Master Class/ La historia del yoga 2

2013-10-07

Esta es una nueva entrega de la sección Master Class, cuyo objetivo es profundizar en las técnicas, recursos y enseñanzas del yoga. Se realiza en colaboración con los expertos de la Escuela Internacional de Yoga, uno de los centros de formación de profesores más prestigiosos de España. Hoy interviene Swami Krishnananda para hablarnos del Bahagavad Gita.

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Swami Krishnananda es formador de Filosofía del Yoga de la Escuela Internacional de Yoga. En su juventud, su interés en el yoga creció hasta renunciar a la vida de trabajo y familia, integrándose en la organización Internacional de Centros de Yoga Sivananda Vedanta por muchos años.

Fue iniciado en la Orden de Sannyasa por Swami Visnu-Devananda en 1991. Su dedicación le ha otorgado la posibilidad de convivir y entrenarse con grandes maestros. Ha compartido su experiencia en varios países impartiendo cursos para principiantes y avanzados en los diferentes aspectos del yoga milenario: posturas, respiración, meditación, pensamiento positivo, alimentación, kriyas, mantras…

Desde 2004 continúa su trabajo tanto en el Instituto Yoga Retiro del que es fundador y director como en colaboración con la Formación de Profesores de Yoga en la Escuela Internacional de Yoga, contribuyendo al anclaje de las nuevas energías de integración espiritual en nuestro planeta.

A continuación, leeamos su clase magistral sobre el Bhagavad Gita.

La época Épica: siglo V – II a. C.: Bhagavad Gita

Estando ya muy estructurado el pensamiento upanishádico, los sabios de entonces desarrollaron formas de transmisión del conocimiento hacia la sociedad a través de historias mitológicas mezclando lo humano y lo divino y haciéndolo accesible para ser aplicado a la vida diaria. Las historias mitológicas siguieron desarrollándose por varios siglos en los Puranas, historias sobre el origen y evolución del Universo donde los dioses se humanizan para que el ser humano descubra sus emociones en la eterna polaridad del bien y del mal. En ellos se describen todas las deidades del hinduismo que empiezan con la trinidad Brahma, el creador, Vishnu, el preservador y Shiva, el transformador, correspondientes consortes Saraswati, Lakshmi y Durga, y demás miembros.

En el Bhagavad Gita, siglo  se ve ya una estructura del conocimiento del yoga, utilizando muchos de los conceptos que ya aparecen en los Upanishad.

Sannyasa, la renunciación necesaria para la experiencia del Brahman, pasa por la practica previa del Karma, Bhakti, Raja y Gñana Yoga según el Maestro Shri Krishna le explica a Arjuna, su discípulo.

El Bhagavad Gita, incluido al final de la epopeya el Mahabharata, aparece como un diálogo entre Krishna y Arjuna en el que las enseñanzas eternas se van expresando para vivirlas en la vida diaria. Son descritas las principales etapas del aspirante espiritual desde el desaliento y la crisis que lleva a la búsqueda del maestro hasta la iluminación y su expresión en las acciones diarias.

¿Qué nos transmite esencialmente el Bhagavad Gita?

Que el ser humano viva y experimente , en su día a día, ese Brahman que es su esencia inmortal, imperecedera gracias al cumplimiento el deber asociado a la condición vital, circunstancias y destino de cada uno.

El tema principal es el cumplimiento del Dharma, tu responsabilidad, tu compromiso, sin evadirte. Cuando observamos las crisis en las sociedades vemos la vida de los individuos confusos por haber olvidado su Dharma; ahí esta siempre vigente y actual la eterna enseñanza del Bhagavad Gita porque muestra cómo manejar las crisis y salir de ellas con éxito contribuyendo a que la sociedad evolucione.

Solemos creer que las crisis siempre se acaban algún día. Mas bien hay que entender que no se trata de que las crisis acaben o no, sino de que tienes que convivir con ellas como un reto para mantener la antorcha del Dharma viva.

Muchos de los que comenzamos el yoga hace años, lo entendimos erróneamente pensando que habría que retirarse del mundo y buscar a maestros escondidos de la sociedad en un retiro en las montañas.

El Bhagavad Gita nos previene de este malentendido. Narra la evolución espiritual del discípulo, del aspirante, desde el yoga en la vida diaria. Gracias a este maravilloso texto entendemos que no debe haber separación entre la vida y el yoga. El yoga debe ser la vida misma expresada cada momento en su más alta expresión de la naturaleza humana en su más elevado potencial de servicio a la vida. Por ello no puedes tener progreso en el yoga si no organizas correctamente tus deberes hacia ti mismo y la sociedad en la vida diaria. Y si por cualquier razón te evades, eso es todo lo contrario al yoga.

