La mirada de los perros y los gatos

2014-08-06

Ramiro Calle nos remite un bonito texto titulado «La mirada de los gatos». También compartimos una de las últimas entradas del blog El Hijo de Vecino, titulado «La historia del perro a las puertas del cielo», que nos ha encantado.

gato

Escribe Ramiro Calle en ‘La mirada de los gatos’:

La mirada de los animales siempre me ha llegado muy hondo. A veces nos miran con ternura infinita, a veces con gran sorpresa, a veces con el deseo de arroparnos, a veces con miedo y otras con una suplica vehemente o un destello de incertidumbre. ¡Nunca olvidaré la mirada de un toro habiendo sido descabellado, antes de morir, con lágrimas en los ojos! Ni la mirada de socorro de un perro perdido en una carretera, y sobre el que mi hermano Miguel Ángel escribió un cuento bellísimo y conmovedor. ¡Y cuánto de misterio hay en algunas de esas miradas inspiradoras y a veces indescifrables para el hombre!

Pero en cualquier caso, son las miradas sin velos en el corazón, las miradas directas y sin hipocresía, las miradas que comunican más allá de las engañosas palabras. Miradas que humanizan a los seres humanos tan inhumanos; miradas que muchas veces quieren decirnos que no comprenden nuestra agresividad, nuestra violencia, nuestro desamor, nuestro rencor o nuestro odio. Miradas que miramos cuando nos encontramos solos, abatidos, desorientados o atormentados. Miradas que, como testigos puros y silentes, nos miran en nuestros desequilibrios, atrocidades, injusticias, discapacidades emocionales y miserias. ¡Y nos llamamos seres humanos! ¡Y milenio tras milenio seguimos convirtiendo este planeta en un espantoso holocausto, donde los más desvalidos son masacrados, esquilmados y horrorosamente maltratados. ¿Dónde quedan las enseñanzas de Buda, Jesús, Lao-Tsé, Mahavira y Pitágoras?

Todo está dicho, pero nada está hecho. Sin embargo, lo mejor de muchas personas sigue tratando de abrirse camino entre la densa niebla de los condicionamientos externos e internos, como si el alma (o como le llamemos) no quisiera rendirse, aún tuviera la esperanza de que un día las cosas puedan cambiar y los seres de este planeta (manicomio de los otros planetas) puedan comenzar a ser felices y estar libres de riesgos, sufrimiento y violencia.

Comparto con vosotros un interesante y fecundo trabajo aparecido en el diario El País.

El artículo de Naren Herrero en El Hijo de Vecino