A través de la vida vamos conociendo diferentes formas de felicidad y de dolor. El Yoga nos enseña que la felicidad y el dolor pueden vivirse sintiéndonos armonizados con la vida cuando nuestra mente profunda alcanza a encontrarse a sí misma en aquello que vive; en aquello que es. Reflexiones del facebook de Mayte Criado.
Sin contacto con nosotros mismos no hay felicidad ni tampoco podemos vivir el dolor desde la clara percepción de que podemos sentirnos alineados con aquello que nos presenta la vida. La vivencia del dolor cuestiona muchas veces esta seguridad de que podemos sentirnos armonizados, es decir felices, mientras vivimos conectados a lo que es con plena conciencia.
Se trata de una felicidad más silenciosa y unida al hecho de que ignorar la vejez, la enfermedad y la muerte no puede sino alejarnos del poder dar un sentido trascendente a nuestra existencia.
Y tal vez sea el dolor, la vejez, la cercanía de la muerte, inexorable, lo que más nos acerca profundamente a nosotros mismos y nos refuerza el sentido de la vida.