Joaquín G. Weil, fundador y profesor de Yoga Sala Málaga y colaborador de Yoga en Red, nos ofrece su opinión sobre la regulación del yoga en Andalucía, que parece ser inminente. Por ello le preguntamos en esta entrevista. Foto: Estrella del Darma (en la imagen JGW junto a la escultura de Picasso situada ante su casa natal de Málaga).
En Andalucía hay dos normas de promulgación inminente que van a modificar la situación del yoga en esa comunidad, y por extensión en España. ¿Estás a favor de esa regulación del yoga?
Nunca lo he estado. Y no creo que nadie comprometido con el yoga haya impulsado significativamente la parte que nos afecta, que es la famosa regulación publicada en el BOE el 5 de septiembre de 2012 y que ahora se desarrolla y se plasma en Andalucía. Es evidente que toda la nueva normativa de certificación profesional, no sólo del yoga sino de las cientos de profesiones que son, hará aflorar empleo y facilitará la recaudación. Es decir, a quien favorece es a las estructuras administrativas.
¿Ayudará tal vez a evitar lo que suele llamarse «intrusismo»?
Si nos referimos por intrusismo a que alguien que no sepa nada de yoga se atreva a dar una clase, o pueda dar instrucciones erróneas o peligrosas a sus alumnos, entonces la nuevas normas por sí mismas tampoco lo garantizan de un modo pleno. Además de una sólida formación respecto a primeros auxilios, seguridad y evaluación psicofísicas de los alumnos -que es lo que persigue la norma respecto a las nuevas formaciones oficiales-, deberían también transmitir el acervo de la tradición yóguica. Es preciso que los formadores oficiales cumplan los requisitos legales, pero también que estén comprometidos con la práctica del yoga y la meditación. En nuestra mano está lograrlo.
¿Consideras que la regularización del yoga en este momento puede de algún modo pararse o frenarse?
Tengo mis dudas siquiera de si podía haberse parado antes, a su debido tiempo, o sea cuando comenzó a anunciarse la elaboración de estas normas. Cualquiera que sepa de leyes o de historia coincidirá en que derogar una norma ya promulgada es difícil. Si bien considero que tal vez sea más factible modificarla en un sentido positivo, si hay consenso en la comunidad del yoga.
Hay países con una numerosa población de practicantes de yoga donde no existe regularización.
Suele ponerse como ejemplo Estados Unidos o el Reino Unido, pero precisamente son países con una alta cultura asociativa y democrática. Con consternación hemos visto en nuestra comunidad yóguica de España que se han intentado identificar «culpables» de esta regularización dentro del propio colectivo. Me parece que la actitud madura, en vez de quejarse o buscar chivos expiatorios, consiste en reconocer la parte de responsabilidad que todos hemos tenido en esta situación no buscada. Me refiero a que hasta ahora no hemos sido capaces de unirnos y convertirnos en un interlocutor identificable y sólido para las administraciones. En la comunidad yóguica de España se necesita urgentemente una cultura asociativa y democrática. El guruísmo, el doctrinarismo, el exclusivismo no son actitudes que colaboren en este sentido.
En tu opinión ¿qué puede hacerse a favor del yoga en estas nuevas circunstancias?
Ya en un artículo publicado en este mismo medio, Yoga en Red, que se titulaba «El futuro del yoga…» anticipé lo que podía ocurrir respecto a las titulaciones. Ese futuro ya ha llegado. Probablemente en el plazo pocos meses vamos a ver un antes y un después. Lamentarnos, meter la cabeza en un hoyo, como avestruces, encerrarnos en nuestra -por así llamarla- «burbuja yóguica», o echarnos al monte de la rebeldía, no me parecen actitudes aconsejables. Dada esta situación, considero que tenemos que comenzar a trabajar en beneficio del aprendizaje del yoga, su práctica, enseñanza y difusión teniendo en cuenta la nueva situación normativa y administrativa, procurando conducirnos de un modo flexible, inteligente y ético.
¿Puede ser la regulación una consecuencia de la difusión del yoga en España?
En cierto modo sí. El yoga ya no es una práctica eremítica y minoritaria. Los discípulos no van a las cuevas en las montañas, a las selvas o los santuarios en busca de instrucción y maestros, como en la antigua India. Aquí en la actualidad las personas practican en los centros de fitness y centros cívicos, a veces de modo masivo. La enseñanza y práctica del yoga están plenamente integradas en nuestras sociedades urbanas. Ahora es difícil convencer a la sociedad o a las administraciones públicas de que los profesores de yoga son más especiales que, por ejemplo, los bomberos, que también van a ser regularizados a su pesar, así como cientos de profesiones.
