno de ellos con profundidad y hasta el final. Verás que se abrirá ante ti un hermoso horizonte donde alborea la dicha y la armonía. Si no fuera así, tendríamos que denunciar a todos esos maestros por estafa. No nos han mentido, somos muchos los estudiantes aplicados, los discípulos entregados, los buscadores incansables que damos fe de ello. Tenías razón, la felicidad existe.
Isabel Solana. Profesora y formadora de Kundalini Yoga. Cocreadora de Happyyoga. www.happyyoga.com