El yoga, como filosofía de vida practicada correctamente, nos enseña que el Dharma es un compromiso con tu familia, con tu gente, con tu trabajo, con tu empresa, con tu país, con el planeta. Este Dharma de cada uno en un mundo con cambios cada vez más rápidos ha de ser reinterpretado según la circunstancias personales. ¿Cuál es tu compromiso si te ha tocado vivir en España o en Francia? ¿Cuál es tu compromiso si tienes dos hijos y resulta que ahora te has divorciado? ¿Cuál es tu compromiso si tienes una empresa y unos empleados y los envías al paro, o eres un empleado y te bajan el sueldo? ¿Cuál es tu compromiso si eres un swami?…

Las crisis, los problemas, las dificultades para encontrar soluciones, producirán la humildad necesaria en el buscador para reconocer al Maestro sea externo o interno y seguir sus instrucciones para realizar el Dharma adecuado.

El instrumento principal será el Karma Yoga: cómo realizar la acción que debe ser hecha, incluso aunque no guste a todos, y que tu alma permanezca libre y en paz.

El Bhagvad Gita, escritura venerada en el hinduismo, que describe los principios universales que rigen la acción en la vida, es expuesta como una guerra que representa nuestras propias batallas internas.

El maestro Shri Krishna en capitulo II, le habla a Arjuna, el discípulo: “Oh, Arjuna realiza tu deber. La obligación de un Kshatriya, un guerrero, es luchar. No hay nada más elevado para un Kshatriya que una guerra justa (cap. II, 31). Desarrolla una mente equilibrada. Habiendo hecho del dolor y el placer, la ganancia y la perdida, la victoria y la derrota lo mismo, entra en la batalla, y así no incurrirás en pecado; así te liberarás de las cadenas de la acción (38-39). Solo tienes derecho a la acción, mas nunca a sus frutos. Que los frutos de la acción no sean tu motivo; pero tampoco te apegues a la inacción (47). Actúa, Oh Arjuna, permaneciendo firme en el yoga, abandonando el apego y manteniéndote ecuánime en el éxito y el fracaso. Al equilibrio mental o ecuanimidad se el llama Yoga” (48).

Así, la acción correcta da más importancia al deber cumplido que a los frutos obtenidos. Además, para adquirir la destreza y tener éxito necesitaremos una mente ecuánime, equilibrada. Aquí tenemos la definición de yoga en el Bhagavad Gita: “Equilibrio mental o ecuanimidad en la acción” con la certeza de que estas realizando tu deber.

Ahora bien, el obstáculo básico para realizar el deber es precisamente la identificación del yo, que cree que actúa, con los frutos de la acción a los que se apega. Krishna da una lección magistral al mostrar a Arjuna la irrealidad del yo que cree controlar los elementos de la acción y sus frutos: “El hombre cuya mente esta engañada por el egoísmo piensa: ‘Yo soy el que actúa’. Pero las únicas que actúan son las cualidades de la naturaleza. El que conoce la verdad sobre las diferentes cualidades y sus funciones y sabe que las gunas como sentidos se mueven entre los objetos sensoriales, no se apega. (cap. III, 27-28).

Las gunas

Las fuerzas de la naturaleza modulan, cualifican nuestros estados mentales y las acciones condicionándonos por las gunas sattva, rayas y tamas. Así las enseñanzas proponen elevar la conciencia purificando el pequeño yo, transformando la mente y haciéndola más lucida. Se desarrolla sattva, limpieza, orden, presencia y se reducen los momentos de pasión descontrolada, rajas, e inercia, pereza y letargia, tamas y propiciar los momentos para que la acción correcta se ejecute sin la interferencia de un yo subjetivo y cambiante que muchas veces puede confundir el sentido del Dharma. Los estados dependientes de las gunas han de ser vividos a lo largo del día de forma equilibrada y transcendidos en la experiencia del Testigo, el observador silencioso, el Purusha, que libera la acción de sus ataduras.

Si estás en estado sátvico, de pureza, tus acciones van a ser más desapegadas, pero si estas en un estado pasional, rajásico, te entra el miedo, la expectativa de que vas a conseguir algo o perderlo. Y también hablaba el Gita de que si estás en un estado tamásico, cansado, dormido, enfermo o deprimido y tomas una decisión, es fácil que te salga mal y crees conflictos con otros. Estos dos estados rajásico y tamásico, demasiado frecuentes en el mundo moderno, sustentan gran parte el estrés, la enfermedad y la insatisfacción en la vida. Nadie, ni los sabios, se libra de pasar por la experiencia de las gunas, que ha de ser comprendida como un ciclo vital que se encarga de velar la verdadera paz que subyace a todos los movimiento de la mente.

Si se piensa que hay un yo que actúa, el error y la equivocación están garantizados. Lo más importante será entender los estados mentales y cómo transformarlos para conseguir el equilibrio, la ecuanimidad y claridad que atrae la paz, que es independiente de cualquiera que sean los resultados de las acciones. Esa es la esencia de Karma yoga.

En otro momento, capítulo IV, Krishna explica que este yoga ha enseñado desde tiempos inmemoriales y que Él viene cíclicamente a la tierra cuando hay crisis y confusión para restaurar el Dharma. Muestra que Él es un Avatar del señor Vishnu, preservador del universo. Entonces Arjuna, tocado emocionalmente ante su presencia y el despliegue su sabiduría, es introducido a la práctica del Bhakti yoga, que purifica las emociones fluctuantes y las dirige hacia la divinidad. Así Krishna le dice que actúe y le ofrezca sus acciones, porque a quien le reconoce recibe su recompensa.