Habéis creado recientemente una asociación que quiere ser respuesta a la nueva situación que trae la inminente regularización.
Hemos fundado el Instituto Andaluz del Yoga, que poco a poco está ganando socios y adhesiones. La idea es crear un instrumento que nos permita actuar en el nuevo marco. Lo que consideramos ideal o deseable es la creación de un consejo de socios honoríficos, constituido por profesores senior de todos los estilos y escuelas, que valoren o promuevan iniciativas que podamos someter a la votación de los socios y elevarlas a las administraciones públicas. Dada la estructura regional de España, tal vez el siguiente paso sería constituir una unión de este tipo de asociaciones a nivel de todo el país y crear así una Unión Española de Yoga o como quiera llamarse.
¿Cuáles son vuestras próximas iniciativas?
El día 17 de octubre vamos a celebrar una aula pública de yoga en una céntrica plaza en Málaga, que será la primera vez en Andalucía. Estamos haciendo preparativos, junto a una campaña municipal de concienciación ciudadana y la asociación Barrio Picasso para hospedar a 400 personas practicando yoga al mismo tiempo con áreas específicas de niños, embarazadas y accesibilidad. Uno de nuestros socios, José Manuel Jiménez, ha promovido la que es la primera sala específica de yoga y meditación en un colegio público, que pronto recibirá el primer certificado de excelencia que emitamos. Y a medio plazo comenzaremos a promover una sala de yoga y meditación en la zona de embarque del Aeropuerto de Málaga, que es el tercero en tráfico de pasajeros de España, instalación que sería una de las primeras en Europa. Entramos en una ilusionante fase pionera, con todo lo que también conlleva de dificultades y retos.
Invitamos a todos a sumarse a este esperanzador proyecto que es el Instituto Andaluz del Yoga.
También estáis organizando una formación de profesores de yoga con acreditación oficial.
Así es. A la espera de que se promulguen las nuevas normas, estamos trabajando con tenacidad, paciencia y constancia en la preparación de un curso de formación con certificación oficial en convenio con la Junta de Andalucía. Comenzaría el próximo noviembre y duraría nueve meses. Se trataría del primero curso de formación de profesores de yoga con certificación oficial en España, al menos que nosotros sepamos.
Contaremos con excelentes profesionales con compromiso con el yoga y experiencia y conocimientos suficientes. Ya hemos abierto un listado de personas interesadas que tendrán preinscripción preferente. Nuestro compromiso es ofrecer una formación de yoga abierta, integradora y sólida, que además otorgue una certificación oficial emitida por la Junta de Andalucía con validez para toda la Comunidad Europea.
Hay diversas academias y escuelas que también prometen certificaciones oficiales…
A este respecto aconsejamos suma cautela. Hemos estudiado algunas de estas ofertas y juegan con informaciones y términos equívocos que inducen a error. Hasta ahora ninguna de las que han llegado a nuestro conocimiento otorgan verdaderamente una certificación oficial según las nuevas normas reguladoras. El título que nosotros ofrecemos es claro: «Instructor en Yoga», con los sellos oficiales de la Junta de Andalucía y la CE, que es lo que exigen las nuevas normas.
¿Qué futuro aguarda a las formaciones de yoga no regladas como las que han existido hasta ahora?
Estas formaciones me parecen una buena manera de conocer las enseñanzas de las diversas escuelas y maestros. Quien quiera aprender, por ejemplo, buen Yoga Dinámico seguirá acudiendo a los cursos de José Luís Cabezas, lo mismo con el Kundalini Yoga del maestro Hargobind. Estas acreditaciones pueden convivir con la certificación oficial, del mismo modo que diversos títulos, oficiales o no, lucen el las paredes de las consultas de los médicos. En cualquier caso, téngase en cuenta que ningún título, sea oficial o no, convertirá a alguien de modo automático en un buen profesor de yoga. Del mismo modo que un título de licenciado en literatura o filosofía por sí mismo no hace de alguien un literato o un filósofo.La senda del yoga es un aprendizaje contínuo, y el verdadero maestro de yoga, al final, ha de hacerse a sí mismo.
Más información sobre el curso de formación :
http://yogasala.blogspot.com.es/2014/09/1-formacion-de-instructor-en-yoga-segun.html