Lo dice un investigador bioquímico, lo cual tiene su enjundia.También nos relata cómo cada año comprueba, sobre el terreno y con analíticas, los increíbles beneficios del yoga para la salud, con ocasión de los cursos de formación de profesores de Sivananda, en los que ya es un habitual. Es una entrevista Yoga en Red.
Investigador, farmacéutico y bioquímico por la Universidad Complutense de Madrid, su visión ecléctica de la medicina oficial y de las medicinas holísticas, de la ciencia y de los sistemas alternativos de conocimiento, le lleva a integrar con respeto y rigor «lo mejor de cada cosa» («No puedes ser talibán de nada», dice). No es extraño que como conferenciante tenga tanto éxito entre los ingenieros como entre los yoguis.
Teófilo lleva tres años dando conferencias en los Cursos de Formación de Profesores de Sivananda (TTC: Teachers Trainig Course). Durante un mes, la Casa Toya de Aluenda (Zaragoza) se transforma en un templo de conocimiento yóguico pero también -y esto es mucho menos conocido- en un laboratorio vivo de control de los beneficios del yoga.
¿Qué compruebas en tus investigaciones sobre el yoga?
Cuando voy a dar mis conferencias a los TTC de Sivananda, me llevo siempre el microscopio para hacer análisis al grupo, que es heterogéneo en sus condiciones físicas y en sus hábitos. Pero como grupo de control resulta impagable para un investigador porque durante las cuatro semanas del curso dormirán a la misma hora, comerán lo mismo, harán los mismos ejercicios de yoga, meditarán… Eso hace que se vayan homogeneizando entre ellos.
Vemos sus análisis de sangre justo al inicio del curso y hay una variabilidad muy grande, y cuando voy tres semanas más tarde a comprobar qué ha pasado tras esa buena alimentación ayurvédica (equilibrada, sin estimulantes, sin conservantes), pranayama, meditación, asanas, descanso regular, parecen otras personas, les ha cambiado la vida.
Resulta muy bonito porque es la manifestación práctica de los beneficios del yoga y del estilo de vida que lo acompaña en solo tres semanas. Se ven sangres preciosas, muy oxigenadas, y los que llegaban con acidez o faltos de depuración se normalizan. Se observa tal cantidad de cambios que impacta, así que todos los estudiantes quieren presentarse como voluntarios para estas pruebas.
Este año, en el curso que empieza el 18 de agosto, darás dos conferencias. Una se titula «Somos lo que comemos».
Es, además de una conferencia, una denuncia necesaria. En una sociedad tan tecnificada como la nuestra, que ha avanzado tanto que es capaz de mandar naves fuera del Sistema Solar y de hacer implantes cerebrales, sin embargo el desarrollo de nuestra salud está siendo inversamente proporcional al desarrollo tecnológico: cuanto más avanzamos más enfermos estamos.
¿Qué esta ocurriendo? Todo el desarrollo tecnológico se ha puesto al servicio de la producción de alimentos basada en el empleo de sustancias químicas como fertilizantes o pesticidas, que han entrado en la cadena trófica -y no solamente humana sino de todos los animales en general-y está yendo en detrimento de la propia biología y generando enfermedades desconocidas hasta hace bien poco.
En los años 60 y 70, la introducción de agentes químicos de altísima potencia dio lugar a enfermedades que eran rarísimas hasta entonces, como las alergias y las enfermedades autoinmunes, o incluso el cáncer de mama, que antes de los años 60 no era nada común y hoy es la principal causa de mortalidad en la mujer, aparte de las enfermedades cardiovasculares.
En esa conferencia me apetece denunciar mucho todo eso. Somos una sociedad resultadista, pero en costes, en beneficios económicos, en rentabilidad, pero no en calidad de vida ni en nivel de conciencia en las relaciones entre seres humanos y en relación con la naturaleza y Gaia en general.
Al final de mi conferencia la pregunta es: ¿De qué nos sirve estar en el momento cumbre del desarrollo tecnológico de una civilización si nos va a destruir si seguimos así? La previsión es que para el año 2050 la totalidad de la población mundial sea alérgica…
Se vive más pero no mejor…
Se vive peor. Antes la vida era más corta, y evidentemente el desarrollo de los medicamentos hace que haya una supervivencia mayor en todo el mundo. Pero ¿a costa de qué? A mí no me apetece tener artritis reumatoide y pasarme cuarenta años de mi vida tomando medicamentos de continuo. A lo mejor prefiero una vida un poco más corta pero más digna…
Otra conferencia que va a dar en la formación de profesores de Sivananda es «¿Qué somos?»…
Ahí entramos de la mano de la física cuántica. Somos una construcción de nuestro cerebro: lo que pensamos que somos. Nuestro cerebro es un interpretador de realidades; construye realidades a partir de órganos sensoriales. Lo que para nosotros es una flor, para una abeja es bien distinto, porque su visión es diferente. De modo que hay tantas realidades como modos de percibirlas,y si profundizamos más llegamos a la conclusión de que la realidad no existe, no es más que un estado en el que aparece la energía, porque todo es energía en el cosmos. El ser humano también es energía. Tenemos claro que tenemos un cuerpo, pero solo es el anclaje material de un ser que es puramente energético.
La física cuántica nos dice que existen trece dimensiones.Si nosotros solo percibimos cuatro, la percepción que tenemos de la realidad es muy pobre. ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de sentir o experimentar la verdadera realidad a través de todas las dimensiones que necesita el universo para ser como es?
Concluimos la conferencia con el origen de la vida, analizando si es una causación descendente -o sea, que un ser superior nos ha puesto aquí- o es una causación ascendente, en la que el azar ha juntado los primeros átomos, ha formado los primeros aminoácidos, proteínas, células que se han reproducido… El final sorpresa es un análisis estadístico muy válido para demostrar que, en mi opinión, la existencia del ser humano y la vida se debe a un proceso de creación inteligente. El azar no puede crear algo tan sumamente complejo y además dotar a la primera célula de algo tan intencional como la capacidad de reproducirse.
En alguna de tus conferencias cuentas tu “conversión”, pues eras agnóstico, como buen científico… Hasta que reflexionas sobre el “milagro de la vida”, que es el de la transmisión de la información para seguir creando vida…
Stanley Miller descubre en los años 40 los primeros aminoácidos, esa “sopa primigenia”, intentando reproducir las condiciones en las que supuestamente comienza la vida hace 3.800 millones de años. Este científico lleva 60 años intentándolo pero no ha conseguido crear proteínas ni células. No se ha dado cuenta de que la vida no es un truco, sino algo intencional. Si el azar hubiera creado como él dice esa evolución y concatenación de moléculas, nos llevaría al punto de la creación de la primera célula, pero esta podría extinguirse, destruirse. Y de nuevo el azar tendría que volver a generar una nueva primera célula.
Pero lo que ocurrió en realidad hace 3.800 millones de años es que, además de la primera célula, se generan cadenas muy complejas de ácidos nucleicos que sirven para concretar todo lo que ha surgido supuestamente por azar en una estructura perfectamente estable y autocopiable para que toda esa información se perpetúe. Eso no es azar. La perpetuación es algo que no podemos atribuir a las leyes de la probabilidad sino a una intención creadora. Ahí es donde a mí se me abre ese otro paradigma: no todo tiene una explicación científicamente demostrable y sin embargo es.
Como científico, ¿cuál es tu explicación de que el yoga funciona?
Todo el Universo es energía, luego nosotros también lo somos, pero la energía es algo muy volátil, ni se crea ni se destruye; solo se transforma. Y además no hay un continente específico para la energía, está fluyendo siempre, y solo se puede observar cuando decide concretarse en una forma más densa, que es la materia.
Nosotros somos una energía confinada en un cuerpo, y para ello se necesita un montón de nodos (esos setenta y tantos mil nadis) que sujeten ese permanente tira y afloja de un ser energético. Los nadis tienen una serie de canales reguladores del flujo energético que dotan de una estructura, y son los meridianos y los chacras.
Dependiendo de la asana, vamos a movilizar unos canales u otros, y estos canales están conectados con determinadas funciones del organismo. Por tanto las asanas tienen la función de equilibrar bioenergéticamente determinados órganos y funciones fisiológicas para el mantenimiento de la vida. El yoga es la conexión con el ser energético y lo que podemos hacer por él.
Los chakras también los puedes mover a través de la intención, de la meditación y de la mente, pues la energía sigue al pensamiento. Por tanto, tenemos muchas herramientas para ayudar a nuestro cuerpo a mantener la salud en un entorno tan tristemente tóxico como el que tenemos: una alimentación lo menos tóxica posible, un entorno lo más limpio y armonioso posible y la práctica del yoga y la meditación.
Con la práctica del yoga y la meditación lo que estamos haciendo es reordenar y reequilibrar para que ese ser energético que está confinado en una estructura material pueda estar estable y equilibrado y cumplir su función y su misión. Porque si estamos aquí con este grado de complejidad es para algo.
¿Cuál es el sentido, para ti, de este viaje temporal?
Es la gran pregunta… Yo creo que es un aprendizaje, ese continuo rodar que es como se expresa la vida en las culturas orientales, y cada vuelta es una oportunidad para perfeccionarse. Como fragmentos que somos de la Conciencia Cuántica o Cósmica, estamos aquí para que, en ese proceso de aprendizaje, vayamos haciendo prosperar la conciencia en sí misma. Cuando un ser ha progresado lo suficiente como para comprender esas cosas tan elevadas, pienso que deja de ser necesario que se concrete materialmente y ya permanece como un ser energético.
Colectivamente, ¿hacia dónde crees que vamos? Porque no parece que nos lo estemos poniendo muy fácil a nosotros mismos como especie…
Sí, porque no vemos la realidad de lo que somos. La mayor parte de la humanidad va por el mundo como pollo sin cabeza, intentan pasarlo lo mejor posible, tener la vida lo más confortable posible en detrimento de cualquier cosa. Y la humanidad tiene que adquirir un sentido global para ser capaz, como una única conciencia, de analizar qué es lo mejor para sí misma.
Ahora mismo hay fragmentación de intereses, de voluntades, conflictos y guerras por todo el mundo, abundando en la división y en el ego. Y no nos damos cuenta de que la evolución de la conciencia humana tiene que venir desde el desapego y el abandono del ego para comprender que no estamos aislados sino interpenetrados y conectados. Absolutamente todo lo que hacemos tiene una reverberación en el espacio-tiempo.
El ser humano está funcionando hasta ahora de una forma totalmente unitaria, y tiene que darse cuenta de que no es más que un fragmento de conciencia y que está vibrando con el entorno. Si mis intereses van en detrimento de los tuyos, mal vamos todos. El camino es que lo que yo haga te beneficie a ti simultáneamente. Así podemos aprender todos y generar una humanidad que sea cohesiva, autosuficiente y equilibrada, y que no genere este nivel de desigualdades y de atrocidades en el que estamos inmersos.
¿Crees que eso va a ser posible, vistos los factores que amenazan incluso al ser humano como especie?
Hay una gran parte de la humanidad que ya está dando ese paso, pero hay una inmensa mayoría que no y que está aplastando al resto. En ese caso pienso que el cambio va a producirse por las buenas o por las malas; o damos el cambio de forma voluntaria o nos extinguiremos, como los dinosaurios. Perderemos la oportunidad de aprender, y la Conciencia Cósmica volverá a intentarlo con otra forma de vida.
Las enfermedades autoinmunes
Teófilo Calvo confiesa que tiene el corazón partido entre su profesión de investigador y su consulta (muy exitosa) de sanador. «Me interesan mucho las enfermedades autoinmunes, esos fallos del sistema inmunitario y cómo y por qué se han multiplicado en las últimas décadas. Hay algunas que pueden acabar con la vida de una persona, y otras que no acaban con ella pero te dan muchos años de muy mala vida y sufrimiento crónico. Lo que intento con esas investigaciones es encontrar soluciones que puedan aplicarse en este tipo de patologías».
¿Por qué el organismo humano se agrede a sí mismo?
Porque se le ha confundido. En un ambiente limpio, sano, no sucede. Cuando yo era niño, hace 48 años, no había alérgicos; hoy lo son el 45% de los críos. ¿Qué ha pasado? Que introdujimos químicos en el ambiente, conservantes, acidulantes, gasificantes, y estas sustancias se anclan en la estructura del organismo y confunden a nuestro sistema inmune, que desarrolla una respuesta agresiva contra algo que considera externo y que supuestamente puede ser dañino. Es un fallo de reconocimiento.Otro factor que ha agravado esto es que, como somos pura energía y nuestras células emiten un campo electromagnético, el hecho de vivir inmersos en campos electromagnéticos (aparatos muy potentes como móviles, televisores, radios) perturba la propia interacción celular, hay demasiado ruido para que la señal llegue limpia a todos esos emisores y receptores que son las células. Esa es la ruleta rusa a la que está jugando la humanidad. ¿Por qué no hay un cambio de actitud? Porque conlleva romper con unos intereses colosales. Es el gran paradigma que tiene que afrontar la humanidad si quiere sobrevivir, y para eso hay que ser valientes.