Sigue la serie de artículos sobre las Enseñanzas del capítulo dos de la Bhagavad Gītā (ver el primero aquí, el segundo aquí y el tercero), uno de los más importantes, ya que resume la totalidad de la enseñanza y expone, de forma sintética, sus dos temas esenciales: el autoconocimiento (ātma-jñānam o Brahma-vidyā) y el conocimiento del yoga (yoga-vidyā). Escribe Óscar Montero.
El autoconocimiento puede que no sea fácil para todos y se necesite una preparación adecuada para recibirlo, y sobre todo, para asimilarlo. En el verso II.15 Kṛṣṇa señala quien está calificado:
«¡Oh! Arjuna, prominente entre los hombres, la persona a quien estos (sukha y duḥkha) no afectan, que es el mismo en el placer y el dolor y que posee discernimiento, está preparada para obtener la liberación».
Si Arjuna, que es un hombre de profunda rectitud moral —y contemporáneo a Krisna—, no está preparado, no hace falta decir cuán poco preparados y alejados nos encontraremos nosotros. Kṛṣṇa en los versos II.39 y II.40 señala qué es lo que va a conseguir este karma-yoga:
«Hasta aquí te fue declarada esta sabiduría con respecto al autoconocimiento. Ahora escucha también la sabiduría de yoga, dotado con la cual eliminarás la atadura de la acción, ¡Oh! Hijo de P¤th».
«En esto, no hay pérdida de esfuerzo ni se producen los resultados opuestos. Aún muy poco de este karma-yoga protege a uno de gran temor».
Este «gran temor» del verso 40 no es otro que la ansiedad sobre los frutos de la acción que esclavizan. Si no se consiguen los resultados tal y como se planean, habrá frustración y se responderá con reacción. Karma-yoga no produce resultados opuestos porque karma-yoga es una actitud, uno no está interesado en el fruto sino en la purificación al actuar según el dharma, según el deber, lo correcto, lo adecuado según cada situación respecto a nuestros roles.
Los resultados que esperamos no son más una la expresión de nuestras deseos. Los deseos pueden ser vinculantes o no vinculantes; en los primeros sino no se consigue lo que quiero me sentiré deprimido, frustrado, incompleto. Es una señal de que ese deseo es un apego, una adicción que esclaviza porque dicta, por ejemplo, como habrá de suceder un evento o como se ha de comportar una persona, y sino sucede tal y como se prevé, habrá frustración porque no responde a las expectativas. Esos deseos atan, son apegos (rāga) o aversiones (dveṣas).
En estos cuatro versos (47, 48, 49 y 50) Kṛṣṇa resume la actitud del karma-yoga:
«Tu elección/derecho sólo está en la acción nunca en los resultados. Que los frutos de la acción no sean tu motivo. Que tu apego no esté en la inacción».
«Establecido en yoga, ¡oh! Dhananjaya, actúa, abandonando el apego y permaneciendo igual tanto ante el éxito como el fracaso. A esta ecuanimidad mental se la llama yoga».
«La acción (basada en el deseo) es por consiguiente muy inferior a la realizada con la actitud correcta de karma-yoga. Busca refugio en este buddhi-yoga (de la actitud correcta) ¡oh! Dhananjaya. Aquellos que realizan la acción sólo por los resultados son mezquinos».
«Dotado de samatvam-buddhi, ecuanimidad mental, uno abandona tanto puṇya (méritos) como pāpa (deméritos o faltas) aquí en este mundo. Por lo tanto, comprométete con karma-yoga. Karma-yoga es discreción en la acción».
La disciplina que prepara y adquiere los requisitos para el buscador cualificado (adhikārī) es una vida de yoga o karma-yoga que va minimizar los apegos-aversiones o atracciones-repulsiones (rāga-dveṣas) hasta que la persona se vaya transformando en una persona relativamente libre de conflictos morales y emocionales. En una mente tranquila, libre de ansiedades, el conocimiento del sí-mismo (ātman) se recibirá y asentará firmemente, de lo contrario, en una mente agitada, no se resolverán las dudas, y los viejos hábitos insanos no permitirán que pueda asimilarse el conocimiento espiritual.
Karma-yoga puede incluir diferentes disciplinas ascéticas incluida aṣṭāṅga yoga y todas las disciplinas religiosas vaidikas (japa, ayuno, peregrinación, puja …) que faciliten un modo de vida enfocado en el crecimiento interior y una cierta compostura nacida de una vida del dharma. Lo que caracteriza al karma-yogui radica en un discernimiento claro sobre los fines (sadhyas) y medios (sādhanas), esto es, que tiene clarísimo que su objetivo primordial es liberarse (mokṣa) —es lo único que va a resolver sus problemas de raíz—, y además, sabe cual es la ruta espiritual para llegar a la meta, es decir, sabe que lo que libera es el conocimiento (jñānam) pero para poder recibirlo y asimilarlo hace falta prepararse con la tripe actitud del karma-yoga: ecuanimidad ante los frutos (samatvam), prasāda-budhhi (aceptación cordial de los frutos como provenientes del Señor) y kauśalam (habilidad para elegir las acciones según el dharma).
En el capítulo dos, karma-yoga se nos muestra como una disciplina moral fundamentada en una actitud muy particular sobre la propia acción, tanto a la hora de actuar como de recibir sus frutos. Sobre el modo de actuar, el karma-yogui observa kauśalam (actuar según el dharma en vez de raga-dveṣas) y a la hora de recibir, observar samatvam y prasāda-buddhi.
Y aunque éste yogui siga buscando los frutos de las acciones, cuando éstos se reciban, se aceptarán con objetividad (samatvam) y con prasāda-buddhi. De esta manera, al recibir los frutos sino se corresponden con nuestras expectativas no se crearán reacciones que nos agiten otra vez, y por tanto, se irá ganando una mente donde se cultive la objetividad.
Karma-yoga es una actitud ante la vida. El éxito se deriva no de que consigamos lo que queremos sino de cuánto podemos madurar internamente para purificar nuestra mente (antaḥ-karaṇa-suddhi), sabiendo que, para recibir y asimilar el conocimiento, se necesita una mente libre de perturbaciones. En otras palabras, el karma-yogui no actúa buscando desesperadamente los frutos de las acciones, es decir, que no se desespera sino consigue lo que quiere. No se desespera porque está viviendo una vida de disciplina con sentido, y al mismo tiempo, recibiendo y asimilando el conocimiento de que él es completo, ilimitado y eterno. Por tanto, que consiga o no sus deseos de placer y seguridad no le coloca en una situación de ansiedad. El karma-yogui sabe que para que se dé ese conocimiento su mente ha de estar serena, disponible para cuando se la necesita. Esa es la finalidad que busca con karma-yoga pero al mismo tiempo sigue recibiendo y meditando en la enseñanza de Brahma-vidyā, que es lo que realmente le va a liberar. La purificación es un paso intermedio necesario para asimilar, no es lo que libera. Karma-yoga no libera. Lo que libera es el conocimiento (jñāna); mokṣa es en la forma de conocimiento pero sin darse las cualificaciones adecuadas, no tiene lugar. Karma yoga libera de la atadura de la acción.
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