Compartimos el interesante artículo publicado ayer en El Mundo, firmado por Silvia Taulés y que nos ha remitido Ramiro Calle. El subrayado es nuestro.
Sentarse cómodamente unos cuantos minutos y tratar de no pensar en nada. Parece fácil pero no lo es, sobre todo esto último, lo de no pensar. Y ahí está la gracia. Porque lograr el blanco mental es un reto que da más beneficios de lo que muchos piensan. Será acaso uno de los motivos por los que la meditación y todo tipo de prácticas relacionadas con el ‘mindfullness’ (meditación, yoga) están de moda. Sara Lazar, neurocientífica del Hospital General de Massachussetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, ha sido la primera en realizar un estudio sobre los beneficios de esta práctica, e incluso ella se sorprendió de los resultados. Meditar no solo reduce el estrés o relaja, meditar cambia, literalmente, tu cerebro. Aquí se pueden consultar los resultados de su estudio con gráficos interesantes.
Los investigadores analizaron las capacidades cerebrales de un grupo de personas que meditaba con asiduidad desde hacía un par de décadas y observaron condiciones mejores que las del resto. «Observamos que tienen más materia gris en la corteza sensorial», ha declarado Lazar, quien lo relaciona con la capacidad de las personas que practican meditación a tomar contacto con los sentidos. «Tienes que estar pendiente de los sentidos, los sonidos, del momento presente, por lo que tratas de parar tus funciones cognitivas por unos instantes», añade. Además, observaron que estas personas tienen más materia gris en el cortex central, asociado a la memoria del trabajo y a la ejecución de decisiones.
Para comprobar que estas características no eran casuales, organizaron un grupo de personas que nunca antes había meditado y les pidieron que hicieran alguna actividad relacionada con el ‘mindfullness’ (meditar, yoga…) durante ocho semanas.
Tras este periodo comprobaron que sus cerebros habían cambiado. Estos son algunos cambios neurológicos :
- El grosor de la corteza cingulada, parte del sistema límbico, había aumentado. Esta parte del cerebro es responsable de la mayoría de los sentimientos, desde la emoción hasta la atención, el aprendizaje, la memoria y la percepción del dolor tanto físico como emocional.
- El hipocampo izquierdo, imprescindible en el aprendizaje, las capacidades cognitivas, la memoria y la regulación de las emociones, también había aumentado de grosor.
- También aumentó de la unión temporoparietal, asociada a las relaciones sociales, toma de perspectiva, la empatía y la compasión.
- La amígdala, en parte responsable en general de la ansiedad, el miedo y el estrés, se redujo. La reducción de los niveles de estrés se relaciona con los cambios en la amígdala.
El artículo original:
http://www.elmundo.es/yodona/2015/07/29/55b7b89622601d4a748b4588.html