Las prácticas de Hatha y Raja yoga solo aparecen en el capítulo VI.

EL Señor bendito dijo: “El que cumple sus deberes obligatorios sin depender de los resultados de sus acciones es un Sannyasin y un Yogui, no el que carece de fuego y de acción (cap. VI,1).

Es ahora cuando Krishna anima a las prácticas en retiro sabiendo que el compromiso con el Dharma y la sociedad han sido satisfechos. Ahora aparece la opción del retiro temporal para el Hatha-Raja Yoga intensivo y nos da instrucciones básicas sobre el asana meditativa y algunas técnicas de control mental.

Krishna, ante las dudas de Arjuna sobre cómo tener éxito en el control mental, afirma que el éxito viene gracias a Abhyasa y Vairagya, la práctica continua y perseverante y el desapasionamiento de las actividades y ambientes de los cuales nos hemos retirado.

Entre los capítulos VII al XII se desarrollan las instrucciones sobre Bhakti yoga para el manejo y purificación de las emociones.

No importa la forma de adoración, el corazón es lo importante, la intención que prevalece en la acción.

Las ayudas para desarrollar la devoción son: el poder de la palabra, la invocación, el llamado, la plegaria, la oración, los mantras, el recuerdo de los símbolos, la ofrendas en los rituales y las ofrenda de los frutos de la acciones en la vida cotidiana. Lo importante es la fijación de la mente en Dios, ante cualquier vocación que se siga.

El Bhagavad Gita nos muestra toda esta enseñanza ancestral tomando elementos principalmente de la filosofía Samkhya que ya estaba desarrollada, y elementos de la filosofía Vedanta que ya aparecían originalmente Upanishads. Con este soporte somos introducidos al Jñana Yoga en los capítulos del XIII al XVIII.

Mantener la Sadhana

A través de ejemplos simbólicos como el Arbol Pippala, se habla del Purusha, el Espiritu Supremo que debe ser reconocido en medio de la cambiantes manifestaciones de Prakriti, la naturaleza y sus elementos, que han de ser reconocidos en nuestro cuerpo con sus órganos de acción, sentidos, mente etc.

El Jñana Yoga, después de la practica de los otros yogas, nos lleva al refinamiento del intelecto que ha desarrollado viveka, la discriminación entre lo real que permanece como la Consciencia pura y lo ilusorio, la apariencia de un mundo que parece existir gracias a la mente y sus fluctuaciones.

En los capítulos finales vuelven a aparecer las gunas, las cualidades, porque es tan importante cómo se hacen las cosas que puede ser la simple razón de que tengas éxito o no en lo que te propones en la vida. De ahí la importancia de contar con profesores o guías en tu formación, para que te ayuden a saber crear ambientes sátvicos y recrear cada día la experiencia de Brahman. Si eso no existe, se avanza en el camino, pero no se profundiza en él.

Y acaba el dialogo con Krishna preguntando: «Arjuna, ¿has comprendido?». Y éste responde: «Sí, y obraré según Tu Palabra».

Y no se debe olvidar cómo a lo largo del texto se menciona varias veces la actitud “del sacrificio” bien entendido, que está implícito en la realización de los deberes, el Dharma. La raíz de la palabra “sacrificio” tiene que ver con lo “sacro”, lo sagrado, aquello que nos acerca a nuestra esencia, nuestro centro.
Por lo tanto las acciones han de ser hechas con un cierto sacrificio, dedicación, intención. Reduciendo la mecanicidad y los automatismos que carecen de intención clara.

Cada aspirante, de acuerdo a su naturaleza, a su tendencia, y gracias a las instrucciones recibidas, debe encontrar las acciones que se adecuen a él convirtiéndose en su práctica regular y sistemática a lo largo del día y de la vida, su Sadhana.

A un buen profesor que quiere mantener su enseñanza no le queda más remedio que mantener el sacrificio: la práctica diaria, el shadana, la ceremonia bien entendida e integrada como un acto real imprescindible, y que evite quedarnos en las conversaciones teóricas y virtuales. “Un gramo de práctica vale mas que una tonelada de teoría”, dijo Swami Sivananda.

Por eso el profesor de yoga actual tiene un buen reto en medio de un mundo extremadamente acelerado: puede estudiar mucho y tener mucha actividad pero la práctica personal y/o compartida y ha de estar ahí. Para algunas personas, entramos en el yoga un poco como huyendo de la tensión de la vida diaria, y como el primer contacto con éste es una especie de luna de miel -todo perfecto, relajación maravillosa- etc., entonces nos planteamos hacer muchas cosas nuevas e incluso grandes cambios. Esas sensaciones agradables están muy bien porque te enfocan, pero luego tiene que ser integradas y asentadas obligatoriamente por la práctica regular.

Que la sabiduría eterna del Bhagavad Gita siga inspirando y guiando por siempre a aquellos que se sumergen en ella. OM NAMO BHAGAVATE VASUDEVAYA

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