La única alternativa para escapar a la vejez es morirse antes. Si uno envejece, el cuerpo comenzará a dar problemas, sobre todo del aparato locomotor. Pero muchos desórdenes pueden prevenirse o retrasarse, y eso ya es importante. Poniendo los medios para ello, podemos tener en la medida de lo posible un cuerpo más armónico, flexible, resistente en el que los órganos operen equilibradamente. Por Ramiro Calle.
El yoga es el primer método de mejoramiento humano. La vejez y la enfermedad, así como la muerte, son inevitables, pero mientras sea posible tenemos que tratar adecuadamente nuestras herramientas vitales. Hay que empezar por atender las cinco fuentes de energía básicas, y más en la vejez: la respiración correcta, el alimento puro, el descanso oportuno, el sueño reparador y las impresiones mentales positivas. También cuenta de manera especial la actitud vital. Así como hay vitaminas para el cuerpo, las hay para el alma: amor, alegría, compasión, ecuanimidad, generosidad y tantas otras.
La práctica del hatha-yoga reporta muchos beneficios orgánicos y mentales. Es el ejercicio consciente más inteligente y antiguo. En las personas mayores los asanas o posturas juegan un papel esencial. Para empezar, no pasemos por alto que la rigidez es muerte y la flexibilidad es vida. Los estiramientos que provocan las posiciones de yoga alargan y revitalizan el músculo (que tiende a acortarse con la edad), favorecen el riego sanguíneo, armonizan las secreciones y, mediante masajes muy bien dirigidos, cuidan los órganos y ejercen una acción benéfica sobre las glándulas.
La ventaja del yoga clásico es que cualquier persona, cualquiera que sea su edad, puede practicarlo. Incluso si es necesario sobre una silla, como hemos explicado en otro de nuestros trabajos. Los órganos del aparato digestivo, que se ven afectados por la edad avanzada, pueden ser muy favorecidos con los masajes intra-abdominales. Los ejercicios de respiración, favorecerán los pulmones y protegerán contra trastornos pulmonares propios de la edad. Se fortalece la musculatura abdominal y se previenen las hernias. Se retrasa la atrofia de determinadas vísceras. Hasta donde es posible se previenen las enfermedades reumáticas, que suman más de dos centenares.
Contaré una anécdota personal. Cuando mi padre, por una lesión en la espalda, acudió a visitar al doctor Castillo Ojujas, célebre reumatólogo, le dijo: «Pero siendo su hijo maestro de yoga, acuda a él». Empezó a practicar yoga con plena dedicación y no volvió a tener problemas en este sentido. Los estiramientos de las posturas hacen que no mengue la estatura y los ejercicios respiratorios mejoran la acción cardiovascular.
Por su parte, la meditación es ya una necesidad específica para la gente mayor, porque se convierte en una gimnástica cerebral de gran provecho. Ayuda a combatir el sentimiento exacerbado de soledad, a encontrarse mejor con uno mismo, a poder superar la irritabilidad y el miedo, a vivir más armónicamente y encontrarle un renovado sentido a la vida. Tanto el extraordinario profesor de yoga mental y meditación para mayores Paulino Monje (que ha dado clases a miles y miles de personas de la tercera edad en centros de lo que él denomina «mis jóvenes mayores») como yo (que di varios años clases en las aulas de la tercera edad del Ministerio de Cultura, donde varios años también impartió clase la magnífica profesora Almudena Hauríe), hemos comprobado todos estos efectos positivos.
No es de extrañar, por todo ello, que cada día sea mayor el número de personas mayores que practican el yoga clásico, que no ofrece el menor riesgo y den el que cada persona realiza la técnica según su propia capacidad, sin ningún ánimo competitivo, encontrando una dimensión interior de armonía y lucidez que es el mejor manantial de salud. Ni qué decir tiene que deben ser evitadas para las personas mayores, obviamente y a poco sentido común que se tenga, modalidades de yoga atlético o de esas otras que se ejecutan a 40 grados de temperatura, y que tienen infinitamente más inconvenientes que beneficios.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.
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