La revista Muy interesante publicaba hace unos días un artículo sobre el efecto de la risa en nuestro cerebro. Cuenta que la escuela de medicina de la Universidad de Loma Linda en California (EEUU) realizó un estudio con 31 voluntarios cuyas ondas cerebrales fueron monitoreadas mientras veían vídeos sobre tres temáticas: humor, espiritualidad y terror. Escribe la Dra. Pila Luna.
Los resultados determinaron que los vídeos humorísticos producían un alto nivel de ondas gamma, las mismas que genera la práctica de la meditación, según los investigadores.
Los vídeos espirituales estimulaban las ondas cerebrales alfa, análogas a las que se producen mientras dormimos o estamos en reposo. Por último, los vídeos perturbadores provocaban ondas cerebrales planas, como cuando una persona se encuentra en una situación en la que no desea estar. Y añaden como resultado que el humor en realidad involucra una experiencia total en el cerebro similar a la meditación, y que con la risa es como si el cerebro recibiera un entrenamiento. Y este efecto es importante, porque permite ser capaz de pensar con mayor claridad, tener pensamientos más positivos y conciliadores y ser capaces de tomar decisiones clave en nuestra vida de una forma más serena, afirma Lee Berk, líder del estudio.
El yoga desde hace milenios nos habla de Santosha, una de las primeras actitudes a tener en cuenta para todos aquellos que están en la vía del yoga. Un paso previo antes de comenzar en esa experiencia de autoconocimiento. Es difícil de traducir y frecuentemente se hace como resignación o aceptación. Pero Santosha va más allá: es estar contento, tanto lo que ocurra me guste como si no me gusta. Tan difícil es de traducir que la palabra que más me parece que puede corresponderle -ocurre así en los idiomas- de momento no existe para la Real Academia de la Lengua: contentamiento.
Para mí es uno de los grande regalos que la India le ha hecho a la humanidad. Si cuando estamos disgustados, asustados o preocupados nos acordamos de Santosha, podemos volver a ese espacio que da el testigo y nos es fácil dejar de identificar nuestro estado interior con las cosas que nos causan aflicción. Os dejo dos imágenes que reflejan lo que quiero decir, ateniéndome a que una imagen es mejor que mil palabras.
Como médico me alegro de que la ciencia certifique poco a poco las bondades del yoga, de que la ONU lo haya declarado Patrimonio de la Humanidad. Como profesora y practicante, agradezco estos mensajes recibidos que tanto han contribuido a mi bienestar y felicidad. Os animo a que plantéis Santosha, como una semilla tanto en vuestro cerebro como en vuestro corazón, si es verdad que son sitios diferentes, seguro que florecerá… y a reírse!!!
Pilar Luna es médico y profesora de yoga.