A través de mi fraterno amigo Amadeo Solé Leris, especialista en budismo theravada y autor de obras muy notables al respecto, hice llegar a Satya Narayan Goenka, recientemente fallecido, un gran número de preguntas sobre la meditación vipassana, a las que él con toda paciencia y precisión respondió. Por Ramiro Calle.
Esta larga y significativa entrevista aparece todo ella en mi obra Conversaciones con monjes y sabios budistas, de la editorial Kairós. En memoria de este maestro de meditación vipassana recojo aquí algunas de sus inspiradoras conclusiones. Vipassana quiere decir «visión penetrante», y la meditación que la desarrolla es la denominada Meditación Vipassana. Como recalco en mi obra Enseñanzas de Meditación Vipassana, fue Buda el que con enorme inteligencia y minuciosidad sistematizó este método de meditación y ofreció técnicas meditativas de una gran solvencia.
Para la práctica del vipassana la mejor base es la contemplación de la respiración (anapana), ya que de este modo la atención del meditador se dirige desde el principio hacia adentro, hacia su propia realidad interna. Vipassana sigue luego como una extensión natural de la contemplación de la respiración.
Para obtener la purificación de la mente es absolutamente esencial vivir de manera directa, por experiencia propia, la naturaleza impermanente de todos los fenómenos físicos, que es lo que se consigue con la práctica de vipassana.
Durante la práctica de vipassana el meditador no debe nunca tratar de nombrar o identificar los fenómenos que en sí mismo observa. Debe abstenerse de denominar los fenómenos que experimenta. En lugar de ello, lo que ha de hacer es tener, sencillamente, conciencia de toda la realidad, cualquiera que sea, que se manifieste en ese momento presente, sin identificarla ni reaccionar ante ella, y teniendo siempre presente el hecho de que se trata de un fenómeno impermanente, fugaz.
La meditación vipassana, si se practica de forma correcta y con diligencia, producirá automática e inevitablemente cambios en la vida diaria del meditador. La purificación mental va produciendo, con toda naturalidad, una purificación física y verbal.
Con la meditación vipassana todas las corrupciones, todos los complejos que estén escondidos en el inconsciente surgen a la superficie de la mente. Así pues si alguien tiene un miedo profundamente arraigado no cabe duda de que vipassana lo sacará a la luz del día. Cuando emociones violentas de este tipo afloran a la superficie de la mente, lo que hay que hacer es aceptar el hecho de que la mente, en ese momento, está invadida por el miedo, y al mismo tiempo seguir observando sin cesar las sensaciones físicas, apreciando su inherente y natural impermanencia. De este modo, el meditador permite que el miedo se manifieste y se agote, y al final se desvanezca.
El propósito de la meditación vipassana es cambiar el punto de vista de equivocado a correcto. Es modificar la mente para que de impura pase a ser pura.
La práctica del vipassana es un proceso de penetración progresiva, en el que se va pasando de lo conocido a lo desconocido, de lo consciente a lo inconsciente, hasta sus niveles más profundos; de la realidad superficial y hasta de las apariencias, a realidades cada vez más sutiles y, finalmente, a la última verdad. Vipassana desarraiga todas las corrupciones y obsesiones que, profundamente enraízadas, dan lugar a las tendencias malsanas del subconsciente.
La práctica de vipassana desarrolla la ecuanimidad mental, la cual permite al meditador enfrentarse con serenidad con toda clase de sufrimientos, incluidas las enfermedad y la muerte.
La meditación vipassana purifica la mente y elimina todo el ofuscamiento y las confusiones resultantes de condicionamientos anteriores. Esta purificación mental automáticamente ayuda a resolver conflictos internos y a eliminar o aliviar enfermedades psicosomáticas que puede sufrir el meditador.
Una mente pura, libre de apego, está por naturaleza llena de amor para el prójimo, de compasión respecto a sus sufrimientos e imperfecciones, de alegría con sus éxitos. Este puro desapego, este santo desinterés, es la más alta de las cualidades de la mente.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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