Érase una vez un buscador Gurdjieff que, en pos de la verdad, se encontró a un sabio derviche y entre ambos abordaron el meollo del pranayama en mitad de los desiertos del Asia Central. Escribe Joaquín G. Weil.
Gurdjieff: “Creyendo que es útil, lo practico conforme las instrucciones de los yoguis, esto es: después de inhalar, retengo un tiempo y entonces lentamente exhalo”.
Derviche: “Todo ejercicio de respiración de los libros y enseñado en las escuelas esotéricas contemporáneas no puede sino dañar”.
El derviche, según nos cuenta Gurdjieff, sigue argumentando que la respiración de modo natural se autorregula en relación con las necesidades, por lo que cualquier modificación artificial de la respiración perturba todo el organismo. Y concluye: “Por lo tanto -ya que me lo has pedido- mi consejo es: para con tus ejercicios de respiración”.
Desde mi experiencia y perspectiva, lo que dice el derviche de Gurdjieff (tal vez Gurdjieff mismo) es cierto, salvo por dos detalles en las premisas que en realidad hacen que todo el argumento esté equivocado.
Verdad es que la respiración natural no puede ser superada por ningún tipo de respiración artificiosa. En este es un error común en diversas técnicas de respiración o ejercicios que aconsejan tal o cual técnica de respiración, siempre erróneas por artificiosas. Ningún concepto humano puede superar jamás la propia naturaleza.
Voy a explicar un aspecto de la respiración que todavía no he tenido ocasión de leer en ninguna parte: la respiración tiene dos vertientes, la fisiológica (natural) y la emocional.
La respiración fisiológica natural es insuperable pues responde a las demandas sutiles del organismo y respeta el equilibrio con los otros órganos, como bien apunta el derviche de Gurdjieff. El asunto es que, por lo general, en todas o en la inmensa mayoría de las personas el ritmo y la amplitud de la respiración viene regida más por los aspectos emocionales que por las demandas fisiológicas del organismo. Eso sin contar que, además de los pulmones, otros órganos (hígado, riñones, vesícula, bazo, etc) también se encuentran seriamente afectados por los vaivenes emocionales y mentales, con lo que un así llamado equilibrio natural en nuestro organismo es más un ideal que una realidad.
Por otra parte, todo pranayama o yoga de la respiración que merezca tal nombre no pretende en absoluto “corregir” a la naturaleza, sino, al contrario, precisamente liberar la respiración de los altibajos mentales y emocionales, para alcanzar lo que podríamos llamar la “respiración natural”, o sea, la que responde a las necesidades y equilibrios del organismo. Y, al mismo tiempo, empleando la causalidad en el otro sentido (en el sentido correcto) conseguir un equilibrio mental, emocional y orgánico. Por este y otros motivos el pranayama es altamente beneficioso para la salud.
Los consejos de Desikachar
Este derviche de Encuentros con hombres notables era en realidad un Gurdjieff/Derviche, ya que menciona libros y las “escuelas esotéricas contemporáneas” que un viejo derviche de las profundidades desérticas de Asia raro es que conociera, no así Gurdjieff. El caso es que el personaje, real o inventado o mitad/mitad, hablando olvidó otro aspecto que contradecía lo que precisamente estaba diciendo, y es el propio hecho del habla. En efecto, cuando hablamos estamos supeditando la respiración toda al fraseo que emite nuestra boca, donde las necesidades de los elementos del aire y el equilibrio entre estos y los órganos, etc. que menciona el derviche se supeditan por completo a las parrafadas (en este caso, parrafadas sobre este mismo tema).
Con todo, hay que darle la razón en el consejo final: mejor era que Gurdjieff dejara sus ejercicios de respiración y (lo que es peor) con retención, leídos en algún libro, no sabemos cuál ni de quién.
Para concluir estas reflexiones vamos a darle voz a T. K. V. Desikachar, en un libro de conversaciones sobre yoga:
“¿Se puede hacer pranayama sin contar? Sí. ¿Qué es pranayama sino estar con la respiración? Esto es muy difícil y es por ello que tenemos tantas técnicas. Normalmente el cuerpo tiene sus propios ritmos respiratorios y no somos conscientes de ello. Contando, llegamos a implicarnos conscientemente en la respiración. (…) Si estamos completamente implicados en el pranayama, ¿quién se preocupa de en qué número estamos? Cantidad y tipo, ritmos y otras técnicas son solo medios, no un objetivo final. El fin es no necesitar ninguna técnica. Si podemos estar integrados en la respiración, ser testigos activos de la respiración, esto es pranayama, el más alto pranayama. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo”.
Sin ser Gurdjieff, Desikachar ni derviches, este es el taller que humildemente ofrecemos Be Pryce y yo en Málaga sobre «Vox Yoga, Pranayama, emoción y respiración».
http://yogasala.blogspot.com.es/2015/04/desde-la-respiracion-al-corazon-traves.html
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga, director de Yoga Sala Málaga y coordinador pedagógico del primer curso con acreditación oficial en España. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros.
Más información:
YogaSala. Yoga en el centro de Málaga.
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