Deseamos estar a mitad y no al principio del camino. Y si decimos «estoy empezando», al poco tiempo solemos creer que hemos hecho ya gran parte del recorrido. Y lo medimos en años: uno, dos, tres…o en número de seminarios, retiros, cursos, títulos… Sin embargo, se trata de construir un puente de coherencia entre el cuerpo y el ser. Escribe Isabel Ward.
Y yo percibo que el principio del camino es el final del camino. Y que buscar retos cada vez más grandes nos aleja de la sorpresa y dedicación con la que mirábamos esos primeros pasos…
Tal y como dicen las enseñanzas, la cristiana, la budista, el yoga… el desarrollo, la evolución, es un camino de lo burdo a lo sutil. Acorde al yoga, lo burdo y lo sutil están en el mismo punto. No hace falta moverse de un ejercicio a otro, ni de hacer más ni menos, sino de aprender a observar, a cultivar la atención y la coherencia.
Ese camino empieza en Annamaya, el cuerpo. Como dice la biblia: polvo somos y en polvo nos convertiremos. El cuerpo es el comienzo pero también es lo último, y como afirmaba Buda: meditar en la mente o en el cuerpo, comprenderlos, es todo cuanto hay que hacer.
En nosotros se encuentra toda la comprensión que necesitamos tanto acerca de nuestra naturaleza como del mundo que nos rodea. Según los yoguis, el cuerpo es el microcosmos que contiene las cualidades y características del macrocosmos.
Te voy a pedir una cosa; párate unos instantes. Si, de verdad, para y haz lo siguiente… tócate, tócate un brazo, una pierna, el abdomen… Toca tu cuerpo. ¿Puedes sentir la piel?, ¿puede sentir los huesos?, ¿puedes sentir los órganos? Forman parte de ti.
¿Puedes darte cuenta de cómo se siente tu cuerpo?, ¿se siente bien?, ¿se siente mal?, ¿se siente débil?, ¿se siente fuerte?, ¿se siente nervioso?, ¿se siente tranquilo?, ¿se siente capaz?, ¿incapaz? Observa todo el cuerpo, cualquier sensación.
¿Cómo deseas que se sienta?, ¿qué es lo que necesita para sentirse mejor?, ¿qué le puedes proporcionar para hacer que se sienta mejor?
Tócate, tócate un poco más. ¿Respetas al cuerpo que te cobija?, ¿lo aceptas?, ¿lo comprendes?, ¿lo cuidas?, ¿cómo te relacionas con él?
Siento que quiero llegar a Roma sin haber entendido lo que está aquí. Que lo que está allí, lo tengo aquí, y que lo único que cambia es mi modo de relacionarme con la realidad de cada preciso instante.
Un trabajo profundo
En un trabajo profundo con el cuerpo, en Annamaya, todas esas reflexiones van emergiendo al tiempo que entendemos las posiciones que realizamos con la práctica del trabajo de asanas o más burdamente llamado yoga físico. Se trata, no de ejecutar una posición, sino de abrirnos a la consciencia de todo nuestro cuerpo en acción, desde la cabeza a los dedos de los pies, desde las partes grandes y claras hasta las más sutiles. Desde percibir el brazo hasta la posición de los arcos de nuestras plantas, desde los pliegues en las axilas, hasta las vertebras de la columna vertebral o los huesos de nuestras caderas. Desde la sensación de donde situamos nuestro centro de gravedad, hasta la sensación de mucho o poco esfuerzo, de placer o tensión, de agrado o desagrado.
Todo ese conocimiento nos abre a la alineación y esa alineación nos abre a desear armonizar nuestro ser con nuestro cuerpo. Apreciamos el hecho de empezar a construir un puente de coherencia entre lo que decimos y pensamos que somos, con lo que realmente somos.
En nosotros suelen predominar tres estados: el de armonía, el de acción y el de inercia. Estos estados se encuentran en nosotros mismos. Podemos aprender de ellos observando nuestro cuerpo y la relación que mantenemos con él. En un trabajo formal, como una clase de yoga, a través del trabajo de asanas, y en la vida cotidiana, a través de cómo nos movemos, nos sentamos, nos comunicamos y nos alimentamos. Nuestro alimento es el abono que echamos a la tierra de la que estamos compuestos. Cuando nuestra dieta no está balanceada, nuestra respiración cambia, nuestro estado anímico es distinto, nuestros pensamientos se sienten a una frecuencia y con un contenido diferente.
De todo esto se ocupa Annamaya, de enseñarnos a apreciar la cotidianidad. No por que vea mil cuadros de Picasso sabré valorar más su obra; quizás con sólo observar uno con tiempo, con profundidad, pueda llegar a entender mejor al artista y su expresión.
El cuerpo es la expresión artística de nosotros mismos.
Isabel Ward es fundadora y directora del centro Yoga Anandamaya, y lleva 12 años dando clase de yoga. Se formó con José Manuel Vázquez, Amable Díaz, Danilo Hernández, Jorge Carballal y Lula Cañas, entre otros.
Próximos Seminarios de Isabel Ward:
Profundización en el yoga: yoga e iniciación al kriya yoga: el equilibrio entre la energía mental y la energía vital. sábado, 14 de marzo, de 16.00 a 18.00
Introducción al raja yoga: meditación: la concentración, la serenidad y la paz mental. domingo, 15 de marzo de 11.00 a 13.00
Yoga Anandamaya. www.retiroanandamaya.com
c/Alcalá, 68. Metro Príncipe de Vergara, Madrid. T 915044429