Álvaro Enterría nos invita a firmar una petición de Avaaz en relación con la catástrofe de las inundaciones de Uttarakhand, el «tsunami del Himalaya». Y nos envía la traducción en español del texto escrito en francés. Solo te llevará unos minutos informarte de la magnitud del problema y enviar tu correo.
Dice Álvaro Enterria, conocido editor y librero de Benarés: «Como el año pasado con el tema de la protección del río Gangá (donde, entre otras cosas, se instaba a no construir presas en el Himalaya), se trata de recoger firmas para entregarlas al embajador de la India en Francia.
Hay que escribir la dirección de email donde pone SIGNER (firmar) ¡Gracias!
http://www.avaaz.org/fr/petition/Non_a_lassassinat_des_vallees_du_Gange_1//?launch
El texto de Avaaz, traducido del francés por Álvaro, explica perfectamente el problema:
¡Impidamos el asesinato de los valles altos del Ganges!
Todo el mundo en Francia ha oído hablar de las extraordinariamente violentas inundaciones que acaban de provocar varias víctimas en los Pirineos en junio de 2013, cuando la crecida del río Gave destrozó carreteras y casas e inundó durante varios días la gruta de Lourdes.
Por una extraña coincidencia, en el mismo momento, en otro lugar sagrado situado a miles de kilómetros, en los valles altos del Ganges, se producían otras inundaciones catastróficas con corrimientos de tierras a una escala tan especluznante que los medios de comunicación indios no han dudado en llamarlo el “tsunami del Himalaya”. Aparte de raras excepciones, los medios franceses [y occidentales en general], curiosamente, han guardado silencio sobre esta catástrofe india, que abundaba sin embargo en esas imágenes terribles y espectaculares que las televisiones tanto gustan normalmente de emitir.
El 16 de junio de 2013, una gran masa de lluvia cálida se abatió sobre Kedarnath, a más de 4000 metros de altura en el Himalaya. Por efecto de la lluvia, una parte del glaciar se derritió, precipitándose sobre el templo de Kedarnath. El templo resistió, pero las demás construcciones de alrededor fueron destruidas por violentos torrentes de agua y barrio que lo barrían todo a su paso. Sorprendidos en plena estación turística, miles de personas murieron —3000 según algunos, más según otros— y varios miles quedaron atrapados y aislados en la montaña.
Más de dos semanas tras la tragedia, los trabajos de búsqueda y socorro continúan, en condiciones climáticas muy difíciles. Frente a la falta de previsión e incompetencia del gobierno local, el ejército indio tuvo un comportamiento ejemplar por su heroísmo y eficacia, haciendo puentes humanos sobre los precipicios, como se puede ver en internet, y salvando a más de 90.000 personas. Los daños materiales —pueblos completamente destruidos, carreteras barridas…— son enormes, y se necesitarán años de trabajo para reconstruir las pérdidas.
El Estado indio de Uttarakhand posee una gran cantidad de templos y de lugares de peregrinación. En 10 años, el “turismo espiritual” se ha multiplicado por diez, pues la nueva clase media india motorizada se ha sumado a los peregrinos tradicionales para combinar religión y vacaciones en la montaña lejos del calor de las llanuras. A esto se añade el turismo extranjero y sus clubs de rafting sobre el Ganges. Como resultado, Uttarakhand recibe en verano cerca de 27 millones de personas, para una población local de 11 millones. Para ellas se han construido innumerables hoteles de toda categoría, a menudo ilegalmente y al borde de los ríos. En cuanto al tráfico motorizado, se ha multiplicado por 10 en 7 años, sobre unas carreteras donde los coches y autobuses se siguen pegados unos a otros, envueltos en una nube de humo y de sonidos de claxon.
Aparte de la construcción de carreteras nuevas al borde de los ríos, los ecologistas indios apuntan a una deforestación galopante, a extracciones mineras que se multiplican, y sobre todo a innumerables proyectos hidroeléctricos, de los cuales hay previstos unos 300, pequeños o enormes, mientras que 70 ya se han construido o están casi acabados. Algunas presas ya hechas, como la que inunda el valle de Tehri, miden 52 kilómetros de largo; las más modestas exigen sin embargo que el agua sea sacada de su curso y conducida en tubos subterráneos. Se dice que 70% del agua de la región está ya en manos de compañías privadas.
Todo esto se realiza sin ninguna transparencia, sin realizar estudios independientes sobre el impacto ambiental sobre una zona frágil y de alto peligro sísmico, ya que el Himalaya es uno de los macizos montañosos más jóvenes del planeta, y continúa creciendo.
