Leyendo el libro Viaje al fondo de mí mismo de Ramiro Calle me he acordado de la película Cómo ser John Malkovich. En efecto, por un rato he visto la todavía breve historia del yoga en España a través de los ojos de Ramiro. Escribe Joaquín G. Weil.
Es interesante cómo podemos identificarnos con el autor de una autobiografía, por cierto, junto al ensayo o la filosofía mi género literario preferido. Y lo veo así como se sugería en aquella película: la autobiografía nos permite vivir, durante la lectura, en la piel del personaje.
Emocionante cuando, junto con Ramiro, asistimos a las primeras clases de yogasanas impartidas en nuestro país en los 50 o 60 del pasado siglo por un misterioso profesor indio -a propósito, para sucesivas ediciones sugiero incluir su nombre, lo cual es de justicia-. Cómo luego, junto con Ramiro Calle, escribimos libros de yoga, dimos conferencias y entrevistas, conocimos a centenas de personajes profundos, interesantes, misteriosos (algunos de ellos ególatras y embaucadores) de la vida espiritual. Y por fin cómo fundamos el centro Shadak.
Para afrontar estas tareas no era posible mostrar un carácter tibio, había que ser un verdadero entusiasta. La historia cultural de la humanidad se ha ido desarrollando precisamente gracias a personalidades dotadas de este entusiasmo desbordante, que no atendían a los titubeos y prevenciones de la medianía.
Y aquí un raro reconocimiento a la tradición y los ancestros, que Ramiro no hace en el libro pero sí en la famosa entrevista en el diario El Mundo. Algún día alguna Constelación Familiar colectiva nos resolverá el caso: cómo nietos de egregios literatos españoles del siglo XX son ahora destacados orientalistas: Pablo d’Ors, autor de Biografía del Silencio, nieto de Eugenio d’Ors; Enrique Gallud Jardiel, autor de decenas de interesantísimos libros sobre la cultura india, nieto de Jardiel Poncela; y Ramiro Calle, quien ahora nos ocupa, nieto del entonces popular Emilio Carrere, autor de La torre de los siete jorobados.
Por ponernos un tanto filosóficos o metafísicos, nos identificamos con las vidas de otras personas, con sus perspectivas, por todo lo que estas tienen de intersubjetivas. Le pasó a él, pero igual me podría haber pasado a mí, en las mismas circunstancias de Ramiro Calle, viviendo dentro de su piel.
Viaje al fondo de mí mismo podría haberse titulado con fortuna Cómo ser Ramiro Calle. Si bien, para profundizar todavía un poco más en este viaje al fondo de uno mismo, una vez visto cómo Ramiro Calle consiguió ser el que es, del mismo modo que John Malkovich en la película también quiso saber cómo ser John Malkovich, en lo personal la verdadera pregunta yóguica y filosófica para mí es cómo puedo llegar a ser Joaquín G Weil. En fin, esta es la enseñanza filosófica y nietzscheana de cualquier autobiografía, de esta también: cómo podemos ser el que en realidad somos.
En palabras del propio autor en el capítulo ocho, Un vagabundo en busca del Absoluto: «Es necesaria una auténtica revolución interna para que el ser humano pueda volver a ser él mismo y no una mala copia de sí mismo».
Con facilidad puede colegirse de lo que llevo dicho, pero conviene manifestar que admiro a esta destacada personalidad, al cual va siendo hora de quitarle el sambenito de la circunscripción geográfica. Ramiro Calle no sólo es un pionero y divulgador del yoga en España; pienso que de haber desarrollado su labor en otros países más destacados, como Francia, USA o Gran Bretaña, habría alcanzado el reconocimiento merecido, pues gran parte de sus libros constituyen una rara y valiosa recopilación de enseñanzas yóguicas, que de este modo pueden conocerse y practicarse. Estoy pensando en sus singulares relatos de conversaciones con swamis y yoguis contemporáneos, en sus colecciones de cuentos de Oriente, y un largo etcétera que sería prolijo enumerar. Eso sin hablar de su importante tarea, todavía vigente, de maestro en su centro, talleres y conferencias, que aconsejo, pues la mente de Ramiro Calle es un prodigio no sólo de memoria, sino de oportunidad en la evocación, además de sentido del humor, como muestra el vídeo que hicimos a partir de una de sus charlas. Sin duda tiene suficiente sabiduría y sentido del humor como para saber encajar estos elogios, bastante más incómodos y difíciles que las críticas.
Para concluir, un detalle sobre el autor que tampoco suele destacarse y es que, además de ser un yogui o un maestro, es un más que notable literato, que dignifica la lengua española con giros y metáforas efectivas y sorprendentes. Leyéndolo uno no aprecia lo que en tantos libros, esa impresión de estar degustando insípidas traducciones del inglés o francés, sino que el idioma tiene su sabor original hispano. Por decirlo de una vez por todas, considero constituye un buen karma colectivo nuestro que un escritor español de esta categoría se ocupe con asuntos del yoga, la sabiduría y la meditación.
Podríamos seguir destacando detalles interesantes de la autobiografía de Ramiro Calle, pero para no extendernos en exceso, con esto baste.
Quién es
Joaquín García Weil es licenciado en Filosofía, profesor de yoga y director de Yoga Sala Málaga. Practica Yoga desde hace veinte años y lo enseña desde hace once. Es alumno del Swami Rudradev (discípulo destacado de Iyengar), con quien ha aprendido en el Yoga Study Center, Rishikesh, India. También ha estudiado con el Dr. Vagish Sastri de Benarés, entre otros maestros.
Más información: http://yogasala.blogspot.com Facebook: https://www.facebook.com/yogasala.malaga
Referencia al vídeo.
Referencia al libro: http://www.kailas.es/libro/viaje-al-fondo-de-mi-mismo_138