El ser humano necesita el prana para vivir. Prana es una palabra sánscrita que podemos traducir como «energía». Pero ¿qué es lo que lo compone? Escribe Natalia López.
Hay personas, sobre todo aquellas que tiene la mente más «científica» a las que les cuesta experimentar el prana o la energía dentro de sí y necesitan tener un paralelismo con lo que nos rodea para comprenderlo. Lo que nadie puede negar es que todo lo que nos rodea está formado por compuestos químicos, átomos e iones. Aquí vamos a hablar de los iones.
En el interior de todas las células tenemos más iones negativos que positivos. Los iones negativos necesitan de los positivos para dar vida a la célula, infundir la energía necesaria para que todas sus funciones puedan ser realizadas y para una comunicación óptima entre las células de un mismo órgano, de forma que los órganos puedan funcionar de manera adecuada.
Lo mismo ocurre con la electricidad. Necesitamos polos positivos y negativos para que se produzca la energía eléctrica, que sea posible tener luz en nuestros hogares y que los electrodomésticos funcionen.
En el exterior de las células hay más iones positivos que negativos. Cuando tenemos exceso de iones positivos, el nivel de nuestra energía desciende y el prana disminuye.
¿Cómo obtener más iones negativos?
La vida en las grandes ciudades, con el asfalto, el estrés, las ondas que nos rodean, los aires acondicionados, la contaminación… Todo ello nos satura de iones positivos. Por el contrario, cuando nos encontramos en la naturaleza y estamos en contacto con la tierra, un río, una cascada… y respiramos sus moléculas en forma de ozono, o bien cuando llueve, o cuando nos alimentamos de productos naturales, se produce un considerable aumento de iones negativos en nuestro organismo.
Ofrezcamos iones negativos a nuestras células para que el exceso de los positivos, que ya existen en abundancia, se llegue así a neutralizar y sea posible aumentar el nivel de prana, nuestra energía, en la medida de lo posible.
En nuestras casas podemos disponer de pequeñas fuentes de iones negativos. Lámparas de sal, abrir las ventanas y ventilar después de llover o de una tormenta. Nutrirse con alimentos vivos y, por supuesto, estar en contacto con la naturaleza siempre que se pueda.
Con estos pequeños cambios será posible aumentar los niveles de iones negativos y como consecuencia experimentaremos un incremento de la energía en nuestras vidas.
Ser conscientes del prana que nos rodea, saberlo distribuir adecuadamente dentro de nosotros y utilizarlo para nuestro beneficio es de lo que se ocupa el pranayama, entre otras muchas cosas. Cosas que iremos descubriendo, en este mismo espacio, poco a poco.
Natalia López imparte clases de Hatha yoga y Pranayama en El Escorial, en la Asociación de Yoga Silencio Interior.