Esta catástrofe es la más grave que ha conocida la India desde el tsunami de 2004. Es un reto tanto para India como para el resto del mundo. En efecto, el calentamiento global —tanto tiempo negado por los políticos, los industrialistas y los financieros— es más perceptible en el Himalaya que en otras regiones, y la actividad humana generada por beneficios a corto plazo no hace sino agravar las cosas. Según el director del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Alta y Mediana Montaña de la Universidad de Delhi, Maharaj K. Pandit, el desastre que acaba de ocurrir “ha sido provocado por elementos naturales, pero la catástrofe —la trágica pérdida de vidas humanas— ha sido provocada por el hombre”. (India Today, 2-8 de julio de 2013, págs. 34-36)
La calamidad que se ha abatido sobre estos lugares de peregrinación ha provocado muchos debates religiosos en la India. Según algunos, la catástrofe sería una respuesta a la comercialización y a la profanación de los tirthas (lugares sagrados), unos sitios que están alejados del mundo, en plena naturaleza salvaje, a los que se acudía antes con gran devoción tras largas jornadas de marcha a pie en condiciones muy difíciles. Otros piensan que lo que acaba de ocurrir es una respuesta de dos ríos sagrados, el Alakhnandá y el Mandakiní (que se unen con otros ríos para formar el Ganges) a los intentos crecientes de encerrarlas en presas. Un artículo subraya que, el día antes de la catástrofe, para permitir la construcción de una inmensa presa en Srinagar las autoridades habían hecho desmontar el templo de Dhara Devi (una forma de la diosa Kali), a pesar de las advertencias de altas personalidades religiosas. Al contrario que los templos de Egipto, los templos de la India siguen en actividad; su localización no es fruto del azar, y no pueden ser desplazados como una comisaría de policía o un supermercado. La población local se quedó muy impresionada por el hecho de que la catástrofe empezara exactamente el 16 de junio, el día siguiente al desmantelamiento del templo de Kali. Se dice en India que, como la Naturaleza, la Diosa tiene dos caras: amorosa, consoladora y maternal, pero también, cuando se la irrita, terrible y destructora.
(http://srath.com/jyoti%E1%B9%A3a/mundane/vastu/kalis-anger/).
Se explique en términos mitológicos o ecológicos, o bien se piense que Kali y la Vírgen de Lourdes son símbolos de fuerzas que nuestros padres se guardaban mucho de provocar, la tragedia de Uttarakhand recuerda otra vez más a la humanidad moderna que debe absolutamente cambiar su comportamiento con la naturaleza. Con una visión mecanicista ya superada heredada del siglo XVIII, la mayoría de los políticos y hombres de negocios, educados en escuelas de comercio o de administración, continúan considerando el mundo natural como un excipiente inerte e insensible, explotable sin vergüenza ni piedad.
Hace exactamente un año, lanzamos a través de Avaaz un grito de alarma para apoyar a unas personas en huelga de hambre que protestaban en Benarés contra nuevos proyectos de presas gigantescas en el Ganges. Nuestra petición “¡No dejemos morir el Ganges!” recogió más de 1200 firmas en tres semanas, y se sumó a varios movimientos que condujeron a que el gobierno central de la India prometiera reconsiderar los nuevos proyectos de presas.
Hoy, el gobierno central de India y el gobierno local de Uttarakhand se envían mutuamente la pelota de las responsabilidades en esta catástrofe que ha sucitado tantos sentimientos, debates y controversias políticas. Sin entrar en estas políticas, y sin preguntarnos tampoco si el extraño silencio de los medios franceses en este asunto tienen o no una relación con la implicación de grandes compañías francesas en la captación y privatización de las aguas del Ganges, logremos esta vez reunir al menos 5000 firmas para pedir con fuerza al Primer Ministro del gobierno central de la India, Sr. Manmohan Singh, y al Ministro en Jefe del Estado de Uttarakhand, Sr. Vijay Bahuguna:
Que consideren al Himalaya como indispensable para todo el planeta, y que sean conscientes de que su degradación afecta gravemente a todos los países, y no solamente a India, Nepal o China.
Que cancelen inmediatamente todos los proyectos de presas controvertidas en los valles altos del Ganges.
Que sometan todas las decisiones de presas, captación de aguas, deforestación y nuevas infraestructuras a un comité independiente que comprenda, de manera equilibrada, a representantes de los gobiernos central y regional, de las colectividades locales y de las ONGs concernidas, y de las autoridades de todas las religiones representadas en estos valles sagrados, así como expertos ecologistas.
Iremos a llevar esta petición al embajador de la India en París, para que la transmita a las autoridades competentes.
Firmad y haced firmar la petición, hablad de esto a vuestro alrededor:
¡Impidamos el asesinato de los valles altos del Ganges!
Testimonios: