La neuroplasticidad del maestro (o enseñar desde el corazón)

2013-10-25

Reducir la enseñanza al intelecto es una fría abstracción. Reducirlo a la educación emocional es narcisista. Reducirlo a lo espiritual hace perder el anclaje con el mundo real… Todos tienen que entretejer un telar multidisciplinar donde la conciencia se exprese. Por Koncha Pinós-Pey Ph.D para Espacio MIMIND.

Enseñar con corazón

Soy maestra de corazón y hay momentos, cuando pienso en mis estudiantes, que apenas puedo contener la alegría, otras que siento su dolor cuando quieren descubrir un territorio desconocido, cuando quieren explorar un camino de la mente y salir de la espesura del sufrimiento… Puedo sentir como si un rayo surgiese en su mente. Enseñar es lo único que sé.

Pero hay momento en el aula, en las escuelas, en las Universidades, donde siento que no hay vida, todo es dolor y confusión. Siento que esto de “enseñar” no tiene futuro, la ilusión transparente de la conexión desaparece. El enemigo aparece en todas partes, parece como si los estudiantes fuesen alienígenas, y eso forma parte de la patología clínica de “ser maestro”. ¡Que tonta fui creyendo que había dominado el arte oculto de leer los posos del té!

La ilusión mental de la enseñanza tiene tres frentes importantes: los dos primeros son comunes, pero el tercero es más importante y rara vez se le reconoce.

Primeramente, las cosas que queremos compartir son tan grandes y complejas como la vida misma. No importa cuántas horas lleves de investigación, de lecturas, de prácticas. La docencia requiere un dominio del contenido metacognitivo que siempre escapará a nuestra comprensión lógica. En segundo lugar, los estudiantes a los que enseñamos son más hermosos y complejos que la vida misma. Para verlos claramente y en su conjunto deberíamos estar “siempre presentes «. Pero pocos de nosotros somos como el Rey Salomón.

La enseñanza, como cualquier otra actividad humana, surge de la propia interiorización, para bien o para mal. Cuando enseño, proyecto el estado de mi mente en mis alumnos, en el tema que expongo y en la forma de estar juntos. La ilusión del experimento del aula no es más que una expresión de mi vida interna. Visto desde este ángulo… la enseñanza es el espejo del alma. Si estoy dispuesta a mirar en ese espejo y no corro asustada cuando sale la madrastra del cuento… tengo la oportunidad de adquirir el conocimiento propio y conocerme a mí misma, crucial para la buena enseñanza. Sabiendo que enseñanza, estudiantes y maestros son uno.

El paisaje interior de un profesor

De hecho, ya sabemos que nuestros estudiantes y el tema dependen de nuestro grado de interiorización. Cuando no me conozco a mí mismo, tampoco puedo conocer a mis estudiantes. Los voy a ver a través del vidrio oscuro de la evaluación formal, las mismas sombras que hay en mi vida y que no puedo ver con claridad, y desde donde no puedo enseñar. Cuando no me conozco a mí misma, aunque conozca el tema que enseño, no lo he comprendido. No a los niveles profundos, no lo he encarnado, no le he dotado de significado personal. Sabré solo que a nivel abstracto tengo una serie de conceptos tan alejados del mundo real como yo estoy de mi verdad personal.

Hay que abrir una frontera nueva en la forma de explorar la buena enseñanza: el paisaje interior de la vida de un profesor. Y trazar un paisaje totalmente nuevo, tres caminos importantes para ser tomados en cuenta: el intelectual, emocional y espiritual, y ninguno de ellos puede ignorar que ciencia y conciencia son lo mismo. Reducir la enseñanza al intelecto es una fría abstracción, reducirlo a la educación emocional es narcisista, reducirlo a lo espiritual hace perder el anclaje con el mundo real… Todos tienen que entretejer un telar multidisciplinar donde la conciencia se exprese. La educación es el resultado de todos esos momentos, del momento a momento, y es necesario que se entrelacen en el discurso pedagógico.

Por intelecto me refiero a la forma en la que pensamos la enseñanza y el aprendizaje, de la forma y el contenido de nuestros conceptos, de cómo las personas se conocen y aprenden. De la naturaleza de los estudiantes y nuestros temas. Por emocional me refiero a la forma en la que nosotros y nuestros alumnos se sientan a enseñarnos y aprendemos de lo que ellos sienten… favoreciendo el intercambio entre nosotros. Por espiritual me refiero a las diversas formas en que respondemos al anhelo del corazón para conectarnos con la grandeza de la vida, el mayúsculo deseo que nos anima a seguir trabajando con amor y valentía… En este sector llamado… enseñanza.

El tercer frente ya lo habéis adivinado: es la neuroplasticidad de nuestra mente.

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